31.03.13

Centro, periferia y frontera

A las 12:05 AM, por Tomás de la Torre Lendínez
Categorías : General

Hoy exultamos de gozo por la Resurrección de Cristo. El Alfa y la Omega, el Principio y el Fin, ha resucitado de entre los muertos para nunca más morir. Nuestra fe no es vacía ya que Cristo ha resucitado.

La Resurrección de Cristo es la dovela central del arco esencial del edificio eclesial. Ese centro comenzó a palparse cuando el Espíritu Santo se hizo presente en el Concilio de Jerusalén, poniendo equilibrio entre la postura de Pedro y Pablo. La Iglesia Católica siempre ha sido un sistema de centro: en Cristo Resucitado.

Estos días se habla de la periferia y de la frontera. Son palabras que vuelven.

Definido el centro en Cristo Resucitado. La Iglesia está en la periferia desde sus primeros días, claro que sí: junto a los enfermos, los débiles, los pobres, los solitarios…¿Para qué los Apóstoles crearon el servicio del Diaconado, porque ellos tenían que dedicarse a la evangelización?.

La Iglesia Católica nunca ha cambiado su sitio central en Cristo. La acción pastoral se ha movido entre los siguientes términos verbales: alejados, pobres, abandonados, enfermos, encarcelados, huérfanos, viudas….

Los pastores de la Iglesia siempre han estado al servicio de los vivientes en la periferia de las chabolas, de las cuevas, del desierto, de la emigración, de los desterrados, de los enfermos….La lista de los santos servidores de estos sectores pastorales es muy larga.

La creación de Cáritas como servicio activo de la caridad de la propia Iglesia Católica, invitando a que los laicos entren en esta misión de voluntarios alcanza, solamente en España, un ejército de más de sesenta mil miembros.

Ahora bien, el sistema central en Cristo de toda la Iglesia, ha dibujado siempre una frontera muy clara entre la cizaña y el trigo, entre la verdad y la mentira, entre las luces y las tinieblas, entre los seguidores veraces y los embusteros revestidos….entre el bien y el mal.

La lista de los herejes siempre ha vivido pisando y al otro lado de la frontera han cosechado sus frutos.

No vale, es suicida, ignorar o borrar la línea de la frontera bajo la capa de la fraternidad universal de los pueblos y de las religiones. A esto se le llama claramente: cierto sincretismo descafeinado envuelto en papel de regalo envenenado.

Por lo tanto, aunque parezcan palabras similares a las de siempre, conviene abrir ese papel de regalo oler el producto, darle un pequeño mordisco y notar que el contenido está averiado y es dañino al cuerpo y mucho más al alma.

Tiempos corren, ahora mismo, donde la valentía debe estar por encima de la quasi ceguera que los focos mediáticos regalan a los espectadores de escenas y palabras, gestos y posturas.

A la luz resplandeciente de Cristo resucitado, el centro eclesial, debemos mirar la terminología cotidiana, periferia y frontera, porque es muy fácil caer de bruces en la trampa ideológica escondida tras palabras de uso común en la vida de estos días.

Feliz Pascua de Resurrección a todos los amigos lectores de este Blog El Olivo.

Tomás de la Torre Lendínez