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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 29 de marzo de 2013

Francisco papa

En el Coliseo, ante miles de fieles, papa Francisco en su primera Via Crucis
Responder al mal con el bien tomando sobre sí la cruz como Jesús

"A veces nos parece que Dios no le responde al mal"
Palabras del santo padre al concluir la Via Crucis en el Coliseo

La Pasión del Señor fue presidida por el santo padre Francisco
Emocionante celebración en la basílica de San Pedro, con el canto de la Pasión y la adoración de la Cruz

Justificados gratuitamente por medio de la fe en la sangre de Cristo
Predicación del Viernes Santo 2013 en la Basílica de San Pedro, por el padre Raniero Cantalamessa

"Vi los ojos del papa humedecerse al escuchar nuestra experiencia en lo social"
El papa saludó a Benedicto XVI por teléfono y almorzó con siete sacerdotes. 'Les recomiendo -dijo- en las iglesias y confesionarios, puertas abiertas'

Cultura

El Coliseo de Roma, más un símbolo de los mártires que un lugar de martirio
Entrevista al unos de los mayores conocedores del tema, Fabrizio Visconti, del Pontificio Instituto de Arqueología Sacra

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beato Bertoldo del Monte Carmelo (Bartolomé Avogadro)
«En los umbrales del Carmelo»


Francisco papa


En el Coliseo, ante miles de fieles, papa Francisco en su primera Via Crucis
Responder al mal con el bien tomando sobre sí la cruz como Jesús

Por Redacción

ROMA, 29 de marzo de 2013 (Zenit.org) - En el extraordinario marco del Coliseo Romano, papa Francisco presidió la Via Crucis, ante los miles de fieles allí reunidos que con devoción y velas encendidas siguieron el evento.

"A veces -dijo Francisco- nos parece que Dios no le responde al mal y que se queda en silencio. En realidad Dios ha hablado y ha respondido y su respuesta es la Cruz de Cristo. Una a palabra que es amor, misericordia, perdón".

Y reccordó que "Dios nos juzga amándonos, Dios nos juzga amándonos, si acojo su amor estoy salvado, si lo rechazo estoy condenado, no por Él, sino por mi mismo, porque Dios no condena sino que ama y salva".

El papa presenció el inicio de la ceremonia, la primera a la que participa como papa, desde la terraza del Palatino, hasta que la cruz que partió desde el interior del anfiteatro Falvio, estación por estación, llegó hasta donde él estaba.

El piadoso ejercicio se realizó en el Coliseo por primera vez con Pablo VI. El que se rezó hoy es el Vía Crucis clásico, con las 14 estaciones y donde se recuerdan las tres caídas de Jesús. Los textos fueron escritos por dos jóvenes libaneses y está relacionada con el viaje al país de los cedros que hizo Benedicto XVI.

Una llamada de la atención de los fieles cristianos hacia Medio Oriente, región por la que se piden oraciones por la paz y el fin de los sangrientos conflictos que tienden a hacer emigrar a las comunidades cristianas.

En la Via Crucis hay diversas citaciones de padres orientales, de la liturgia oriental y de la exhortación Ecclesia in medio Oriente.

Dos jóvenes de América Latina, de Brasil, cargaron la cruz en la XII y XIII estación, en indudable relación con la Jornada Mundial de la Juventud que se realizará en Río en julio de este año. También la cargaron, dos seminaristas de China, y personas de India, Tierra Santa, África, Medio Oriente e incluso una señora en silla de ruedas junto a los asistentes del UNITALSI, asociación italiana que lleva a los enfermos a Lourdes.

La composición del Via Crucis la encargo el papa emérito Benedicto XVI antes de dejar su pontificado. La compusieron dos jóvenes auxiliados por el patriarca maronita, cardenal Béchara Boutros Rai, quien aseguró que la suya fue una intervención muy discreta.

Benedicto XVI realizó su viaje apostólico a Líbano, en septiembre del año pasado para entregar la exhortación apostólica del Sínodo realizado en el Vaticano, en octubre de 2010, que lleva por título Ecclesia in Medio Oriente. La misma está dedicada a los católicos de diversos ritos que viven en dicha región.

La meditación del Via Crucis pidió oraciones por quienes imitando a Pilatos “empeñan su autoridad en el servicio a la injusticia y pisotean la dignidad del hombre y su derecho a la vida”. Por quien cree “poder sustituir a Dios y determinar por si mismo qué es el bien o qué es el mal”, esto “en nombre de la razón, del poder o del dinero”.

Citó el “laicismo ciego que sofoca los valores de la fe y de la moral en nombre de una presunta defensa del hombre”. Y al “fundamentalismo violento que toma como pretexto la defensa de los valores religiosos”.

En sus estaciones invitó a mirar a Cristo que se ha identificado con los débiles, sin olvidar a los pueblos humillados y que sufren “en particular los del Oriente martirizado”, recordándoles que pueden cargar con Èl la propia cruz de esperanza”.

En la XII estación, se recordó la muerte de Jesús en la cruz, se exaltó la vida en Cristo, y se pidió rezar por quienes promueven el aborto y la eutanasia “para que se empeñen en edificar la civilización de la vida y del amor”.

Se pidió también el respeto de la libertad religiosa de manera que “las diversas religiones puedan ponerse juntas para servir el bien común y contribuir al desarrollo de cada persona en edificar la sociedad”.

Y en las mujeres de Jerusalén fueron recordadas las mujeres de hoy heridas en su dignidad y que sufren violencia por las discriminaciones.

Y las tres caídas de Cristo, recordaron la herida de la división en la Iglesia. Y cuando Jesús fue depuesto en la sepultura, se recordó a quienes buscan el sentido de la vida, para que crean que Cristo venció el pecado y la muerte.

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"A veces nos parece que Dios no le responde al mal"
Palabras del santo padre al concluir la Via Crucis en el Coliseo

Por Redacción

ROMA, 29 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Queridos hermanos y hermanas.

Les agradezco por vuestra numerosa participación a este momento de intensa oración, agradezco también a quienes se unieron a nosotros a través de los medios de comunicación, en particular las personas enfermas y ancianas.

No quiero agregar muchas palabras, porque en esta noche tiene que quedar una sola palabra, que es la misma Cruz, la Cruz de Jesús es la palabra con la que Dios respondió al mal en el mundo.

A veces nos parece que Dios no le responde al mal y que se queda en silencio. En realidad Dios ha hablado y ha respondido y su respuesta es la Cruz de Cristo. Una a palabra que es amor, misericordia, perdón.

Y también Juicio. Dios nos juzga amándonos, Dios nos juzga amándonos, si acojo su amor estoy salvado, si lo rechazo estoy condenado, no por Él, sino por mi mismo, porque Dios no condena sino que ama y salva.

La palabra de la Cruz es la respuesta de los cristianos al mal que sigue actuando en nosotros y entorno de nosotros. Los cristianos tienen que responder al mal con el bien tomando sobre sí la Cruz como Jesús.

Esta noche hemos escuchado el testimonio de nuestros hermanos del Líbano, fueron ellos quienes compusieron estas bellas meditaciones, les agradecemos por este servicio y sobre todo por este testimonio que nos dieron, hemos visto cuando el papa Benedicto fue al Líbano, hemos visto la belleza y la fuerza de la comunión de los cristianos de esa tierra y de la amistad de tantos hermanos musulmanes y de tantos otros.

Fue un signo para Medio Oriente y para el mundo entero. Un signo de esperanza. Entonces continuemos esta Vía Crucis en la vida de todos los días, caminemos juntos en la vía de la Cruz, caminemos llevando en el corazón esta palabra de amor y de perdón, caminemos esperando la resurrección de Jesús que nos ama tanto, que es todo amor.

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La Pasión del Señor fue presidida por el santo padre Francisco
Emocionante celebración en la basílica de San Pedro, con el canto de la Pasión y la adoración de la Cruz

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 29 de marzo de 2013 (Zenit.org) - En una basílica de San Pedro iluminada no al máximo, con pocas flores y en la que el color rojo en particular resaltaba, papa Francisco presidió este viernes santo de la Pasión del Señor, la liturgia de la Palabra, la adoración de la cruz y el rito de la comunión.

Miles de personas participaron a la misma, como el cuerpo diplomático acreditado ante la Santa Sede, además de los millones que la siguieron por televisión.

Uno de los momentos más impresionantes de la celebración fue al inicio, cuando el papa Francisco, vistiendo casulla roja, símbolo de la sangre de Cristo y del martirio, se postró en el piso en oración silenciosa por algunos momentos delante del altar, como indica la ceremonia.

Es el único día del año sin misa, el de la celebración de la Pasión del Señor, el segundo día deltriduo que inició el jueves por la tarde, y concluye la noche del sábado o domingo, y en donde se celebran los tres grandes misterios de la redención: la pasión, la muerte y la resurrección de Jesucristo.

En la celebración se cantó el Evangelio sobre la pasión del Señor, según San Juan. Lo hicieron tres diáconos, con las partes del narrador, de la sinagoga y Jesús. Y el coro de la Capilla Pontificia Sixtina, que hace las veces del del pueblo, de los jefes de sacerdotes y de las guardias.

A continuación el predicador de la Casa Pontificia, el padre. Raniero Cantalamessa, O.F.M., realizó la homilía, la cual fue seguida con mucha atención por el santo padre.

“La evangelización cristiana no es conquista, no es propaganda” sino “el don de Dios al mundo a través de su Hijo Jesús”. Añadió que durante los siglos los edificios antiguos para adaptarse a las exigencias del momento se llenaron de salas, salitas, escaleras y tabiques”.

Llega el momento -aseveró- cuando se ve que estas adaptaciones no responden más a las exigencias actuales, peor aún son un obstáculo, de tener el coraje de abatirlas y llevar el edificio a la simplicidad originaria”.

Y concluyó: “Esta fue la misión que recibió un día un hombre que rezaba delante del crucifico de San Damián: 'Ve Francisco y repara mi Iglesia'”. “Una obra sobrehumana posible solamente con la ayuda del Señor”. 

La Liturgia de la Pasión siguió con la oración universal y la adoración de la Cruz que entró en un cortejo solemne.

El papa entonces bajó de su sede para adorar la Cruz que le fue presentada por el diácono. El santo padre estaba aquí sin la casulla y quedándose solamente con el la vestidura blanca. Y todos los obispos y cardenales, poco a poco, fueron acercándose a la cruz para besarla.

En la solemne ceremonia se distribuyó la comunión. Los cardenales, patriarcas, arzobispos y obispos, no llevaban el anillo, y sobre la vestidura propia vistieron el roquete y la birreta. La ceremonia concluyó con el canto del Stabat Mater.  

(Ver la predicación completa de padre Cantalamessa) 

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Justificados gratuitamente por medio de la fe en la sangre de Cristo
Predicación del Viernes Santo 2013 en la Basílica de San Pedro, por el padre Raniero Cantalamessa

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 29 de marzo de 2013 (Zenit.org) - P. Raniero Cantalamessa, OFM Cap

"Por cuanto todos han pecado y están privados de la gloria de Dios, pero son justificados gratuitamente por su gracia, en virtud de la redención cumplida en Cristo Jesús. Él fue puesto por Dios como instrumento de propiciación por su propia sangre [...] para mostrar su justicia en el tiempo presente, siendo justo y justificado a los que creen en Jesús (Rom. 3, 23-26).

Hemos llegado a la cumbre del Año de la fe y a su momento decisivo. ¡Esta es la fe que salva, "la fe que vence al mundo" (1 Jn. 5,5)! La fe –apropiación por la cual hacemos nuestra la salvación obrada por medio de Cristo, y nos revestimos con el manto de su justicia. Por un lado está la mano extendida de Dios que ofrece su gracia al hombre; por otro lado, la mano del hombre que se estira para acogerla mediante la fe. La "nueva y eterna alianza" está sellada con un apretón de manos entre Dios y el hombre.

Tenemos la capacidad de asumir, en este día, la decisión más importante de la vida, aquella que abre las puertas de la eternidad: ¡creer!

¡Creer que "Jesús murió por nuestros pecados y ha resucitado para nuestra justificación" (Rom. 4, 25)! En una homilía pascual del siglo IV, un obispo pronunció estas palabras excepcionalmente modernas y existenciales: "Para todos los hombres, el principio de la vida es aquello, a partir de lo cual Cristo se sacrificó por él. Pero Cristo se sacrificó por él cuando él reconoce la gracia y se vuelve consciente de la vida adquirida por aquella inmolación"1

Este Viernes Santo, celebrado en el Año de la fe y en presencia del nuevo sucesor de Pedro, podría ser, si se quiere, el principio de una nueva vida. El obispo Hilario de Poitiers, que se convirtió al cristianismo en edad adulta, mirando hacia atrás antes de convertirse, dijo: "Antes de conocerte, yo no existía" y habla a Jesús “Antes de conocerte yo no existía”.

Lo que se requiere es que nos pongamos solo del lado de la verdad, que reconozcamos que tenemos necesidad de ser justificados; que no nos auto-justifiquemos. El publicano de la parábola subió al templo e hizo una breve oración: "Oh Dios, ten piedad de mí, pecador". Y Jesús dice que aquel hombre fue a su casa "justificado", es decir, hecho justo, perdonado, hecho criatura nueva, quizáscantando alegremente en su corazón (Lc. 18,14).

                                                             ***

Al igual que quien escala una pared de montaña, después de superar un paso peligroso se detiene un momento para recuperar el aliento y admirar el nuevo panorama que se abre ante él, así lo hace también el apóstol Pablo al inicio del capítulo 5 de la Carta a los Romanos, después de haber proclamado el gran mensaje de la justificación gratuita por la fe en Cristo: "Justificados, entonces, por la fe, nosotros estamos en paz con Dios, por medio de nuestro Jesucristo nuestro Señor, por medio del cual tuvimos también por la fe, el acceso a esta gracia (paz, fe, gracia) en la cual estamos firmes y por él nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios.

Más aún, nos gloriamos hasta de las mismas tribulaciones, porque sabemos que la tribulación produce paciencia, la paciencia experiencia, la experiencia esperanza. Y la esperanza no defrauda, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que nos ha sido dado" (Rom. 5, 1-15).

Hoy en día se hacen desde los satélites artificiales, fotografías infrarrojas de regiones enteras de la tierra y de todo el planeta. ¡Qué diferente se ve el paisaje visto desde arriba, a la luz de los rayos, en comparación con lo que vemos con la luz natural! Recuerdo una de las primeras fotos de satélite difundidas en el mundo; reproducía toda la península del Sinaí. Los colores de los relieves y de las depresiones eran muy diferentes, más evidentes. Es un símbolo. Incluso la vida humana, vista desde los rayos infrarrojos de la fe, desde las alturas del Calvario, es diferente de lo que se ve "a simple vista".

"Todo –dijo el sabio, el Qohelet, en el Antiguo Testamento-- le pasa también al justo y al impío ... He visto algo más bajo el sol: en lugar del derecho,está la maldad; y en lugar de la justicia, la iniquidad" (Ecl. 3, 16, 9, 2). De hecho, en todos los tiempos se ha visto a la maldad triunfante y a la inocencia humillada. Pero para que no se crea que en el mundo hay algo fijo y seguro, notaba Bossuet, que a veces se ve lo contrario, es decir la inocencia en el trono y la iniquidad en el patíbulo. ¿Pero qué concluía el Qohelet, el sabio sobre todo esto? "Así que pensé: Dios juzgará al justo y al malvado, porque allá hay un tiempo para cada cosa" (Ecl. 3, 17). Encontró el punto de observación justo.

Aquello que el Qohelet no podía saber y que nosotros más bien sí sabemos es que este juicio ya se ha dado: "Ahora dice Jesús --caminando hacia su pasión--, ha llegado el juicio de este mundo, ahora será echado fuera el príncipe de este mundo, y cuando yo sea levantado en alto sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí "(Jn. 12, 31-32).

En Cristo muerto y resucitado, el mundo ha llegado a su destino final. Y si se necesita la fe para creerlo. El progreso de la humanidad avanza hoy a un ritmo vertiginoso, y la humanidad ve desarrollarse ante sí nuevos e inesperados horizontes fruto de sus descubrimientos. Aún así, puede decirse que ya ha llegado el final de los tiempos, porque en Cristo, subido a la diestra del Padre, la humanidad ha llegado a su meta final. Ya han comenzado los cielos nuevos y la tierra nueva.

A pesar de todas las miserias, las injusticias y la monstruosidad existentes sobre la tierra, en Él se ha abierto ya el orden definitivo del mundo. Lo que vemos con nuestros ojos puede sugerirnos otra cosa, más aún, a la mayoría de los hombres le sugiere lo contrario, pero el mal y la muerte son realmente derrotados para siempre. Sus fuentes se han secado; la realidad es que Jesús es el Señor. El mal ha sido realmente vencido por la redención que Él trajo.

Una cosa sobretodo se ve diferente, vista a través de los ojos de la fe: ¡la muerte! Cristo ha entrado en la muerte como se entra en una oscura prisión; pero salió por la pared opuesta. No ha regresado de donde había venido, como Lázaro que vuelve a a la vida para morir de nuevo. Abrió una brecha hacia la vida que nadie podrá cerrar jamás a esa brecha. La muerte ya no es un muro contra el que se estrella toda esperanza humana; se ha convertido en un puente, quizás un "puente de los suspiros", tal vez porque a nadie le gusta morir, pero un puente, ya no más un abismo que todo cae y se precipita. "El amor es fuerte como la muerte", dice el Cantar de los Cantares (8,6). ¡Pero en Cristo ha sido más fuerte que la muerte!

En su "Historia eclesiástica del pueblo inglés", Beda el Venerable narra cómo la fe cristiana hizo su ingreso en el norte de Inglaterra. Cuando los primeros misioneros llegaron de Roma el rey del lugar tenía dudas y convocó a un consejo de dignatarios para decidir si se les debía permitir o no, a difundir el nuevo mensaje. Algunos de los presentes se mostraron a favor, otros en contra. En cierto momento, un pájaro salió de un agujero de la pared, sobrevoló asustado un rato por la sala, afuera estaba la tempestad, la sala estaba caliente y luego desapareció por un agujero en la pared opuesta.

Entonces se levantó uno de los presentes y dijo: "Señores, nuestra vida en este mundo es como ese pájaro. Venimos de la oscuridad, no sabemos de dónde venimos, por un poco de tiempo gozamos de la luz y del calor de este mundo, y luego desaparecemos de nuevo en la oscuridad, sin saber a dónde vamos. Si estos hombres son capaces de revelarnos algo del misterio de nuestras vidas, debemos escucharlos".

Y quizás la fe cristiana podría retornar a nuestro continente y en el mundo secular por la misma razón por la que hizo su entrada: como la única doctrina que puede dar una respuesta seria sobre la muerte.

                                                      ***

La cruz separa a los creyentes de los no creyentes, porque para algunos es un escándalo y una locura, y para los otros es el poder de Dios y la sabiduría de Dios (cf. 1 Co. 1, 23-24); pero en un sentido más profundo, la Cruz une a todos las hombres, creyentes y no creyentes. "Jesús tenía que morir [dice el evangelio de San Juan] no solo por la nación, sino para reunir a todos los hijos de Dios que estaban dispersos" (Jn 11, 51 s.). Los nuevos cielos y la tierra nueva pertenecen a todos y son para todos: porque Cristo murió por todos.

La urgencia que deriva de todo esto es evangelizar: "El amor de Cristo nos apremia, al pensar que uno murió por todos" (2 Cor. 5,14). ¡Nos impulsa a la evangelización! Anunciamos al mundo la buena nueva de que "ya no hay condena para aquellos que viven unidos a Cristo Jesús. Porque la ley del Espíritu, que da la Vida, me libró, en Cristo Jesús, de la ley del pecado y de la muerte" (Rom 8, 1-2).

(Y padre Cantalamesa repite esta última frase en varios idiomas)

Hay una historia del judío Franz Kafka que es un fuerte símbolo religioso y adquiere un significado nuevo, casi profético, escuchado el Viernes Santo. Se llama "Un mensaje imperial". Habla de un rey que, en su lecho de muerte, llama junto a sí un súbdito y le susurra un mensaje al oído. Es tan importante aquel mensaje que se lo hace repetir al oído para estar seguro que lo haya escuchado bien. Luego despide con un gesto al mensajero que se mete en camino. Pero oigamos directamente del autor lo que sigue de la historia, marcada por el tono onírico y casi de pesadilla típico de este escritor:

"Avanzando primero un brazo, luego el otro, se abre paso a través de la multitud como ninguno. Pero la multitud es muy grande; sus alojamientos son infinitos. ¡Si ante él se abriera el campo libre, cómo volaría! En cambio, qué vanos son sus esfuerzos; todavía está abriéndose paso a través de las cámaras del palacio interno, de los cuales no saldrá nunca. Y si lo terminara, no significaría nada: todavía tendría que luchar para descender las escaleras. Y si esto lo consiguiera, no habría adelantado nada: tendría que cruzar los patios; y después de los patios la segunda cerca de palacios circundante. Y cuando finalmente atravesara la última puerta --aunque esto nunca, nunca podría suceder--, todavía le faltaría cruzar la ciudad imperial, el centro del mundo, donde se amontonan montañas de su escoria. Allí en medio, nadie puede abrirse paso a través de ella, y menos aún con el mensaje de un muerto. Tú, mientras tanto, te sientas junto a tu ventana y te imaginas tal mensaje, cuando cae la noche". Hasta aquí el mensaje de Kafka.

Desde su lecho de muerte, Cristo confió a su Iglesia un mensaje: "Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura" (Mc. 16, 15). Todavía hay muchos hombres que están junto a la ventana y sueñan, sin saberlo, con un mensaje como aquel. Juan, acabamos de oírlo, dice que el soldado traspasó el costado de Cristo en la cruz "para que se cumpliese la Escritura que dice: «Mirarán al que traspasaron»" (Jn. 19, 37). En el Apocalipsis añade: "He aquí que viene entre las nubes, y todo ojo le verá, mismo aquellos que le traspasaron; y por él todos los linajes de la tierra harán lamentación" (Ap. 1,7).

Esta profecía no anuncia la venida final de Cristo, cuando ya no será el momento de la conversión, sino del juicio. En su lugar describe la realidad de la evangelización. En ella se verifica una misteriosa, pero real venida del Señor que les trae la salvación. Lo suyo no será un grito de desesperación, sino de revisión y de consuelo. Es este el significado de la escritura profética que Juan ve realizada en el costado traspasado de Cristo, y por lo tanto, de Zacarías 12, 10: "Y derramaré sobre la casa de David y sobre los moradores de Jerusalén, un espíritu de gracia y de súplica; y mirarán hacia mí, al que ellos traspasaron".

La evangelización tiene un origen místico; es un don que viene de la cruz de Cristo, de aquel lado abierto, de aquella sangre y de aquel agua. El amor de Cristo, como aquel Trinitario, que es la manifestación histórica, es "diffusivum sui", tiende a expandirse y alcanza a todas las criaturas especialmente a las más necesitadas de su misericordia. La evangelización cristiana no es conquista, no es propaganda; es el don de Dios para el mundo en su Hijo Jesús. Es dar al Jefe la alegría de sentir la vida fluir desde su corazón hacia su cuerpo, hasta hacer vivificar a sus miembros más alejados de su cuerpo.

Tenemos que hacer todo lo posible para que la Iglesia se parezca cada vez menos a aquel castillo complicado y sombrío descrito por Kafka, y el mensaje pueda salir de él tan libre y feliz como cuando comenzó su carrera. Sabemos cuáles son los impedimentos que puedan retener al mensajero: los muros divisorios, partiendo de aquellas que separan a las distintas iglesias cristianas, la excesiva burocracia, los residuos de los ceremoniales, leyes y controversias del pasado, aunque se han convertido ya en detritos.

En el Apocalipsis Jesús dice que está en la puerta y llama. A veces, como ha observado nuestro papa Francisco, no golpea para entrar, sino desde adentro porque quiere salir hacia las periferias existenciales del pecado, del dolor, de la injusticia, de la ignorancia, de la indiferencia religiosa, de toda forma de miseria.

Ocurre como con algunos edificios antiguos. A través de los siglos, para adaptarse a las necesidades del momento, se les llenas de divisiones, escaleras, de habitaciones y cubículos pequeños. Llega un momento en se ve que todas estas adaptaciones ya no responden a las necesidades actuales, sino que son un obstáculo, y entonces hay que tener el coraje de derribarlos y llevar el edificio a la simplicidad y la sencillez de sus orígenes. Fue la misión que recibió un día un hombre que estaba orando ante el crucifijo de San Damián: "Ve, Francisco y repara mi Iglesia".

"¿Quién está a la altura de este encargo?", se preguntaba aterrorizado el apóstol Pablo frente a la tarea de ser en el mundo "el perfume de Cristo", y he aquí su respuesta que vale también hoy: "No porque podamos atribuirnos algo que venga de nosotros mismos, ya que toda nuestra capacidad viene de Dios, quien nos ha dado el don para que seamos los ministros de un nuevo pacto, no de la la letra, sino en el Espíritu; porque la letra mata, pero el Espíritu da vida (2 Cor. 2, 16; 3, 5-6).

Que el Espíritu Santo, en este momento en que se abre para la Iglesia un tiempo nuevo, lleno de esperanza, reavive en los hombres que están en la ventana a la espera del mensaje, y en los mensajeros, la voluntad de hacérselo llegar, incluso a costa de la vida.

1 Homilía pascual del año 387 (SCh 36, p. 59 s.).

Traducción del original italiano por José Antonio Varela V. y controlado con el discurso hecho en la basílica

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"Vi los ojos del papa humedecerse al escuchar nuestra experiencia en lo social"
El papa saludó a Benedicto XVI por teléfono y almorzó con siete sacerdotes. 'Les recomiendo -dijo- en las iglesias y confesionarios, puertas abiertas'

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 29 de marzo de 2013 (Zenit.org) - El papa Francisco ayer llamó por teléfono a Benedicto XVI después de celebrar en la basílica de San Pedro la misa crismal. Un saludo con motivo de las fiestas pascuales. Casi una prolongación de la comunión que había caracterizado la atmósfera de la misa en la basílica de San Pedro. “Una llamada telefónica bella, intensa y significativa”, así la definió el portavoz del Vaticano, el padre Federico Lombardi, en una rueda de prensa el día de hoy.

Siempre ayer, el papa Francisco almorzó con siete sacerdotes de Roma. “Se trata de una costumbre del sustituto, monseñor Angelo Becciu, que se remonta a cuando era nuncio. Apenas lo supo el papa se unió 'volentieri'”. En el apartamento del nuncio estaban invitados al almuerzo sacerdotes que monseñor Becciu conoce. Entre ellos, un sacerdote de Caritas, otro empeñado en la pastoral con los gitanos, también un sacerdote en silla de ruedas, otro sacerdote que se ocupa en la formación permanente de los jóvenes y otro con minusvalía física que es guía espiritual de otros sacerdotes”.

El papa Francisco “se quedó muy contento con este encuentro con los sacerdotes romanos”, dijo el portavoz, especialmente porque “ellos tenían muchas historias para contar sobre sus actividades”.

Uno de los comensales, monseñor Enrico Feroci de Caritas de Roma indicó que se sintió como 'portavoz' de todos los pobres de esta ciudad: “Fue la primera vez que encontré al papa, dejará huella en mi vida ver al obispo de Roma que estaba sentado en nuestra mesa y nos escuchaba”, dijo a los micrófonos de Radio Vaticano.

“Su capacidad de escuchar --prosiguió el responsable Caritas- es algo fantástico. Uno tiene la sensación de que uno se encuentra a su gusto al contar las experiencias que uno vive”. Y añadió que “fue algo fuera de la norma: con nosotros reía, explicaba, reflexionaba, y nos daba consejos”.

“Dejen las puertas abiertas de las iglesias --nos dijo Francisco--, así la gente entra, y dejen una luz encendida en el confesionario para señalar su presencia y verán que la fila se formará”.

"Me acordé la frase de Zaqueo, baja y del baja y ven a almorzar con nosotros, indicó el sacerdote que precisó. "Todos los sacerdotes estabamos implicados en ayuda social. Le conté de la Cáritas de Roma, de sus 36 comedores y de los centros para madres con los niños. “Vi los ojos del papa humedecerse al escuchar la experiencia de quienes trabajan en lo social”. Fue un “un animarnos a hacer más, porque nuestro obispo nos lo indica”.

“Un almuerzo -prosiguió Mons. Feroci- en el que ni nos dimos cuenta de que comimos, como si se hablara solamente entre amigos que conversan serenamente entre amigos. Lo importante era con quien estábamos y lo que nos decía”.

“Al despedirnos -concluyó el responsable Cáritas- nos abrazó uno por uno, sentir que el papa me abrazó. A uno de los sacerdotes le dijo ' te recomiendo, puertas abiertas'. A otro: 'Es muy importante el cuidado de los sacerdotes, te los recomiendo'. Y nos regaló a cada uno un rosario. Tuve la sensación que en breve vendrá entre los pobres de Roma así como a las comunidades en las parroquias. Lo sentiremos presente en la pastoral de nuestra ciudad”.

Entre los presentes estaba también el párroco Mario Pasquale, que tuvo una experiencia en los años setenta como trabajador manual, sacerdote obrero, con diversas actividades manuales, como portavalijas en la estación Tiburtina.

“En este primer encuentro tuve la oportunidad de responderle al papa ¿quien eres tú? Tuve la impresión del obispo ideal que uno quiere tener en la propia vida”.

Don Pascuale le contó al papa que en esos años eran unos 40 sacerdotes que habían tomado la decisión de vivir con los marginados. “Los frutos no nos toca a nosotros juzgarlos, nuestro espíritu era el de dar testimonio con nuestra presencia a estas problemática” dijo.

¿Cómo acogió el papa este testimonio? “Estaba muy atento, tuve la sensación que quería conocer y advertí que no estaba esperando para decirteme lo que él pensaba sino para escucharme, como persona, como sacerdote. Y me sentí escuchado en mi historia, en mi camino, en mi ser sacerdote. El hecho de encontrarlo en este modo me ha dado la sensación de sentirme entendido sobre ese momento particular”.

“Tuve la impresión -concluyó el sacerdote- que e me dijo 'ama a la Iglesia y hasta el fondo'. En particular cuando nos abrazó a cada uno de nosotros como un padre que abraza a su hijo que no ve desde hace años”.

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Cultura


El Coliseo de Roma, más un símbolo de los mártires que un lugar de martirio
Entrevista al unos de los mayores conocedores del tema, Fabrizio Visconti, del Pontificio Instituto de Arqueología Sacra

Por H. Sergio Mora

ROMA, 29 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Este Viernes Santo, el Coliseo es el magnífico marco del Vía Crucis, que será presidido por el papa Francisco. El anfiteatro Flavio, ¿fue lugar de persecuciones y martirios? No se excluye, aunque no hay documentos escritos o literarios que lo confirmen, aunque en la época de las grandes persecuciones cristianas ya estaba en desuso.

Entretanto el Coliseo es símbolo de los muchos anfiteatros de la época romana en los cuales los martirios se registraron, incluso con documentos escritos por parte de historiadores paganos, lo que no deja lugar a dudas.

ZENIT entrevistó a uno de los mayores estudiosos contemporáneos sobre el tema, el profesor Fabrizio Bisconti, secretario de la Pontificia Comisión de Arqueología Sacra, profesor de la Universidad Roma Tre, y del Pontificio Instituto de Arqueología Sacra, con más de un centenar de publicaciones.

Este Viernes Santo se realiza el Via Crucis en el Coliseo. ¿Fue este lugar de martirio de cristianos o es solamente una leyenda?

--Prof. Bisconti: El hilo de los pensamientos sobre esto lo desarrollé en mi último libro publicado en febrero: “Los primeros cristianos, las historias, los monumentos y las figuras”. El fenómeno de los martirios es seguro, nos hablan fuentes paganas, como los historiadores de la época Tácito y Suetonio, sobre las neronianas; y las fuentes cristianas partiendo de Clemente Romano. Y también a través de los padres de la Iglesia: Tertuliano y Minucio Felice, y yendo adelante en la historia de la Iglesia de edad madura, con Agustín y Ambrosio.

Las grandes persecuciones, después de las neroniana, y durante algún fenómeno en el tiempo de Domiziano, se ubican en el tercer siglo, en los años centrales, con Decio en el 250, y con Valeriano en torno al 258. Y después la gran persecución de Diocleciano, al inicio del cuarto siglo, que afecta a todo el mundo cristiano antiguo.

¿Con el Edicto de Milán en el 313, cambia todo?

--Prof. Bisconti: Las persecuciones terminan allí con este edicto de tolerancia, ya había existido alguna medida de tolerancia con Valerio, pero no termina el paganismo, en el sentido que la religión oficial lo será solamente al final del cuarto siglo con [el emperador] Teodosio.

¿Qué sucede entonces?

--Prof. Bisconti: Se abaten los templos paganos se restituyen las iglesias, porque durante las persecuciones anteriores habían sido confiscados templos y cementerios. En la época de Constantino fueron construidas las grandes basílicas, precisamente llamadas constantinianas: Letrán; San Pedro en el Vaticano, San Pablo Extramuros, el Santo Sepulcro en Jerusalén, la Natividad en Belén, y la Apostoleion en Constantinopla. Muchos santuarios, incluso romanos y en el mundo, monumentalizan las tumbas de los mártires y atraen a los peregrinos hacia estas tumbas. Y en la alta Edad Media será muy importante el circuito romano de santuarios.

¿En Roma cuáles fueron los principales lugares de martirio?

--Prof. Bisconti: Las pequeñas persecuciones se realizaron en ambientes abiertos, no siempre precisados. En la persecución neroniana se registraron especialmente en los anfiteatros, no propiamente en el Coliseo, sino en anfiteatros o lugares de diversión, o también en los jardines del emperador. Se sabe que en los jardines del emperador Nerón fueron quemados cristianos como antorchas humanas hacia al anochecer, nos lo refieren los autores antiguos. Fueron crucificados también muchos cristianos en varios lugares de la Roma urbana y suburbana, durante los juegos circenses. Por lo que recuerdan siempre Tácito y Suetonio, algunos eran destrozados por las fieras, mientras otros eran asesinados por los 'retiari', los gladiadores con redes y tridentes. Pero también en otras ciudades como Lyon en Francia, y en el anfiteatro de Cartago en África en donde tenemos noticias más interesantes, porque están registradas las actas de los martirios.

¿Y si los martirios eran en los anfiteatros es de suponer que también en el Coliseo?

--Prof. Bisconti: Sí, pero no tenemos noticias literarias o de otro tipo que nos den certezas. Las persecuciones son del III siglo cuando el Coliseo no estaba ya en uso. Y este es el problema histórico o cronológico.

¿Por lo tanto ha sido tomado como símbolo?

--Prof. Bisconti: Los anfiteatros eran el lugar predispuesto para la gran representación de los juegos, y entre ellos sabemos que podrían estar incluidos los suplicios. Podemos hipotizar algo esporádico en el Coliseo de Roma. Entretanto las persecuciones como la neroniana, son delimitadas, difícilmente podrían haber tenido lugar en un anfiteatro tan grande como el Coliseo. En el III siglo cuando las persecuciones son muy importantes, dicho anfiteatro había caído en decadencia.

¿En qué otros lugares de Roma?

--Prof. Bisconti: No tenemos fuentes precisas a no ser en en los jardines del Vaticano. Sabemos que con Juliano el Apóstata cuando trató de recuperar el paganismo en Roma, existieron persecuciones. No se excluye que los santos Juan y Pablo en el Celio --en donde hay una gran basílica- fueran justamente asesinados en su 'domus'. De hecho es el único santuario de mártires con una confessio que les recuerda en el quinto siglo.

¿Y las catacumbas?

--Prof. Bisconti: Recibían los cuerpos de los mártires, no eran lugar de martirio, ni de escondite. Son cementerios, grandes dormitorios de la comunidad a la espera de la resurrección. Por ejemplo acogían a mártires, como Pedro y Marcelino, en la vía Labicana; Inés, en la vía Nomentana; Lorenzo, en Letrán, etc.

¿Existen confusiones a veces de nombres y lugares, hay documentos indudables?

--Prof. Bisconti: Hay documentos importantísimos, como la Depositio Martyrum, junto con la Depositio Episcoporum, redactada con toda probabilidad en torno a 336. Estamos en el siglo cuarto, una época más bien antigua. Hay en los archivos documentos aún más antiguos. Este de los mártires es el más fiable, es un documento retomado por el Martyrologium Hieronymianum que extiende el anterior hacia el siglo quinto , es el más seguro, son seguramente los mártires que hubo en Roma. Las narraciones medievales son menos fiables.

¿Y las tumbas con más de dos mil mártires en Santa Práxedes?

--Prof. Bisconti: Probablemente no son mártires, sino cristianos, que fueron traídos de las catacumbas en la Edad Media en la época del papa Pascual I, en el  siglo noveno. Que fueron traídos como mártires en la cripta de dicha basílica alto medieval.

¿Su reciente libro “Los primeros cristianos, las historias, los monumentos y las figuras” qué incluye?

--Prof. Bisconti: Recoge una serie de artículos muchos de los cuales publicados en L'Osservatore Romano, sobre el período paleocristiano. Cuenta los tres grandes temas, la historia del Antiguo y Nuevo Testamento; los monumentos, y las figuras en el imaginario cristiano de los primeros siglos. Y tiene una introducción del cardenal Gianfranco Ravasi.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beato Bertoldo del Monte Carmelo (Bartolomé Avogadro)
«En los umbrales del Carmelo»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 29 de marzo de 2013 (Zenit.org) - Los orígenes de cualquier fundación religiosa alumbran existencias de personas generosísimas que se desprendieron de sí mismas. Llevadas por la gracia, abrieron nuevos caminos para conquistar la unión con la Santísima Trinidad. Son páginas históricas que los integrantes de cada movimiento eclesial custodian con verdadero celo y ternura.

En ellas encuentran matices estimadísimos de sus fundadores y fundadoras sin los cuales sus vidas podrían haber tenido otro sentido. Y también de los primeros miembros que les precedieron en el itinerario espiritual abrazándose al específico carisma que los aglutinó.

Cuando se trata de instituciones tan vetustas como la del Carmelo, no es fácil reconstruir los hechos identificando los pilares que sostuvieron su primera andadura. Y sin embargo, siempre hay alguna pista que merece la pena rastrear, indicios que esta insigne orden primitiva, que tanta gloria viene dando a la Iglesia, consigna en sus anales puntualizando aspectos que han de tenerse en cuenta. El beato Bertoldo, cuya vida aparece envuelta en cierta neblina, fue uno de los artífices de la misma.

Se sabe que era francés, que pudo venir al mundo en el seno de una noble familia, y que su existencia discurrió a lo largo del siglo XII, ya que habría nacido a finales del siglo XI. Mientras que algunos le han atribuido la fundación de la orden carmelita, la voz autorizada de estos religiosos solo reconocen en él a su primer maestro general. Cuando Bertoldo –de nombre de pila Bartolomé– llegó a Monte Carmelo, los primeros integrantes hacía un tiempo que gozaban de la vida eremítica.

Un flujo incesante de cruzados dispuestos a dar su vida para defender la fe fue una de las características de la época. Muchos jóvenes aguerridos se sumaban a la contienda con este único fin. Era un alto honor que no quisieron eludir. Bertoldo, que se había formado teológicamente en la universidad de París y había sido ordenado sacerdote, se sintió llamado a empuñar las armas contra los infieles. Jerusalén era el objetivo.

Allí se dirigía junto a su tío Aimerico, luego primer patriarca de Antioquia, cuando esta ciudad fue tomada por aquéllos. Posiblemente en el fragor de la batalla, es un hecho que no está comprobado, se le pudo dar a entender por revelación que la enconada lucha que se libraba había sido desencadenada por la impenitencia de los soldados cristianos. Bertoldo hizo entonces solemne promesa de consagrarse a la vida religiosa, dedicándola a la Virgen María, si salían sanos y salvos. Obtuvieron el triunfo y emitió los votos.

La cuestión es que pudo llegar a Monte Carmelo, y seducido por la vida eremítica se estableció allí junto a un nutrido grupo de compañeros configurando en 1154 una comunidad cenobítica. Gozaban del favor eclesiástico ya que en 1141 el patriarca de Jerusalén había reformado las órdenes monásticas. Era un momento propicio para ellas. Abrió una veda fértil que dio incontables vocaciones. La capilla que erigieron en las proximidades de la «fuente de Elías», poblada por anacoretas, fue dedicada inicialmente a Nuestra Señora del Monte Carmelo.

Su presencia revitalizó el espíritu de oración, meditación y ayuno característico de los primeros integrantes de la orden carmelita que tenían su origen en el profeta Elías. Por esa razón, también se le ha considerado «restaurador» de la misma. El grupo tomó el nombre de Hermanos de Santa María del Monte Carmelo. Siendo Aimerico patriarca de Antioquia visitó el lugar. Iba como legado ad latere de la Santa Sede para Tierra Santa, y designó a Bertoldo de Malefaida primer prior general de los carmelitas. Éste impulsó la creación y reconstrucción de monasterios. De hecho, se le atribuye la expansión de la Orden por otros rincones de Palestina, que luego se extendería por Europa. Es lo que se desprende de la información que Pedro Emiliano proporcionó al monarca Eduardo I de Inglaterra en una carta que le remitió en 1281.

Dios pudo querer consolar el afligido corazón de Bertoldo por las feroces luchas que no tenían tregua y que iban diezmando la comunidad. Le permitió ver cómo entraban en la gloria escoltados por ángeles un importante número de hermanos que habían derramado su sangre en defensa de la fe cristiana sucumbiendo a manos de los sarracenos. De este favor dio cuenta el historiador de la Orden, Paleonidoro.

Bertoldo murió el 29 de marzo de 1195. Durante cuarenta y cinco años había dirigido sabiamente a las comunidades manteniendo vivo el amor a la Virgen. Y las huellas del carisma carmelitano se hallaban presentes en las obras que habían emprendido: monasterios en Acre, Tiro y el de Beaulieu en Líbano, una capilla en Sarepta, un hospicio en Jerusalén, etc., además de haber sembrado de comunidades el entorno del Jordán.

Tras el deceso de Bertoldo, Alberto, patriarca de Jerusalén, entregó la regla a sus seguidores basada en la contemplación, la meditación sobre las Sagradas Escrituras y el trabajo. Tomando el testigo, Brocardo sustituyó al beato como segundo prior general. Era uno de los carmelitas que había sido formado por aquél gozando de su confianza.

El culto dedicado a Bertoldo se fijó en 1564 por el capítulo general de la Orden. Y tras el periodo comprendido entre 1585, fecha en la que su nombre se extrajo del breviario que había sido reformado, en 1609 volvió a consignarse en él.

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