16.02.13

 

El pasado domingo, como no podía ser menos, hablaba un servidor en la homilía del profetismo como anuncio de Cristo muerto y resucitado por nosotros. Decía a la gente que un profeta es aquel que en medio de un mundo pagano o tibio en la fe es capaz de anunciar, con palabras y signos, a Cristo muerto y resucitado por nosotros y proclamar que solo en Él está la salvación.

Profeta es aquel que con este anuncio remueve el interior de la persona, hace reflexionar sobra la situación en que se vive y anima a la conversión y a la entrega a Cristo en el seno de la Iglesia.

Llevando el profetismo a nuestra situación y a la de la parroquia les dije que la apertura de la capilla de adoración perpetua en la parroquia va a ser desde este domingo un signo profético evidente en medio del barrio de la presencia de Cristo. Se lo argumentaba con las siguientes razones:

- Un mundo dominado por la economía y la eficacia. La capilla es lugar de gratuidad, donde no se negocia ni se enriquece nadie, donde no hay remuneración ni dividendos, donde todo es gracia de Dios.

- Un mundo prisionero del reloj. La capilla es lugar donde, en términos mundanos, perder el tiempo, dejar pasar las horas en contemplación.

- Un mundo loco por la comunicación. La capilla es lugar de silencio y oración, de escucha de la Palabra de Dios, de entrar en el corazón y ahí hablar con tu Dios.

- La gente se piensa que a la iglesia van cuatro viejecitas ociosas que así entretienen la tarde. Pero en la capilla veremos entrar niños, jóvenes, adultos, ancianos. Amas de casa, ejecutivos, profesores, obreros, estudiantes, profesionales.

Signos de que algo grande está pasando. ¿Abierta las 24 horas? ¿Para el silencio, la adoración, la contemplación? ¿Y donde acude gente diversa? Algo tiene que pasar ahí.
Claro que pasa. Que en la capilla de la adoración perpetua está Cristo Eucaristía, el Rey de reyes, el Señor. Y a Él sólo daremos culto.

Estas cosas hacen pensar. 24 horas. Gente muy diversa. ¿Por qué?

A los cristianos tibios, abandonados de las cosas de su fe les va a hacer pensar. A los más comprometidos les animará a dar su vida cada día más por Cristo el Señor. A los no creyentes estoy seguro de que les planteará interrogantes.

Por eso digo que va a ser un auténtico signo profético en medio del barrio.