8.03.13

El Cónclave puede esperar... eso parece

A las 12:25 AM, por Andrés Beltramo
Categorías : Sucesión Papal

El Cónclave puede esperar. El análisis de los problemas y los desafíos que afronta la Iglesia católica no. Incluyendo el impacto del “vatileaks”, la reforma pendiente de la Curia Romana y algunos rasgos del perfil ideal del futuro Papa. Esa parece ser la indicación que se filtra por las rendijas del Aula Nueva del Sínodo, donde más de 150 cardenales continúan las Congregaciones generales, las reuniones a puerta cerrada del llamado “pre-Cónclave”.

Al finalizar la cuarta jornada de estudio y reflexión, los purpurados no habían votado una fecha para el inicio de las votaciones en la Capilla Sixtina. Vaya, ni siquiera habían abordado el asunto. Lo cual es significativo y demuestra que al interior de la asamblea de los purpurados prevaleció la corriente de los “extracuriales”, entre otros los estadounidenses.

Y es que desde el lunes pasado, cuando comenzaron las Congregaciones generales, todo parecía indicar que el trámite sería veloz: dos o tres días de “pre Cónclave”, votación de fecha de ingreso en la Sixtina, encerrona, nuevo Papa y todos a casa. Según esto, el 17 de marzo era ideal para una misa de inauguración de pontificado. Una semana antes del Domingo de Ramos. Tiempo suficiente para que todos los arzobispos que viajaron a Roma regresasen a sus ciudades de origen, para encabezar las propias celebraciones de la Semana Santa.

En este escenario parecían estar de acuerdo varios miembros de la Curia Romana, que llegaron a pensar en un Cónclave para el 8 o 9 de marzo. Y eso se reflejó hacia el exterior, con el portavoz vaticano Federico Lombardi que parecía avalar esta tesis. Luego comenzaron a tomar la palabra algunos cardenales extranjeros y pidieron no comer tiempos. Sostuvieron la necesidad de ir a fondo en diversas cuestiones, tener claridad y transparencia antes de votar.

Esto, sumado al retraso (inexplicable) de varios cardenales electores hizo prácticamente imposible proponer siquiera una fecha al pleno. Al mismo tiempo se multiplicaron las intervenciones de cardenales que pidieron abiertamente saber detalles concretos sobre cuestiones de urgente actualidad. Como el “vatileaks”, el escándalo por el robo y la filtración a la prensa de documentos confidenciales de Benedicto XVI.

Sobre todo querían saber el contenido del informe confidencial entregado a Joseph Ratzinger el 25 de febrero por los tres integrantes de la comisión cardenalicia que investigó a fondo ese caso: Julián Herranz, Salvatore de Giorgi y Josef Tomko. La solicitud no cayó en saco roto. Para responder a esa exigencia el decano del Colegio de Cardenales, Angelo Sodano, dio luz verde a las consultas libres que algunos votantes (y no) quisiesen realizar a los investigadores. Una “ventanilla del vatileaks”, la llamaron.

A decir verdad resultaría casi suicida, para quienes tienen la responsabilidad de elegir al futuro Papa, que ejerzan su voto sin tener pleno conocimiento de los problemas de la Iglesia, incluyendo las disputas de la Curia Romana. Y si bien es cierto que Joseph Ratzinger ordenó que el reporte sea únicamente entregado al futuro obispo de Roma, también es cierto que concedió a los miembros de la comisión el permiso de hablar abiertamente de sus descubrimientos.

Otro asunto que se cuenta entre las preocupaciones de los asistentes al “pre-Cónclave” es la reforma pendiente de la Curia vaticana. Sutil y diplomáticamente el portavoz Lombardi englobó estos pensamientos en dos genéricas frases: “renovación de la Iglesia a la luz del Concilio Vaticano II” y “relación de los dicasterios de la Santa Sede con los episcopados del mundo”. Estas oraciones se traducen, como ya escribí, en una exigencia de mayor colegialidad. Algún lector de este blog bien apuntó que en el Concilio no todo es gobierno compartido. Pero mi traducción no partió de una sencilla interpretación especulativa, sino desde las claves que desde el aula se logran filtrar. En este caso la indicación es clara y precisa: se requiere una Curia Romana más ligera, con menos oficinas, con más candados que eviten el “carrierismo” y el afán de poder.

Cuando estos y otros asuntos terminaron en la prensa, tanto el decano del Colegio Cardenalicio como el Camarlengo de la Santa Iglesia Romana, Angelo Sodano y Tarcisio Bertone respectivamente, pusieron el grito en el cielo. Y en la Congregación matutina del miércoles llamaron al orden a sus hermanos en el episcopado. Reclamaron las filtraciones. Y también levantaron en peso a aquellos que han hablado abiertamente con la prensa. Los primeros que quedaron en la mira fueron los estadounidenses, quienes llegaron a Roma con la firme voluntad de no marginar a los periodistas. Algo propio de su cultura, donde los comunicadores pueden presenciar los debates a puerta cerrada durante las asambleas generales de la Conferencia Episcopal.

En ese mismo tenor, los purpurados de la Unión Americana convocaron cada día un “briefing” con los periodistas en la sede del Pontificio Colegio Norteamericano, en el cerro del Gianicolo y a unos pasos del Vaticano. Una iniciativa que no gustó nada a los cardenales italianos, especialmente a los curiales. “Demasiado exuberantes” dijo Giovanni Lajolo, presidente emérito de la Gobernación del Estado Vaticano. De ahí el “ajuste de tuercas” del miércoles, que tuvo un efecto inmediato: la conferencia de los estadounidenses ese día fue cancelada, una hora antes de su realización.

El llamado al silencio pareció no tener un gran efecto inmediato. O tal vez se convirtió en un “boomerang”, porque este jueves la prensa italiana seguía con sus relatos detallados de las sesiones de trabajo. E incluso el diario “La Repúbblica” sacó una supuesta entrevista con un clérigo vaticano que se autoproclamó como “cuervo”. Pretendido impulsor de Paolo Gabriele, ex mayordomo papal y gran filtrador de los documentos papales. La nota no tenía mayor interés, salvo por una cosa. Este personaje dijo claramente y con todas las letras: “Benedicto XVI no renunció por el vatileaks”. Así de simple. Y el periódico no tuvo empacho en publicar esa información que, en la práctica, contradijo la tesis sostenida con fuerza por él mismo. Porque ese diario difundió, apenas unos días atrás, tres largos artículos cuyo único objetivo era dejar constancia que Joseph Ratzinger dimitió por los problemas en la Curia Romana.

Por lo pronto, la tarde de este jueves se alcanzó el quórum completo de los cardenales electores. El último que faltaba, de los menores de 80 años y con derecho a elegir Papa, se integró a las Congregaciones generales. Después del mediodía Jean-Baptiste Pham Minh Man, arzobispo de Ho Chi Ming, llegó a Roma procedente de Vietnam. Ahora el cuerpo electoral está listo para analizar una fecha para el inicio de las votaciones en la Sixtina. Pero no está dicho que eso ocurra inmediatamente. Habrá que esperar. Como bien ha quedado claro: no existe apuro alguno por convocar al Cónclave.