CARTA DEL OBISPO

LA PALABRA DE DIOS EN LA VIDA CONSAGRADA

 

 

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SANTANDER | 25.04.2013


Queridos oyentes de Radio María, especialmente miembros de Vida Consagrada:

            Hoy 25 de abril celebra la Iglesia la fiesta de San Marcos Evangelista. Fue un hombre iluminado por el Espíritu Santo para escribir su Evangelio y para darnos a conoce el misterio del Señor por medio de las Escrituras. Su festividad es una ocasión propicia para reflexionar brevemente sobre la Palabra de Dios en la Vida Consagrada.

Toda vida consagrada «nace de la escucha de la Palabra de Dios y acoge el Evangelio como su norma de vida» (Verbum Domini 83).

            Cristo se autodefine a sí mismo en los Evangelios como el Camino que conduce al Padre (cf. Jn 14, 6) y la Luz verdadera que alumbra a todo hombre que viene a este mundo (cf. Jn 1, 9. 8, 12). Si Cristo es la Palabra de Dios hecha carne, y la Palabra es la lámpara que alumbra nuestros pasos (Salmo 119, 195), esa misma Palabra es camino de luz que podemos recorrer por las páginas de la Biblia conducidos por el Espíritu.

            El Señor Jesús nos invita a buscarle en las Escrituras,  pues ellas hablan de Él y en ellas encontramos la vida plena que todos deseamos y anhelamos (cf. Jn 5, 39). La lectio divina es búsqueda de Dios siguiendo el camino luminoso de su Palabra en los libros de la Sagrada Escritura. Buscar a Dios (quaerere Deum) ha sido desde siempre la tarea primordial de toda vida consagrada, y ésta ha encontrado en la Lectio –desde sus inicios– y encuentra en la actualidad, un método sapiencial que enamora el corazón, ilumina la inteligencia y purifica el alma disponiéndola para el encuentro con el Esposo. La Lectio supone –en feliz expresión de san Ambrosio– volver a pasear con Dios por el paraíso de la bendición original, y su compañía amorosa recrea nuestra vocación, alimenta nuestra fe e ilumina nuestra existencia (cf. Verbum Domini 87). 

Los consagrados, por la familiaridad orante con la Sagrada Escritura, imitando a la Virgen María, logran hacer de la Palabra de Dios su propia casa, de la cual salen y entran con naturalidad (cf. Verbum Domini 28); ésta ilumina la mente y moldea los corazones hasta llevarlos a comulgar con los sentimientos del Hijo.

 Los consagrados son convocados así a convertirse en exégesis viviente de la Palabra de Dios que leen, meditan, escrutan, rezan, celebran, cantan y contemplan a diario en la comunión de la Iglesia. Por la práctica de la lectio divina la Palabra obra en ellos esa conversión de la existencia que transforma la vida hasta hacerla parábola luminosa del corazón de Cristo.

Que la Santísima Virgen María, primera consagrada al Padre, por el Hijo, en el Espíritu, mujer orante, maestra de contemplación y madre de los apóstoles, nos guíe y acompañe en este camino de luz al que la Iglesia nos convoca en esta hora de la Nueva Evangelización.

+ Vicente Jiménez Zamora
Obispo de Santander