Roma
19 de marzo del 2013

Otro avance ecuménico: Bartolomé I asistirá a la misa de inicio del pontificado de Francisco. Es el primer patriarca ortodoxo que acude

El camino del ecumenismo avanza despacio, pero puede retroceder con mucha rapidez. Por eso cualquier gesto se mide al milímetro, tanto por parte de la Iglesia Católica como por parte de sus hermanas ortodoxas y protestantes. Una gran noticia sale en los medios estos días, por las implicaciones que tiene. Bartolomé I, patriarca ecuménico (el primus inter pares, principal de los ortodoxos) de Constantinopla, viajará a Roma para presenciar in situ la ceremonia de entronización. Este hecho es realmente histórico: no había ocurrido desde el cisma de Oriente, en 1054.


 

En el diálogo ecuménico entre católicos y ortodoxos, la mayor parte de los gestos han correspondido a la primera parte. No por una mayor voluntad, sino por el miedo de la parte oriental a que eso contribuyese a una pérdida de posiciones. No hay que olvidar que este cisma tiene más raíz política que teológica y que los patriarcados que no están en plena comunión con Roma mantienen un fuerte componente nacional. Sin embargo, el terreno comienza a igualarse.

Bartolomé I y el Papado

El actual Patriarca de Constantinopla, que accedió a tal cargo en 1991 y que cuenta 72 primaveras, ha ejercido como uno de los vínculos más fuertes en el impulso hacia una mejora de las relaciones con el catolicismo. Seguramente porque comanda una de las iglesias más pequeñas, al menos cuantitativamente: apenas 4 millones de personas diseminadas por el globo que retroceden día a día frente al empuje islámico en Turquía. Por eso, en ese mando simbólico que posee entre la comunidad ortodoxa, ha fortalecido redes de comunicación con la Santa Sede. Su buena consideración se observa en que es doctor honoris causa por la Universidad Católica de Lovaina, una de las más prestigiosas dentro de los centros confesionales, y por la estadounidense de Fordham, propiedad de los jesuitas.

Con Juan Pablo II, suscribió el acuerdo para la puesta en marcha de la Comisión Mixta para el Diálogo entre la Iglesia Católica y la Ortodoxa (en sus diversas ramas). Benedicto XVI acudió a su país -tercera vez que un Pontífice visita Turquía; primero, Pablo VI y luego, Juan Pablo II- en 2006, pretexto que sirvió para que celebrasen conjuntamente una liturgia en la Catedral patriarcal de San Jorge. Bartolomé I apoyó con fuerza la superación de divergencias acerca del problema del uniatismo -iglesias católicas orientales-, enviando representantes a cada una de las demás iglesias autocéfalas ortodoxas.

Y con Francisco, el primero gesto reviste un hermoso avance: por primera vez desde 1054, fecha del cisma de Oriente, un patriarca de Constantinopla presenciará la ceremonia de inicio del pontificado en Roma. Algo muy valorado por el catolicismo y que seguramente tendrá su contrapartida, ya que la situación de los cristianos en Oriente Medio exige especialmente la presencia del Papa para confortar a los fieles de la zona.

El estado de las relaciones ecuménicas

Dentro de los pasos que se han dado, existen dificultades superadas y retos aún pendientes. Algunos términos teológicos en que se produjeron divergencias llevan buen camino de solucionarse mediante el diálogo y el debate entre expertos. Las cuestiones históricas entre algunas comunidades se van limando, si bien lentamente. De hecho, uno de los quejas de los ortodoxos se refiere a las iglesias de rito oriental en comunión con Roma. Las perciben como una especie de competidor, cuando lo único en que difieren de sus matrices reside en su fidelidad al Papa. De ahí que demanden su desaparición para continuar en ese camino hacia la unidad definitiva. La Iglesia Católica no puede desamparar a quienes le han sido fieles en zonas muy hostiles; solo plantearía esa posibilidad si cada patriarca reconociese la primacía total del Papa, no el primus inter pares al estilo constantinopolitano.

La posición respecto al Estado también se acordó en un fórum entre las Conferencias Episcopales europeas y representantes de las iglesias ortodoxas. Actualmente, se avanza en un documento acerca del primado y la sinodalidad que el cardenal Koch, presidente del Pontificio Consejo para la Unidad de los Cristianos, y el arzobispo Ioannis, su homónimo en la parcela oriental, dirigen. Pero sobre todo, lo principal es que se ha definido claramente que el objetivo reside en la plena comunión. En lo demás, como afirma el dicho, "las cosas de palacio van despacio".