7.03.13

 

Hace unos días escribí un artículo pidiendo a los cardenales que hiciera el favor de moderarse en sus declaraciones a la prensa. Acababa el mismo de la siguiente manera:

Por tanto, si me preguntan cuál sería mi deseo de cara a lo que pueden decir los cardenales de aquí al cónclave, lo tengo claro: que hablen poco y que aprovechen la ocasión para predicar el Evangelio.

Parece que en las congregaciones cardenalicias previas al cónclave han llegado a la misma conclusión. Estábamos asistiendo a una sobreexposición mediática de purpurados poco recomendable para el momento actual de la Iglesia. Podríamos haber llenado la página de InfoCatólica solo con declaraciones de cardenales de acá y de allá. Y, sinceramente, no todas eran dignas de elogio.

Ante la inmensa responsabilidad de elegir Papa, los cardenales deben dedicar todo su tiempo a hablar entre ellos y rezar. Entiendo que los periodistas presentes en Roma para el cónclave estén con un enfado considerable ante la tesitura de pasarse un par de semanas sin poder dar un titular que emane de las palabras de un prelado. Es comprensible que desde ayer algunos se pregunten: ¿qué hacemos aquí? ¿para esto hemos venido? ¿para esto se ha gastado nuestra empresa un dinero importante? Pero antes está el bien de la Iglesia que el interés de los profesionales de la información.

Es bastante posible, por no decir absolutamente seguro, que algunos empiecen a rellenar su falta de fuentes de información practicando el deporte de la rumorología. O incluso el de inventarse cosas que no son ciertas. Por ejemplo, hay quien ya ha “informado” que a los cardenales de EE.UU se les ha pedido que se callen a cambio de que tengan acceso al informe de Vatileaks. O sea, “tú te callas y yo te cuento". Hay que ser muy obtuso para creer que las cosas funcionan así en la Iglesia. Los cardenales no son personas a las que se pueda tratar como si fueran niños de primaria, en plan “Juanito, si te comes el puré te dejaré jugar con la consola un rato".

A falta de noticias veraces, crecerá el fenómeno de las “profecías” (no se pierdan el trabajo recopliatorio de Juanjo Romero) o análisis sobre cuál será el próximo Papa. Que si un italiano, que si uno de Hispanoamérica, que si otro de Asia, que si aquel de África, que si a lo mejor otro europeo. O sea, lo mismo de todos los cónclaves desde que hay prensa cubriéndolos. Pues nada, camaradas, que os cunda.

Luis Fernando Pérez Bustamante