TRIBUNA LIBRE DEL OBISPO

EL PAPA BENEDICTO XVI

UNA VIDA PARA DIOS Y PARA LA IGLESIA

 

 

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SANTANDER | 28.02.2013


La noticia de la renuncia del Papa Benedicto XVI al ministerio de Obispo de Roma y Sucesor de Pedro ha sido recibida con gran conmoción,  profundo respeto y sincera gratitud en toda la Iglesia y en el mundo.

La histórica decisión, de gran importancia para la vida de la Iglesia, ha sido tomada por el Santo Padre después de haber orado largamente y examinado su conciencia ante Dios. Ha renunciado en plena libertad y por amor a la Iglesia. Es un gesto que ennoblece al Papa por su gran coherencia entre su doctrina y su vida; es un gesto a la vez de humildad y de grandeza. De ser maestro de la fe, ha pasado a ser testigo de la esperanza en Dios, que rige los destinos de la historia y cuida con providencia amorosa de su Iglesia.

Nuestra Iglesia Diocesana de Santander agradece de corazón al Santo Padre sus años de fecundo pontificado por su magisterio y su servicio a la unidad y caridad de la Iglesia.

La renuncia de Benedicto XVI acontece en el Año de la fe y en el 50º aniversario del inicio del Concilio Vaticano II. No es una coincidencia casual, sino uno de los signos de los tiempos, que el Papa ha sabido leer en profundidad para el bien de la Iglesia. El Concilio no pretendió cambiar la fe de la Iglesia, sino exponerla en un lenguaje actualizado y comprensible para el hombre de hoy.

 Benedicto XVI lo ha hecho con claridad de maestro y sencillez de sabio, con gran coherencia recurriendo incluso a los modernos medios de comunicación social para anunciar el Evangelio de Jesucristo a todos  -recuérdese el atrio de  los gentiles- , y en particular a las nuevas generaciones en las Jornadas Mundiales de la Juventud, en Madrid.

La herencia que deja Benedicto XVI es ahora muy grande y con el correr del tiempo se verá todavía más preciosa. No puedo hacer un balance de su Pontificado en este breve escrito, pero quiero destacar algunos aspectos de una vida dedicada al cumplimiento de la voluntad de Dios y al servicio de la Iglesia.

La vida  de Benedicto XVI es sorprendentemente consecuente desde su bautismo. Coherente con lo que recibió en su hogar y en la Iglesia. Coherencia que se ha manifestado desde la escuela, el seminario, como sacerdote, profesor, obispo, cardenal y, sobre todo, como Papa.

Fue una sorpresa el nombre que eligió de Benedicto, inspirándose en el padre del monaquismo occidental, San Benito, cuya Regla de vida se centra en el principio de que nada se anteponga a Cristo. A la luz de este principio se definió en las primeras palabras en la plaza de San Pedro después de su elección como “un humilde trabajador en la viña de Señor”. Él mismo decía entonces: “Mi verdadero programa de gobierno es no hacer mi voluntad, no seguir mis propias ideas, sino ponerme, junto con toda la Iglesia, a la escucha de la palabra y de la voluntad del Señor y dejarme conducir por Él, de tal modo que sea Él mismo quien conduzca a la Iglesia en esta hora de nuestra historia”.

Nos deja un magisterio muy amplio y luminoso, en constituciones apostólicas, encíclicas, exhortaciones apostólicas, discursos, catequesis y homilías. Especial significación tiene sus encíclicas, Deus cáritas es; Spe salvi y Cáritas in veritate.

 Es preciosa la carta apostólica Porta fidei, por la que ha convocado el Año de la fe. Con esta convocatoria, el Papa Benedicto XVI propone a toda la Iglesia lo más importante del programa de su pontificado: “la exigencia de redescubrir el camino de la fe para iluminar de manera cada vez más clara la alegría y el entusiasmo renovado del encuentro con Cristo” (Porta fidei, n.2).

Benedicto XVI, en la senda de su predecesor el Beato Papa Juan Pablo II, ha realizado importantes viajes apostólicos por todo el mundo, entre ellos, tres a España: a Valencia, con motivo del V Encuentro de las Familias, el año 2006; a Santiago de Compostela y a Barcelona, el año 2010; y a Madrid, con motivo de la Jornada Mundial de la Juventud, el año 2011.

El Papa Benedicto XVI ha tenido que afrontar temas espinosos en su pontificado, que los ha afrontado con firmeza desde la fe y poniendo su confianza en Dios, buscando la purificación de la Iglesia.

El Santo Padre ha abierto la Iglesia al futuro con esperanza poniéndola en las manos de Dios.  Ha hecho una gran llamada a valorar el tesoro de la fe, recibida a través de la Iglesia de manos de Cristo y de sus apóstoles.

En la hora final del pontificado del Papa Benedicto XVI es bueno recordar unas hermosas palabras del Papa Pío XII: “Los sucesores de Pedro, mortales también, como todos los hombres, pasan más o menos rápidamente. Pero el Primado de Pedro subsistirá siempre, con la asistencia especial que le fue prometida, cuando Jesús le encargó confirmar a sus hermanos en la fe. Sean lo que sean, nombre, origen y rostro humano de cada Papa, es siempre Pedro quien vive en él; es Pedro quien dirige y gobierna; es Pedro, sobre todo, quien enseña y difunde por el mundo la luz de la verdad salvadora”.

 Sabemos que Cristo, Fundador de la Iglesia, Supremo Pastor, su Señor y Esposo, no la abandonará nunca a través de un nuevo Pastor, que el Espíritu Santo suscitará para su Iglesia dentro de breves días. Un nuevo Papa según el corazón de Dios, como lo ha sido el Papa Benedicto XVI.

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander