15.03.13

Bergoglio y Francisco

A las 7:14 AM, por Guillermo Juan Morado
Categorías : General

 

Somos quienes somos, únicos e irrepetibles. Individuos de la especie humana, con una singularidad propia e intransferible. Pero también nuestro cargo, nuestro empleo, nuestro oficio, nos obliga a estar a la altura de lo que hemos llegado a ser.

Ser Papa no es una condición ontológica; es un oficio, un ministerio. Ser Papa es, ni más ni menos, ser Obispo de Roma, Sucesor de Pedro y Pastor de la Iglesia universal. Todo a la vez.

¿Condiciona la persona el oficio? Sí, sin duda. Uno es quien es. Y desempeña el propio papel en conformidad con su modo, necesariamente peculiar, de ser. Pero la proposición inversa también es válida: “el oficio condiciona a la persona”. Una vez que alguien accede a un ministerio, se “expropia”, deja de ser en buena medida quien era para servir a un ministerio que precede y supera a quien uno es.

El proceso de adaptación persona-oficio es bidireccional. Uno ha de adecuarse a su oficio, y el oficio – el ministerio – va a ser cumplido por alguien en concreto. Pero, si hablamos de ministerios – sacerdotal o episcopal – , resulta inevitable pensar que el oficio, la responsabilidad encomendada, va mucho más allá de la persona que ha de llevarlo a cabo.

¿El papado depende de quien, hoy o ayer, sea Papa? Es evidente que sí. Pero asimismo la persona que hoy o ayer sea Papa será muy consciente de que, por encima de todo, ha de ser Papa.

Pensemos en los últimos Papas. Tan distintos: Una fuerza de la naturaleza, un huracán, como Karol Wojtyła, o bien, muy diferente, una brisa suave como Joseph Ratzinger. Un líder nato y un profesor. Pero ambos han compartido el mismo oficio: ser Papa.

Ambos se han “expropiado”, en el mejor sentido de la palabra. Ambos han puesto al servicio de su ministerio lo mejor de sí mismos: La audacia mística del Papa polaco y la solvencia intelectual del Papa alemán.

Algo así sucederá, creo yo, con el Papa Francisco. Será él, pero ya no será él. Será él, en lo más suyo. Ya no será él, solo él, en lo que le ha sido confiado, en su nueva responsabilidad.

El cardenal Jorge Bergoglio imprimirá su huella en el Papa Francisco. Y el Papa Francisco hará fructificar lo mejor de Jorge Bergoglio.

Dios se sirve de los hombres, pero capacita a los hombres para que, si son dóciles a la gracia, puedan estar a su servicio.

Debemos pedir que Dios proteja, ayude e ilumine al Papa.

Guillermo Juan Morado.