6.02.13

Católicos ultraconservadores

A las 9:30 AM, por Jorge
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Reconozco mi mala suerte. Ayer un comentarista me llamaba “ultraconservador”, lo que me hizo solicitarle amablemente si sería posible que me explicara la diferencia entre católico ultraprogre, progre a secas, católico sin más, conservador, ultraconservador y cavernícola. Nada, que no hay forma. Y eso que lo he intentado varias veces con personas diferentes. Lo único que consigo es que además de ultraconservador me llamen facha.

Todo esto me tiene muy deprimido, porque si me dicen que estoy equivocado en una cosa, pues se ve, o si patino en algún punto de dogmática o moral se revisa. Pero claro, si me dicen que mi problema es ser ultraconservador y no me explican lo que es eso, pues átame esa mosca por el rabo. Es como si yo en respuesta le digo que su problema es ser ultraprogreantiatchís. Toma esa. A ver cómo me responde.

Jamás entendí lo de ser progre, carca, conservador o ultramontano. En serio. Lo que servidor cree es que en la Iglesia hay cosas opinables y cuestiones cerradas. Por ejemplo, si uno está a favor del aborto, no acepta el primado de Pedro, afirma que los sacramentos es igual que sean siete o tropecientos, niega la presencia real de Cristo en la eucaristía, y sostiene que es exactamente igual ser cristiano católico que animista, no es que sea progre, es que está fuera de la comunión de la Iglesia. Pero igual de fuera que el que afirma que la sede apostólica hoy está vacante porque Benedicto XVI no es un papa legítimo o no reconoce la validez de un concilio ecuménico como es el Vaticano II. No es un ultra, es un no católico.

Luego hay cosas que sí son opinables, por ejemplo las que corresponden a derecho positivo. Uno puede ser partidario de que la casulla no sea obligatoria para celebrar la misa, puede estar a favor o en contra del celibato opcional, pensar que sería conveniente un concilio Vaticano III, entender que se debería acabar con el indulto que permite comulgar en la mano, apoyar el regreso de la lengua latina para toda la liturgia de la iglesia o una revisión del sentido de las conferencias episcopales. Nada que objetar.

En la Iglesia se supone que todos deseamos lo mismo: alcanzar la santidad y anunciar el evangelio a todos los hombres. Y en esto siempre discuten doña prudencia y doña audacia. Doña prudencia, que es virtud cristiana, anda siempre preocupada con dar pasos seguros, con no cometer errores, con ir despacito, con no perder el tesoro de la historia y la tradición. Doña audacia, que también puede ser santa, es combativa, amante de arriesgar, urge a no tener miedo aunque pudiera haber algún tropezón.

Hay personas que, por su propia naturaleza son más amigas de doña prudencia. Otros se llevan mejor con doña audacia. Aunque en verdad lo normal es que cada uno trate un poco con las dos. De ahí a sacar etiquetas con tu ultraprogre, tu superconservador, tú cavernícola, tú titiritero, la distancia es enorme.

Y tú Jorge qué eres, ¿conservador o progresista? Intento ser buen cristiano en el seno de la Iglesia, que no es poco, como todos, supongo. El resto, ganas de colgar etiquetas.