28.02.13

La “incondicionada obediencia” de Benedicto XVI

A las 1:16 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Benedicto XVI

Un día normal. Sin despedidas formales ni actos en gran estilo. Así se presenta la última jornada del pontificado de Benedicto XVI, cuyo punto central tuvo lugar la mañana de este jueves en la Sala Clementina del Palacio Apostólico del Vaticano. Allí el Papa se reunió con 144 cardenales del mundo, para un último saludo. En un breve discurso Joseph Ratzinger reflexionó sobre la Iglesia, pidió unidad a los purpurados y fue claro: “Entre ustedes, en el Colegio de Cardenales, está el futuro Papa, al cual ya desde hoy prometo incondicionada reverencia y obediencia”.

A continuación algunos extractos del discurso:

ENTRE USTEDES ESTÁ EL FUTURO PAPA
Benedicto XVI

Quisiera decirles, tomando como referencia la experiencia de los discípulos de Emmaus, que también para mí ha sido una alegría caminar con ustedes en estos años, en la luz de la presencia del señor resucitado. Como dije ayer, ante miles de fieles que llenaban la Plaza de San Pedro, vuestra cercanía, vuestro consejo me han sido de gran ayuda en mi ministerio.

En estos ocho años hemos vivido con fe momentos bellísimos de luz radiante en el camino de la Iglesia, junto a momentos en los cuales algunas nubes se adensaron en el cielo.

Hemos tratado de servir a Cristo y a su Iglesia con amor profundo y total, que es el alma de nuestro ministerio. Hemos donado esperanza, esa que nos viene de Cristo y que sólo puede iluminar el camino. Juntos podemos agradecer al señor, que nos ha hecho crecer en la comunión, juntos pedirle de ayudarnos a crecer aún más en esta unidad profunda, de tal forma que el Colegio de los Cardenales sea como una orquesta, donde las diversidades, expresión de la Iglesia universal, concurran siempre a la superior y concorde armonía.

Quisiera dejarles un pensamiento simple, que me importa mucho: un pensamiento sobre la Iglesia, sobre su misterio, que constituye para todos nosotros –por así decir,- la razón y la pasión de la vida. La Iglesia no es una institución pensada y construida en el escritorio, es una realidad viviente. Ella vive a lo largo del tiempo, en devenir, como todo ser viviente, transformándose. Aún así su naturaleza es siempre la misma, su corazón es Cristo.

Permanezcamos unidos, queridos hermanos, en este ministerio. En la oración y especialmente en la Eucaristía cotidiana, así servimos a la Iglesia y a la entera humanidad. Esta es nuestra alegría, que ninguno puede quitar.

Antes de despedirme quiero decirles que continuaré a estarles cercanos con la oración, especialmente en los próximos días, para que seáis plenamente dóciles a la acción del Espíritu Santo en la elección del nuevo Papa. Que el señor os muestre su voluntad. Entre ustedes, en el Colegio de Cardenales, está el futuro Papa, al cual ya desde hoy prometo incondicionada reverencia y obediencia.