14.03.13

El programa del Papa Francisco

A las 11:36 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Sucesión Papal

Ocho minutos le bastaron al Papa Francisco para resumir su programa. Lo expuso hoy durante la misa que presidió en la Capilla Sixtina del Vaticano, ante decenas de cardenales de todo el mundo. Como buen cura de barrio fue directo al grano, acostumbrado a la corta atención de una feligresía más preocupada en cómo sobrevivir que en las lecciones de teología. Pero Jorge Mario Bergoglio no necesitó de discursos articulados. No por eso dejó de compartir una reflexión profunda. Por su importancia compartimos con los seguidores de Sacro&Profano el texto en español de las palabras del nuevo líder católico:

Caminar. “¡Ven, casa de Jacob y caminemos a la luz del Señor!”. Esto es lo primero que Dios le dijo a Abraham: Camina en mi presencia y sé irreprochable. Caminar: nuestra vida es un camino y cuando nos detenemos, la cosa no va. Caminar siempre, en presencia del Señor, a la luz del Señor, buscando vivir con esa perfección que Dios, en su promesa, le pedía a Abraham.

Edificar. Edificar la Iglesia. Se habla de piedras: las piedras tienen consistencia; pero las piedras vivas, piedras impregnadas por el Espíritu Santo. Edificar la Iglesia, la esposa de Cristo, sobre esa piedra angular que es el mismo Señor. He aquí otro movimiento de nuestra vida: edificar.

Tercero, confesar. Podemos caminar cuanto queramos, podemos edificar tantas cosas, pero si no confesamos a Jesucristo, la cosa no va. Nos convertiremos en una ONG asistencialista, pero no en la Iglesia, esposa del Señor.

Cuando no caminamos, nos detenemos. ¿Qué sucede cuando no se edifica sobre piedras? Sucede lo que le acontece a los niños en la playa cuando hacen castillos de arena, todo se viene abajo, porque no tiene consistencia. Cuando no se confiesa a Jesucristo, me viene a la mente la frase de Léon Bloy: “El que no le reza al Señor le reza al diablo”. Cuando no se confiesa a Jesucristo, se confiesa la mundanidad del diablo, la mundanidad del demonio.

Caminar, edificar-construir, confesar. Pero la cosa no es tan fácil, porque en el caminar, en el construir y en el confesar a veces nos agitamos, hay movimientos que no son precisamente movimientos del camino, sino que son movimientos que nos tiran hacia atrás.

Este evangelio continúa con una situación especial. El mismo Pedro que ha confesado a Jesucristo le dice: Tú eres Cristo, el Hijo del Dios vivo. Yo te sigo, pero no hablemos de la cruz. Esto no tiene nada que hacer aquí. Te sigo con otras posibilidades, sin la cruz.

Cuando caminamos sin la cruz, cuando edificamos sin la cruz, no somos discípulos del Señor: somos mundanos, somos obispos, sacerdotes, cardenales, Papas, pero no discípulos del Señor.

Me gustaría que todos, luego de estos días de gracia, tengamos la valentía, precisamente la valentía, de caminar en presencia del Señor, con la cruz del Señor; de edificar la Iglesia sobre la sangre del Señor, que se derrama en la cruz; y de confesar la única gloria: Cristo crucificado. Así la Iglesia avanzará.

Deseo para todos nosotros que el Espíritu Santo, por la oración de la Virgen, nuestra Madre, nos conceda esta gracia: caminar, edificar, confesar a Jesucristo crucificado. Así sea.