Roma
15 de marzo del 2013

La sencillez, la clave de los primeros pasos del nuevo Papa

Francisco apunta maneras de sencillez. El que saliera al balcón con su recién estrenada sotana blanca –ya no volverá a llevar el negro de los jesuitas- y con la misma cruz episcopal que había lucido hasta ahora, dio muestra de su búsqueda de sencillez. El bonito gesto de pedir oraciones por su pontificado e inclinar la cabeza para recibir esa bendición ha marcado el arranque de su pontificado.


 

También le han valorado mucho los cardenales que, tras abandonar ese balcón en el que se presentó, tomara el mismo autobús para volver a Santa Marta que el resto de los participantes en el cónclave.

Como cardenal Bergoglio se le conocía por su extraordinaria sencillez. De hecho, dio la vuelta al mundo una foto en la que estaba montado en el transporte público de la caótica capital. Tan humano es, que todos lo conocen como forofo hincha del San Lorenzo, club de fútbol del que se honra en tener carnet. Ese sencillo gesto de humanidad da pistas de cómo será este cercano Francisco I.

Llega a un mundo inmerso en una crisis económico provocada y que provoca  una crisis moral, pero sabe mucho de esto porque viene de una Argentina que ha estado sumida en la vorágine económica en los últimos años. La realidad le ha convertido en experto en la materia.

Defensor de los más necesitados, no solo de los pobres, sino de cualquier persona que necesite amparo, ha trabajado mucho por el bien de la maternidad, con iniciativas en defensa de la vida y de la mujer para mostrar cómo la Iglesia acompaña a las madres, sea cual sea su situación. Un gesto que definió este cariño fue un lavatorio de los pies a madres solteras.

Respecto a la Nueva Evangelización, uno de los retos que se le plantea a la Iglesia, no cabe duda de que su origen hispanoamericano será un potente aliciente para su desarrollo. Además, al venir de un territorio donde la misión sigue siendo fundamental, no olvidará esas otras regiones –África, Asia, Oceanía- donde el cristianismo crece a raudales.

Y Bergoglio será también un referente en materia doctrinal en cuestiones como el mal llamado matrimonio homosexual. Con claridad meridiana, dijo sobre esta forma de unión que "está en juego la identidad y la supervivencia de la familia: papá, mamá e hijos. Está en juego la vida de tantos niños que serán discriminados de antemano privándolos de la maduración humana que Dios quiso se diera con un padre y una madre. Está en juego un rechazo frontal a la ley de Dios, grabada además en nuestros corazones. No seamos ingenuos: no se trata de una simple lucha política; es la pretensión destructiva al plan de Dios".

Pero lo más importante es que quienes lo conocen afirman que es un hombre de fe, un hombre de Dios que vive la Iglesia desde la más profunda relación con Cristo. Un hombre, al fin, de oración, como demostró con los bellos gestos con los que arrancó su pontificado: oración para Benedicto XVI, petición de oraciones por el ministerio que ayer le confió la Iglesia. Y cuando el silencio se hizo en el mundo entero porque la Iglesia rezaba por el nuevo Papa, Francisco, en un gesto de increíble sencillez, inclinó la cabeza para recibir la bendición.