16.03.13

Lo que no perdonan al Papa Francisco

A las 8:24 AM, por Andrés Beltramo
Categorías : Sucesión Papal

La fidelidad y la firmeza. Eso, simple y sencillamente eso, no le perdonan al Papa Francisco quienes siempre se declararon abiertamente enemigos de la Iglesia. Y eso, justamente eso, necesita hoy por hoy la catolicidad. Por eso nadie debe sorprenderse de los comentarios maliciosos y poco informados que ya se levantaron sobre el pasado del cardenal Jorge Mario Bergoglio. Era de esperarse. Porque su figura provoca un pánico inmenso a gran parte de la izquierda anticlerical sudamericana. Cual profeta de otros tiempos. Muerto Hugo Chávez sus huérfanos, desde Venezuela hasta Argentina, se sienten desorientados. Por eso prefieren golpear, rústica y burdamente. Una maniobra que les puede salir demasiado cara, en el plano político. Pero no saben hacer otra cosa.

Por eso recibo y con mucho gusto publico el siguiente artículo, un retrato del nuevo pontífice que pone en contexto la histórica elección de los cardenales de un obispo de Roma “venido desde el fin del mundo".

Papa Francisco: Fidelidad a Jesucristo con la cruz

Miguel Manzanera, SJ

Muchos analistas, todavía no se han repuesto de la sorpresa, para algunos un susto mayúsculo, al conocer la elección del Cardenal Jorge Mario Bergoglio, SJ, como Obispo de Roma, Sucesor de Pedro y Vicario de Jesucristo en el gobierno de la Iglesia Católica. Al finalizar el segundo día de votaciones, 5 en total, salió de la chimenea del Vaticano el humo blanco, señal tradicional del nuevo Pontífice.

Por tener ya 76 años, Bergoglio, no se mencionaba en las listas de los más papables. Se pensaba que era preferible un candidato entre los 60 y 70 años. Pero sin embargo los cardenales electores no compartieron esa opinión. Han valorado el ejemplo Benedicto XVI, elegido con 78 años y voluntariamente retirado sin cumplir los 86, con un pontificado de casi 8 años altamente positivo, tanto en el aspecto doctrinal y pastoral como también en el moral y disciplinar, aunque al final el mismo Benedicto reconoció que ya no tenía toda la energía física para adoptar medidas reformadoras necesarias para corregir ciertas inconductas dentro de la Iglesia.

Los cardenales fueron conscientes de que había que proseguir esa labor y fortalecer el impulso para la renovación de la Iglesia muy especialmente insistiendo en la primacía de la fe juntamente con la prioridad de la caridad en medio de los enfrentamientos ideológicos del siglo XXI. Para esa misión ningún otro candidato mejor que el cardenal Bergoglio. Nacido en Buenos Aires de una familia humilde, después de estudiar como técnico químico, sintió la vocación al sacerdocio y la vida religiosa en la Compañía de Jesús. Hizo los estudios filosóficos y teológicos y ejerció como profesor en varios colegios. Luego fue ordenado sacerdote en 1969 y profsó solemnemente en 1973, siendo ese mismo año nombrado superior de los jesuitas en Argentina, cargo que ocuparía hasta 1979.

La década de 1970 fue muy conflictiva en América Latina, también dentro de la Iglesia Católica. Bajo el influjo de la teología de la liberación en su versión más politizada, algunos grupos liderados por teólogos y sacerdotes, veían en Cuba el modelo de sociedad liberada del capitalismo y del imperialismo. Salvador Allende, Presidente de Chile, mostraba la esperanza de una vía democrática al socialismo. En varios países, entre ellos Colombia, Bolivia, Uruguay y Argentina, grupos revolucionarios aprestaban estrategias para subvertir el orden establecido y conquistar el poder.

Fueron momentos difíciles y trágicos por los que atravesó América Latina y que dieron lugar a brotes de violencia, protagonizados tanto por sectores derechistas como izquierdistas con el peligro real de una guerra civil, similar a la española de los años 1936 a 39 que terminó con el trágico saldo de cerca de un millón de muertos. Ante este panorama el Provincial Bergoglio frenó a algunos jesuitas argentinos impulsores del proyecto socialista. Subrayó que el sacerdote debe aceptar y vivir la opción preferencial por los pobres, pero no puede embarcarse en una opción por el socialismo de tinte marxista o guerrillero. En tal sentido adoptó medidas firmes, incluso expulsando de la orden jesuítica a varios miembros comprometidos con procesos revolucionarios.

A raíz de estas medidas algunos comentaristas acusaron a Bergoglio de colaborar con la dictadura militar argentina (1976-1983). Sin embargo esta acusación no es cierta. El mismo Adolfo Pérez Esquivel, defensor de los derechos humanos y premio Nobel de la Paz, la ha descalificado recientemente: “Hubo obispos que fueron cómplices de la dictadura argentina, pero Bergoglio no", “A Bergoglio se lo cuestiona porque se dice que no hizo lo necesario para sacar de la prisión a dos sacerdotes, siendo él el superior de la congregación de los Jesuitas. Pero yo sé personalmente que muchos obispos pedían a la junta militar la liberación de prisioneros y sacerdotes y no se les concedía” (Declaraciones a la BBC). También monseñor Jorge Casaretto, de la Diócesis Merlo-Moreno, ha salido al paso de las críticas de sectores kirchneristas para recordar que Bergoglio “intercedió por sacerdotes” ante la cúpula de la dictadura.

Posteriormente Bergoglio, siendo ya Arzobispo de Buenos Aires, en varias ocasiones se ha mostrado crítico frente al gobierno de los Kirchner, del fallecido Néstor y de su esposa Cristina. Se ha opuesto a su proyecto de “homogeneizar el pensamiento” y ha instado a “recuperar la alteridad y el diálogo”. En 2010 rechazó duramente la legalización del matrimonio homosexual, proclamando la dignidad de la familia, basada en el matrimonio tradicional, concorde con la ley natural y con la enseñanza de la Iglesia.

El Papa Francisco es consciente de que la misión que se le ha confiado no es fácil. Recién elegido, en su primera homilía ha profesado su fidelidad a Cristo llevando la cruz: “Incluso Pedro que ha confesado a Jesucristo, le dice: ´Tú eres Cristo, el Hijo de Dios vivo. Yo te sigo, pero no hablemos de la Cruz’. Es algo que no tiene nada que ver… Te sigo, sin la Cruz”. Por eso el nuevo Papa concluye: “cuando caminamos sin la Cruz, cuando construimos sin la Cruz y cuando confesamos a un Cristo sin la Cruz… no somos discípulos del Señor: Somos mundanos; somos obispos, sacerdotes, cardenales, papas, pero no discípulos del Señor”.