26.02.13

Película “prohibida” que invito a ver

A las 7:50 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General

Me invitan a cenar a su casa un matrimonio amigo. Son adictos lectores de este Blog. Conocen mi amor al cine. Tras un condumio ligero. Me colocan una película muy interesante.

Esta obra maestra del cine, no la he encontrado en los diferentes compendios de cine espiritual y de valores humanos y religiosos, que se están llevando a cabo por diversas diócesis de España. Iniciativa que aplaudo hasta con las orejas.

La película que vi, anoche, tampoco, ha sido estrenada en las salas comerciales, al parecer porque una mano dentro del “monarquismo” eclesial la tiene congelada para el gran público con la colaboración de la industria de distribución y las autoridades del gobierno del partido popular. Una decisión caciquil y peligrosa.

Sin embargo, esta película, como todo lo prohibido, se está viendo en reuniones de sacerdotes, como acaba de ocurrir en Granada en la última reunión celebrada durante los días 5 al 7 de este mes que fenece, donde han estado trabajando los arciprestes y vicarios de la Provincia Eclesiástica de Granada sobre el Año de la Fe y la Nueva Evangelización.

¿Cuál es esta película?

Está realizada en el año pasado. Ha sido estrenada en todo el mundo de habla española, y traducida a todos los idiomas. En todas partes ha sido muy acogida por el público y la critica. En España nos toman por menores de edad y se ve de modo restringido.

El título del film es “Cristiada”. Es la historia verdadera de la dramática persecución religiosa que el masón presidente mejicano Plutarco Calles emprendió contra la Iglesia Católica y los católicos desde el año 1926 hasta 1929. Varios mártires de aquella carnicería humana fueron beatificados por el Papa Benedicto XVI.

El guión de la proyección es excepcional, mantiene al espectador en una permanente tensión, la crudeza de las imágenes es trágica a la hora de matar a los cristianos como si fueran conejos, el color es denso en los momentos cumbres y el sonido muy bien conseguido, así como los efectos especiales.

Los papeles de interpretación son geniales, tanto en el niño de nombre José, como de los adultos que entran en la trama del guión, cada uno ejerciendo una responsabilidad y una labor digna de pasar al mejor cine de testimonio con mensaje religioso comprometido.

Pues, aquí, en el testimonio es donde está la mejor fuerza argumental: los cristeros, los que se levantaron contra aquella absurda persecución masónica contra la Iglesia implantada en la tierra mejicana, están convencidos de una fiesta instaurada por el Papa Pío XI, en el año 1925: la Fiesta de Cristo Rey.

La exclamación: Viva Cristo Rey, es el grito de defensa de la libertad de culto religioso católico cortada por el capricho del presidente Calles, quien al final tuvo que capitular ante tanta sangre derramada inocentemente.

Con el Viva Cristo Rey en la boca, unos años más tarde, en España mueren todos los mártires que derramarán su sangre a causa de la persecución religiosa más feroz llevada a cabo por los enemigos de la fe católica que servirán para llenar el Cielo de Santos.

Vuelvo al comienzo:

¿Quién o quienes han detenido que esta obra maestra del cine no se exhiba en salas comerciales abiertas al público?

¿Qué motivos tiene quien esté en la sombra poniendo el freno a que esta película entre en los contenidos del cine religioso, espiritual y valores humanos que se proyecta en muchas diócesis españolas?

Espero respuesta de quien sepa contestar. En caso contrario, seguiré creyendo que el “monarquismo” absoluto eclesial es necesario descubrirle su rostro hosco y espetarle en su cara que los católicos españoles no somos menores de edad.

Salí, anoche, de casa de mis amigos muy impresionado de esta película y muy agradecido a que me invitaran a dos horas y media de un gran cine católico. Por el camino, me consideraba que estaba en la clandestinidad de tiempos idos gracias a Dios, que alguien en la sombra desea reeditar.

Fuente

La proyección de “Cristiada” en Granada está haciendo clic aquí.

Tomás de la Torre Lendínez