6.03.13

 

En cuatro o en ocho, pero en definitiva en no demasiado tiempo. Levantar una parroquia es tarea ardua y que lleva su tiempo. Cargársela lo hace cualquiera y en un santiamén. Les doy unas pistas – consejos a sacerdotes que quieran acabar con una parroquia medio normal, que seguro que mis lectores completarán con sus propias experiencias.

Lo primero primerísimo es jugar con las misas. Por ejemplo, cambiar los horarios cada dos o tres meses, de forma que nadie acabe sabiendo a ciencia cierta cuándo hay misas en esa parroquia. Además, dejar a la gente sin misa alguna vez por despiste del párroco o porque surgió un problema. Si a esto añadimos la falta de puntualidad para empezar -qué más da empezar cinco, diez, quince minutos tarde- y para acabar –hoy misa de quince minutos y corriendo, mañana de cincuenta y cinco, pasado de cuarenta- vamos sumando puntos. Incorpórese a la estrategia celebrar cada día como se le ocurra al sacerdote del momento, y miel sobre hojuelas.

Procure hablar lo menos posible de Dios, conversión, pecado, gracia. A cambio, no olvide citar constantemente palabras como pobres, solidaridad y compartir.

No ponga horario de confesiones. Mejor aún, diga que confesarse es una bobada, pero que si alguien desea hacerlo que busque una parroquia del centro o que se lo diga al párroco a ver cuando tiene un hueco.

Tampoco horario de despacho. Mucho mejor decir que si alguien necesita algún papel que selo diga a Pepita, que suele venir a misa los domingos por la tarde.

El templo parroquial siempre cerrado excepto las estrictas horas de las misas. La disculpa de la inseguridad ciudadana es perfectamente válida.

No organice Cáritas. Total, eso es mejor que lo hagan los laicos solos, con total autonomía. Si había algo de catequesis de adultos no se pase por el grupo para coartar su libertad. Que sepan madurar ellos solos.

La catequesis de los niños y las primeras comuniones son inevitables. Pero para eso ya están las catequistas. Que se encarguen de inscribir, dar catequesis, reunirse con los padres y preparar la celebración. El sacerdote con celebrar la misa de las primeras comuniones ya hace su tarea.

Pare poco en la parroquia. El sacerdote lo que tiene que hacer es “insertarse”, por tanto salga mucho, frecuente los bares, eche la partida y salude a la gente por la calle. No olvide salir mucho de viaje, de vacaciones, aproveche lo que pueda para despejarse por el volumen de trabajo que desarrolla.

Bien, pues yo les aseguro que con este planteamiento no hay parroquia por fundamentada que esté que aguante un curso, y me doy largo pazo. Lo normal es que en tres meses no la conozca “ni la madre que la parió”. Y quizá me haya saltado alguna cosa.