CARTA DEL OBISPO

ANTE EL DÍA DEL SEMINARIO

"Valor del seminario menor"

 

 

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SANTANDER | 09.02.2013


            Queridos sacerdotes, diáconos, seminaristas, miembros de vida consagrada y  fieles laicos:

Vocación de niños y adolescentes. “Como demuestra una larga experiencia, la vocación sacerdotal tiene, con frecuencia, un primer momento de manifestación en los años de la preadolescencia o en los primerísimo años de la juventud… La Iglesia, con la institución de los Seminarios Menores, toma bajo su especial cuidado, discerniendo y acompañando, estos brotes de vocación sembrados en los corazones de los muchachos”[1].

Cuando hablamos de “brotes”, “gérmenes”, “semillas”, aplicados a la vocación, no nos referimos a una realidad  ya plena, sino que es una realidad en proceso, que exige crecimiento y necesita cuidado, acompañamiento y formación, pues vivida a la intemperie, difícilmente podrá desarrollarse.

El Seminario Menor: respuesta a esta necesidad. Así, pues, la vocación sacerdotal es una nueva gracia de Dios, que exige ayudar a los niños, adolescente y joven a preparar la respuesta adecuada a esa llamada vocacional.

Para ello, nuestra Diócesis propone como lugar idóneo para acompañar esa semilla el Seminario Menor de Monte Corbán, que es “una comunidad educativa diocesana erigida por el Obispo según las normas de la Santa Sede para cultivar los gérmenes de vocación sacerdotal de quienes, en edad temprana, presentan indicios de esta vocación y se inclinan por el sacerdocio diocesano secular”[2].

Otras formas de acompañamiento vocacional. El Seminario Menor es una institución privilegiada que nace junto a otras formas de acompañamiento vocacional, como el Seminario en familia, el Proyecto Samuel, Gentece, convivencias de Monaguillos y otras iniciativas que ya están funcionando en nuestra Diócesis, promovidas por el Seminario y por el Secretariado de Pastoral Vocacional dentro de la Pastoral Juvenil y de la Pastoral Universitaria. A todos los que trabajan en este importante campo les expreso mi gratitud sincera.

En el curso actual 2012-2013 tenemos tres seminaristas en el  Seminario Menor, una realidad pequeña, que reclama crecimiento como el grano de mostaza del Evangelio. Además, varios muchachos se están formando en el Seminario Menor en familia.

Como escribía el año pasado en una breve carta pastoral, “el Seminario Menor solamente será posible con la ayuda de Dios y la colaboración de todos, especialmente de los sacerdotes. Por eso desde esta carta pastoral hago una llamada apremiante a la responsabilidad de los sacerdotes. Ellos han de ser los primeros interesados por esta Institución. Su amor a Jesucristo, a la Iglesia y a su sacerdocio les impulsará sin duda a descubrir y cultivar los gérmenes de vocación que apuntan en sus monaguillos, en los niños de la catequesis y en los jóvenes de las parroquias, poniéndoles después en contacto con el Seminario o con el Secretariado de Pastoral Vocacional. Apelo también a la generosidad de los padres y madres de familia, que deben considerar como una gracia que Dios se fije en alguno de sus hijos para ser sacerdote. Mi llamada se dirige también a los catequistas, profesores de religión y educadores de juventud, que pueden ser buenos mediadores entre el Señor que llama y los niños, adolescentes y jóvenes, presentándoles la belleza de la vocación sacerdotal”[3].

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander


 


[1] PDV, 63.

[2]  Plan de Formación para los Seminarios Menores, 6.

[3] Vicente Jiménez Zamora, Carta pastoral, 4 junio 2012.