14.02.13

 

El número de propuestas que llegan a las parroquias para una mejor evangelización casi raya en lo infinito: libros más o menos serios, desde Biblias a devocionarios, DVD de todo tipo y pelaje, materiales catequéticos de apoyo, subsidios litúrgicos, ofertas de cursos, retiros y ejercicios. Generalmente echo un vistazo y en la inmensa mayoría de los casos todo acaba en la papelera más cercana, simplemente por imposibilidad de acudir a todo, comprar todo y probar más de lo necesario.

La mayor parte de estas ofertas son cosas bastante sensatas, aunque de cuando en cuando llegan cosas que merecen un comentario por lo peligrosas, por ejemplo esos retiros y ejercicios a base de eneagrama, o por lo disparatadas o fuera de sitio en este momento.
Ayer me ha llegado un material ofertado por los Hermanos de la Salle de Burgos que no puedo por menos de comentar. Se trata, como ellos mismos dicen, de algo que llaman “evangelio dialogado de los domingos para niños” y que nos envían “en la certeza de que deseamos dinamizar la parroquia para que los feligreses participen más y mejor en la liturgia y la vivan con mayor intensidad”.

Las intenciones no son malas aunque uno por principio desconfía de lo que se entenderá por participar más en la liturgia que me lo temo. ¿Y cómo han pensado los hermanos que se puede conseguir una participación mejor? Pues esto es lo que ofrecen: “Cada evangelio de los domingos del curso escolar está escrito con lenguaje adaptado a la mentalidad de los niños y para que sea proclamado de forma dialogada por ellos y el sacerdote o catequista”. “En cada evangelio del domingo intervienen, junto con el celebrante o catequista, unos 8 – 10 participantes (niños). También, si las circunstancias lo requieren pueden ser padres o madres de los niños”. Sigue la cosa: “La proclamación conviene hacerla delante del público y los participantes conviene que lleven pegada con cello, en el pecho, con letra grande, el nombre del personaje. Ejemplo: JESÚS, DISCÍPULO 1, NARRADOR… “. Sigue, sigue… “conviene realizarlo en la eucaristía con niños…”

No me resisto a colocar un ejemplo de evangelio adaptado. Ahí tienen unas líneas:

JESUS: ¿Queréis que os cuente una parábola? Tengo que deciros algo importante y así lo entenderéis mejor.
DISCÍPULO 1: ¡Comienza, Jesús, comienza!
JESÚS: Yo soy la verdadera vid. ¿Sabéis lo que es la vid?
DISCÍPULO 2: ¡Claro, Jesús, hemos plantado muchas!
DISCÍPULO 3: Pero puede ser que ellos no lo sepan.
PÚBLICO 1: ¡Yo sí lo sé! Es una planta con tallos y hojas que nos da uvas.

Qué quieren que les diga. Me parece que todo está dicho. ¿Quién ha explicado a los hermanos de la Salle que participar en la liturgia es colocarse un cartel con cello y salir a leer dos frases? ¿De dónde hemos sacado que participar es hacer “cosas”? Participar es rezar, es responder, es vivir la liturgia, es silencio. Pues no. Debe ser esto.

Me joroba que precisamente los hermanos de la Salle, expertos en educación, consideren a los niños como gilipichis a los que hay que entretener de cualquier modo. La adaptación del evangelio causa bochorno a cualquiera. Los niños son perfectamente capaces de comprender el evangelio, y para que lo comprendan mejor hay una cosa inventada desde hace mucho que se llama homilía.

Me resulta inconcebible que dé igual de que el evangelio lo haga el sacerdote, la catequista o quien sea, porque eso supone relativizar la presidencia de la celebración. Es del sacerdote. Y en muy contadas ocasiones tiene prevista la forma dialogada. Es la cosa del “qué mas dá” tan vieja y tan peligrosa.

“La proclamación conviene hacerla delante del público”. Ya ven la idea que tienen de lo que es la celebración de la eucaristía: una función con público y niños haciendo teatrillo. ¿Y yo que me creía que era otra cosa? ¿Y eso es participar? Por lo visto participar no es rezar, no es escuchar juntos, no es orar, no es entrar en el misterio del sacrificio de Cristo, es que unos cuantos niños lean unas frases ante unos espectadores que, a nada que te descuides, aplaudirán gozosos las gracias de los retoños.

Eso sí, después de esto lo que pega es ofrecer el balón, las zapatillas, dos libros y la bolsa de las chuches, una plegaria eucarística inventada a todo correr que andamos mal de tiempo y todavía nos queda explotar globos en la paz, la comunión con prisas y sin un momento para dar gracias y qué bonito fue todo.

Yo creía que estas cosas estaban superadas. Pobre de mí. Pues ya lo ven. Esta es la última oferta pastoral que viene desde el colegio “La Salle” de Burgos.

Hermanos de la Salle: si esta es su forma de entender y vivir la eucaristía, permítanme que les diga que andan ustedes bastante despistados. Y si es simplemente la ocurrencia particular de un hermano, alguien debería decirle que no utilice para ello la institución.