29.03.13

Bill Gates el condonero

A las 1:30 PM, por Luis Fernando
Categorías : Cultura de la muerte, Actualidad, Sociedad siglo XXI

 

Bill Gates, uno de los hombres más ricos del mundo, anda la mar de ocupado en que la gente “utilice” el sexo solo como actividad ociosa y sin que las relaciones sexuales estén abiertas a la vida. Es más, le encanta promocionar y/o facilitar ese tipo de relaciones entre personas del mismo sexo. Hace años compró la mayoría de acciones del grupo PlanetOut, que se dedica a la pornografía homosexual. También posee el sitio web Gay.com -citas homosexuales y sexuales- y la cadena de cruceros para homosexuales RSVP Cruises. Money is money, ya saben ustedes.

Hoy hemos conocido otra noticia protagonizada por él, que se las trae:

El empresario y filántropo, Bill Gates, ha animado desde su cuenta de Twitter a participar en una nueva iniciativa de su fundación, que financiará con becas de 100.000 dólares los mejores proyectos para diseñar una nueva generación de preservativos.

“¿Puedes inventar un condón mejor? 100.000 dólares por el reto de modernizar un recurso que salva vidas", tuiteó Gates para promocionar la última iniciativa destinada al fomento de mejoras en el ámbito de la salud con un impacto global.

Es claro que en las relaciones homosexuales, el uso del preservativo no añade ningún mal moral a lo que según la Escritura es una aberración. Pero como quiera que ese tipo de uniones sigue siendo minoritarias entre la población mundial, parece evidente que el señor Gates busca mejorar el campo de negocio en el mundo de la anticoncepción. Dice que se trata de un recurso que salva vidas. Lo cual tiene guasa, dado que lo que se busca es precisamente que no se conciban más vidas humanas.

Tanto él como su esposa Melinda, que tiene el cuajo de declararse católica, han afirmado que “la contracepción es la mejor inversión de futuro que un país puede hacer” ya que “cada dólar destinado a planificación familiar ahorra al estado seis dólares en asistencia sanitaria, agua, alojamiento y otros servicios públicos“. O sea, otra vez estamos con el dinero de por medio. Si no se conciben niños, no hay que pagar a los médicos que atienden el embarazo y el parto. Tampoco serán necesarios tantos pediatras.

El problema, y no pequeño, es que sin niños no hay futuro que valga. La tasa de natalidad en los países occidentales va a provocar que dentro de pocas décadas no exista mano de obra “nativa” capaz de pagar impuestos para pagar pensiones. Y la inmigración masiva acarrea unos problemas de integración social que son por todos conocidos.

Bill y Melinda quieren que el modelo occidental y chino (un hijo por pareja) llegue a las naciones menos desarrolladas. Como bien dijo ayer en twitter Josep Miró i Ardèvol, presidente de e-cristians y Forum Libertad, “la sociedad ha transformado el embarazo en una enfermedad de trasmisión sexual con la con ayuda de las leyes y como tal lo tratan“.

Si alguien piensa que esto es una cuestión que solo debería preocupar a los católicos, se equivoca. Nuestra civilización se ha entregado en manos de la cultura de la muerte y el futuro que nos espera, con un porcentaje altísimo de ancianos a los que acabarán eliminándose vía “eutanasia” para reducir gastos sociales, está a la vuelta de la esquina.

Dice San Pablo que la paga del pecado es “muerte” (Rom 6,23). Esa muerte no es solo espiritual -la más importante- sino en ocasiones también física. Tanta entrega al placer ajeno a la transmisión de la vida solo puede traer la desaparición de quienes así malviven. Bien harían los países menos desarrollados en no dejarse engañar por los cantos de sirena de los clérigos del hedonismo y la depravación.

Y mejor haría la Iglesia en lanzar un mensaje claro a la ONU, que anda empeñada en llevar la cultura de la muerte a países católicos como el Perú. Con sejemante organización no cabe otra cosa que el enfrentamiento abierto, descarnado y sin concesiones. Algo así como lo que hizo San Juan Bautista con Herodes. Aunque eso implique que nos rebanen el pescuezo en el combate mediático. No estamos en el mundo para ganar encuestas de opinión y sí para dar testimonio de la verdad que nos hace libres.

Luis Fernando Pérez Bustamante