ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 01 de abril de 2013

La frase del día

Y si Cristo no ha resucitado, vana es entonces nuestra predicación, y vana también vuestra fe.

I Corintios 15,13

 


Francisco papa

''Cristo ha vencido al mal de modo pleno y definitivo''
Palabras del papa Francisco en el rezo del ''Reina Coeli'' de hoy

El papa Francisco visitó hoy la necrópolis vaticana
''Pedro está aquí'', la tumba del primer obispo de Roma

Mirada al mundo

''Nuestros corazones sangran al ver que Siria se hunde en una violencia que es una locura''
Dijo el patriarca latino de Jerusalén Fuad Twal

Venezuela: Con la Bendición del Mar acaba la Semana Santa en Puerto Cabello
También en otros lugares se bendijo el mar en la Pascua de Resurrección

Catequesis para la Familia

Ayudar a madurar: Descubrir la razón de la verdadera alegría
Catequesis para toda la familia

Homilética

Cómo mejorar nuestra predicación sagrada
Columna del padre Antonio Rivero LC

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beato Ludovico Pavoni
«El cura de los chicos pobres»

Espiritualidad

El vaso, el agua y el elefante
Carta pastoral del obispo de San Sebastián sobre ''Nueva Era'' y el relativismo religioso

Foro

La alegría de vivir


Francisco papa


''Cristo ha vencido al mal de modo pleno y definitivo''
Palabras del papa Francisco en el rezo del ''Reina Coeli'' de hoy

Por Francisco papa

CIUDAD DEL VATICANO, 01 de abril de 2013 (Zenit.org) - A mediodía, este Lunes de la Octava de Pascua, o Lunes “del Ángel” el papa Francisco rezó, con los miles de fieles y peregrinos reunidos en la plaza de San Pedro, la oración mariana del Regina Coeli, que sustituye el Ángelus en este tiempo pascual. Ofrecemos el texto de las palabras del santo padre.

*****

Queridos hermanos y hermanas:

¡Buena Pascua a todos ustedes! Les agradezco que hayan venido también hoy en gran número, para compartir la alegría de la Pascua, misterio central de nuestra fe. Que la fuerza de la Resurrección de Cristo llegue a cada persona –especialmente a quien sufre– y a todas las situaciones más necesitadas de confianza y esperanza.

Cristo ha vencido al mal de modo pleno y definitivo, pero nos corresponde a nosotros, a los hombres de todos los tiempos, acoger esta victoria en nuestra vida y en las realidades concretas de la historia y de la sociedad.

Por esto me parece importante subrayar lo que hoy le pedimos a Dios en la liturgia: “Oh Padre, que haces crecer a tu Iglesia dándole siempre nuevos hijos, concede a tus fieles que expresen en su vida el sacramento que han recibido en la fe” (Oración Colecta del Lunes de la Octava de Pascua).

Es verdad, el bautismo que nos hace hijos de Dios, la Eucaristía que nos une a Cristo, deben convertirse en vida, es decir, traducirse en actitudes, comportamientos, gestos y elecciones. La gracia contenida en los sacramentos pascuales es un potencial de renovación enorme para la existencia personal, para la vida de las familias, para las relaciones sociales.

Pero todo pasa a través del corazón humano: si yo me dejo alcanzar por la gracia de Cristo resucitado, si le permito que me cambie en ese aspecto mío que no es bueno, que puede hacerme mal a mí y a los demás, yo permito a la victoria de Cristo que se afirme en mi vida, que extienda su acción benéfica. ¡Éste es el poder de la gracia! Sin la gracia no podemos hacer nada. Sin la gracia no podemos nada. Y con la gracia del Bautismo y de la Comunión eucarística puedo llegar a ser instrumento de la misericordia de Dios. De esa bella misericordia de Dios.

Expresar en la vida el sacramento que hemos recibido: he aquí, queridos hermanos y hermanas, nuestro empeño cotidiano, pero diría también ¡nuestra alegría cotidiana! ¡La alegría de sentirse instrumentos de la gracia de Cristo, como sarmientos de la vid que es Él mismo, animados por la linfa de su Espíritu!

Oremos juntos, en el nombre del Señor muerto y resucitado, y por intercesión de María Santísima, para que el Misterio pascual actúe profundamente en nosotros y en nuestro tiempo, para que el odio deje el lugar al amor, la mentira a la verdad, la venganza al perdón, la tristeza a la alegría”.

Después del rezo del Regina Coeli el papa saludó a todos los peregrinos, deseó a cada uno que pasara serenamente este “Lunes del Ángel”, en el que resuena con fuerza el anuncio gozoso de la Pascua: ¡Cristo ha resucitado! Y concluyó deseando “¡Buena Pascua a todos! ¡Buena Pascua a todos, y buen almuerzo!”.

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El papa Francisco visitó hoy la necrópolis vaticana
''Pedro está aquí'', la tumba del primer obispo de Roma

Por Nieves San Martín

MADRID, 01 de abril de 2013 (Zenit.org) - Esta tarde, el santo padre Francisco visitó, de forma privada, las excavaciones de la necrópolis vaticana situada bajo la basílica de San Pedro, y se detuvo en oración ante la tumba de san Pedro, el primer obispo de Roma y razón por la que la Iglesia católica edificó sucesivas basílicas en el mismo lugar. 

El papa fue acompañado por el cardenal Angelo Comastri, arcipreste de la Basilica Vaticana, el delegado de la Fábrica de San Pedro, monseñor Vittorio Lanzani, el secretario papal Alfred Xuereb y los responsables de la necrópolis vaticana, Pietro Zander y Mario Bosco.

Primer papa que baja a las excavaciones de la necrópolis vaticana, Francisco recorrió toda la vía central de la necrópolis, que se encuentra bajo la basílica y las grutas vaticanas, escuchando las explicaciones del cardenal Comastri y del doctor Zander, acercándose así --en ligera pendiente- al lugar donde se encuentra la tumba de san Pedro, exactamente bajo el altar central y la cúpula de la basílica.

En la Capilla Clementina, el lugar más cercano a la tumba del primer obispo de Roma, el papa se detuvo en oración silenciosa, en recogimiento profundo e conmovido.

La visita concluyó en las grutas vaticanas, rindiendo homenaje a las tumbas de los papas del siglo pasado que allí se encuentran: Benedicto XV, Pío XI, Pío XII, Pablo VI, Juan Pablo I.

Saliendo de las grutas, el papa saludó al personal presente y regresó a pie a Santa Marta, tal como había venido, también a pie, hasta la entrada de las excavaciones en el lado izquierdo de la basílica. La visita empezó a las 17 horas y acabó a las 17,45.

El hallazgo de la tumba de Pedro

Aunque la tradición decía que Pedro estaba allí, no había evidencia científica de ello. En 1942, monseñor Ludwig Kaas, encontró restos en una tumba de la colina vaticana. Pensó que podrían ser los huesos de san Pedro y le preocupaba que la reliquia no fueran tratada con el respeto que merecía, por lo que decidió, en secreto, trasladar los restos a otro lugar dentro de la necrópolis.

Tras la muerte de Kaas, la profesora Margherita Guarducci, arqueóloga italiana, descubrió estos restos por casualidad, mientras descifraba unas grafitos escritos en el muro denominado G (de color blanco); y en el adyacente (de color rojo). Los grafitos decían: “Pedro, ruega por los cristianos que estamos sepultados junto a tu cuerpo”. “Pedro está aquí”.

También halló una especie de firma, parecida a la letra "P", y en el palo vertical tres rayas horizontales en forma de llave. Al excavar descubrió un nicho forrado de mármol blanco, que contenía huesos. Informó al papa Pablo VI de que, según sus conclusiones, los restos eran los de san Pedro.

La responsabilidad de estudiar estos huesos recayó en Venerato Correnti, profesor y catedrático de antropología de la Universidad de Palermo. Este llegó a la conclusión de que en el nicho había huesos humanos y de un ratón. Con respecto al animal, supuso que se coló por alguna rendija y murió allí. Los huesos humanos son de la misma persona, un individuo varón robusto, de avanzada edad (posiblemente setenta años), y del primer siglo.

"Pedro está aquí"

El 26 de junio de 1968, Pablo VI anunció al mundo que se habían hallado los restos de san Pedro. La Librería Editorial Vaticana publicó el resultado de la investigación de la profesora Guarducci con el título Las reliquias de san Pedro.

El visitante y peregrino que accede a la necrópolis vaticana realiza un viaje a las raíces de la fe. De entrada, se traslada a 1.600 años atrás, cuando se edificó la basílica constantiniana. Luego al siglo II y al fin al siglo I, tiempos del emperador Nerón, responsable del martirio de Pedro. Recorre el antiguo camino de tierra y atraviesa una antigua necrópolis romana, situada bajo el pavimento de las grutas vaticanas, en correspondencia con la nave central de la basílica.

Se sabía que la tumba de Pedro tenía que estar allí porque en aquél preciso lugar de la colina vaticana, antiguos jardines del palacio del emperador Nerón, se fueron edificando una serie de extraordinarios y ricos monumentos, indicando que algo muy valioso ocultaba su subsuelo.

"Pedro vino a Roma; aquí encontró el martirio durante la persecución de Nerón; después sus restos fueron recogidos por los cristianos, porque la ley romana permitía recuperar los cuerpos de los condenados para darles sepultura. Pedro fue trasladado al punto donde hoy se yergue el altar papal. Allí fue enterrado y se puede decir que desde hace dos mil años ese lugar es la justificación de la presencia del obispo de Roma junto a la tumba de Pedro, esto es, del papa", explica el cardenal Comastri, arcipreste de la basílica vaticana.

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Mirada al mundo


''Nuestros corazones sangran al ver que Siria se hunde en una violencia que es una locura''
Dijo el patriarca latino de Jerusalén Fuad Twal

Por Redacción

JERUSALéN, 01 de abril de 2013 (Zenit.org) - “La paz en Tierra Santa es la llave de la paz en Medio Oriente", señaló el patriarca latino de Jerusalén, monseñor Fuad Twal, principal autoridad católica romana en Tierra Santa, en su homilía del Jueves Santo, en la que denunció la violencia en Siria. 

"Nuestros corazones sangran al ver que Siria se hunde todavía más en una violencia a la que no se le puede llamar otra cosa más que locura humana", dijo refiriéndose a la guerra civil que asuela este país desde hace dos años. 

"Nuestro Medio Oriente sufre cruelmente en sus entrañas. Y lo digo: los políticos siempre fracasarán en instaurar la democracia y la justicia mientras nuestra Tierra Santa sufra el conflicto que la desgarra: la paz en Tierra Santa es la llave en Medio Oriente", precisó. 

El patriarca invitó a los fieles a "rezar por nuestra Iglesia, por nuestra Tierra Santa y por todo Medio Oriente, que el Señor nos quite el polvo de la división, la infidelidad, la injusticia y la sed de poder". 

En Roma, el drama de Medio Oriente centró las meditaciones del Vía Crucis en el Coliseo romano, con la presencia del santo padre Francisco.

En declaraciones a la prensa, el portavoz vaticano, Federico Lombardi SJ, dijo que el papa "sigue de cerca" la "muy delicada situación" de Medio Oriente.

La Semana Santa comenzó en Jerusalén con la tradicional procesión de Ramos, desde el Monte de los Olivos hasta el casco antiguo y concluyó el domingo de Resurrección.

Sin embargo, los cristianos ortodoxos, mayoritarios en Tierra Santa, festejarán la Pascua el próximo 5 de mayo, ya que siguen el calendario juliano. Este año, ad experimentum, también los católicos de Tierra Santa (a excepción de los de Jerusalén) se unirán a los ortodoxos en la fecha de la Pascua para celebrarla juntos. 

En cambio, la Pascua judía, que conmemora la salida de los judíos de Egipto, según la tradición bíblica, comenzó el lunes 26 de marzo y dura ocho días.

Cientos de cristianos de Tierra Santa y peregrinos de todo del mundo recrearon este Jueves Santo en el Cenáculo y en la basílica del Santo Sepulcro la ceremonia de lavatorio de los pies. "Aquí Jesús celebró la cena pascual e institucionalizó la conmemoración de la Pascua. De aquí la Iglesia se diseminó por todo el mundo", proclamó uno de los religiosos franciscanos de la Custodia de Tierra Santa, que concelebró la tradicional ceremonia en el Cenáculo.

Arrodillado ante una docena de niños de entre ocho y trece años, el custodio de Tierra Santa, el padre Pier Battista Pizzaballa, lavó y besó sus pies en recuerdo de que Jesús los lavó a sus discípulos en la Última Cena.

Situado sobre la tumba del rey David, linaje del que habría de llegar el Mesías de los judíos, el Cenáculo fue un ir y venir de gentes de todo el mundo que rememoraban la Cena del Señor. Los más afortunados y tempraneros pudieron entrar en el oficio que presidió Pizzaballa, celebrado en varios idiomas.

Las puertas del Cenáculo, epicentro de una larga disputa entre el Vaticano y el Gobierno israelí, que lo administra desde que en 1967 ocupó la ciudad vieja de Jerusalén, se abren a los fieles excepcionalmente en Jueves Santo y en Pentecostés. El resto del año puede ser visitado con fines turísticos pero no para oficios religiosos.

En el siglo XV, el Cenáculo fue universalizado por Leonardo da Vinci siguiendo el relato que le hizo un viajero de la época que, por error, le describió al parecer su antesala, donde realmente están las tres ventanas que aparecen en el famoso cuadro.

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Venezuela: Con la Bendición del Mar acaba la Semana Santa en Puerto Cabello
También en otros lugares se bendijo el mar en la Pascua de Resurrección

Por Redacción

CARACAS, 01 de abril de 2013 (Zenit.org) - La Bendición del Mar se celebra el Domingo de Resurrección en el malecón de Puerto Cabello, Venezuela. Es una tradición que se remonta a más de siglo y medio, cuando el sacerdote bendecía a los pescadores y a las aguas, en un este especial para la fe católica.

Los devotos se congregan antes del amanecer --informa el diario El Nacional--. Como cada año, los porteños esperan también la visita de feligreses de otros estados e incluso de islas del Caribe, que acuden a pedir por la calma del mar, la provisión del alimento para los costeños, a dar gracias a Dios por lo recibido, así como para rememorar el bautismo.

Para ello disponen de una gabarra anclada cerca del malecón, desde donde monseñor Saúl Figueroa, arzobispo de Puerto Cabello, celebró la eucaristía. En tierra firme, los fieles siguieron la celebración eucarística desde la marina, con imágenes en las manos, envases de diversos tamaños llenos de agua, y palmas. Algunos entraron en el mar para recibir la bendición.

El año pasado, los organizadores calculan que la cifra de asistentes a este rito de cierre de la Semana Santa fue de más de doce mil personas, pues se ha convertido en uno de los principales atractivos del estado Carabobo. 

Monseñor Figueroa destacó que la Misa de la Bendición del Mar es una prolongación del Domingo de Resurrección, es signo de la resurrección de Cristo. "El agua representa el bautismo, mediante el cual morimos con Cristo y resucitamos con él", dijo. Recordó que en esa celebración le piden a Dios que proteja el mar y a la gente que trabaja en él, además de las costas. "Aquí en el puerto mucho se mueve a partir del mar: los buques, las navieras, los trabajadores, los pescadores, todo gira alrededor del mar; por eso imploramos a Dios que lo bendiga y dé el sustento a quienes viven de eso", dijo. 

Subrayó que al bendecir el mar se bendice a toda Venezuela, las oraciones van dirigidas a pedir por el país en general: "Particularmente en este tiempo cuando se requiere tanta fuerza espiritual para todos y para buscar las soluciones que requiere la nación".

Monseñor Figueroa Albornoz destacó la importancia de la eucaristía que se celebra con la Pascua de Resurrección. "Debemos confesar y reconocer sin miedo ni temor alguno que Jesús es el Señor, el Mesías, el Salvador; que no debemos anteponerlo a ninguna criatura, energía o fuerza extraña", dijo.

La Bendición del Mar es de larga data, según los registros del cronista de Puerto Cabello, Asdrúbal González. Se tiene constancia histórica de esa celebración en el diario El Vigilante, dirigido por Juan Antonio Segrestaa, en 1862, durante la Guerra Federal, lo que quiere decir que la tradición se ha cumplido, por lo menos, en Puerto Cabello por 151 años, con algunos lapsos en los que no se llevó a cabo. 

Hay constancia de que en 1862 la celebración comenzaba con un desfile de antorchas hasta el malecón. De acuerdo con González, a los actos acudían cerca de trescientes personas. Posteriormente se rescató la tradición hasta convertirse en una actividad multitudinaria, que reúne a miles de feligreses.

Alejandra Pineda, nacida en Puerto Cabello, recuerda que desde su infancia escuchó a sus abuelos hablar de esos actos. "Cuando se vive en la costa se respeta mucho al mar, por eso es bueno bendecirlo", afirmó. 

En los últimos años es frecuente observar que algunos fieles pernoctan en carpas cerca del malecón, mientras esperan la Misa de Resurrección y la Bendición del Mar. La noche anterior se reúnen para rezar y comenzar a prepararse para la celebración espiritual. Otros viajan desde el sábado y se alojan en posadas y hoteles cercanos, con la ilusión de ocupar puestos privilegiados el domingo antes del amanecer. En las calles cercanas hay puestos en los que venden cruces de palmas artesanales de formas y colores llamativos, y rosarios e imágenes religiosas.

Antes de las 6:00 am los fieles se apostaron a lo largo del malecón para presenciar la Bendición del Mar. Nuevamente la misa fue oficiada desde una gabarra especialmente acondicionada para este fin. Las notas musicales estuvieron a cargo de la Banda Municipal de la ciudad que acompañó la celebración eucarística y a los lados numerosas lanchas, peñeros y embarcaciones esperaron el momento de la bendición. Y justo allí comenzaron a sonar sus sirenas y a expandir el agua desde enormes chorros que se movían de un lado a otro. En la orilla, los presentes elevaron sus recipientes con agua y algunos se lanzaron al mar. 

Julio Pérez, visitante en el malecón, dijo que nunca había visto que justo después de la Bendición del Mar se formara un arcoíris tan hermoso.

También en el estado Aragua

Las aguas del mar Caribe recibieron ayer su bendición en el estado Aragua, en un rito que convocó a cientos de paseantes y feligreses en las playas de municipio de la Costa de Oro en el estado Aragua. En las playas de la parroquia de Choroní y de Costa de Oro se llevó a cabo esta tradición, que cierra las festividades de la Semana Mayor. 

La bendición fue efectuada por el párroco de las diferentes localidades, en la orilla de la playa o desde una lancha en el mar, acompañados por los pesqueros para celebrar el toque del Espíritu Santo en el mar. "Vine a renovar mi fe, a agradecer a Dios por todo lo que tengo en mi vida. Siempre es bueno dar gracias", afirmó Marilda Rojas, una de las asistentes al acto.

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Catequesis para la Familia


Ayudar a madurar: Descubrir la razón de la verdadera alegría
Catequesis para toda la familia

Por Luis Javier Moxó Soto

MADRID, 01 de abril de 2013 (Zenit.org) - ¡Qué oportuno, urgente y necesario es alimentar, cuidar, e incluso recuperar, hoy en día, nuestra capacidad de serenidad, confianza y gusto por la vida!

Porque estamos hechos, y necesitamos en el fondo, de pocas cosas esenciales pero verdaderas, ¡qué poco hace falta para arrancar una sonrisa, algo que nos haga felices! Normalmente se trata de algo banal, intrascendente, hasta ridículo, tonto o exagerado incluso, pero ahí está, en medio de nuestra realidad con toda la sencillez de un gesto común, que se vuelve extraordinario por lo que llega a conmovernos.

Si es así el origen de una simple sonrisa o carcajada, ¡qué no será cuando hacemos el esfuerzo de ir al origen de lo que realmente corresponde tanto a nuestro corazón! Preguntémonos todos: ¿quién puede hacer que cada día mi corazón lata, mis pulmones se puedan llenar de aire fresco, mi mente discurra un montón de ideas… mi vida tenga un sentido y una oportunidad más de experimentar todo lo bueno, verdadero y bello de esta existencia?

Estamos en Pascua y se me ocurre que ésta puede ser la primera y mejor reflexión para estos cincuenta días de celebración. La resurrección de Cristo es un hecho histórico único y a la vez es, para todo creyente, el gran motivo de fe, alegría y esperanza. Nos podemos preguntar cada día: ¿con qué gestos concretos, de esperanza, de alegría profunda, voy a manifestar hoy a los demás la importancia de este acontecimiento en mi vida, en mi casa, en mi trabajo y con todos los que me encuentre hoy?

No podemos estar igual antes que después de saber lo que encierra este gran misterio de la profunda y verdadera alegría. Podemos estar más o menos contentos por el encuentro con alguien, podemos estar ilusionados por haber recibido tal o cual noticia, o por haber conseguido este objetivo concreto, pero la cumbre de toda felicidad no está en algo que caduca, en algo que se lleva el tiempo, porque no estamos hechos para algo temporal y efímero.

Descubrir la razón de la verdadera alegría supone en primer lugar ir al fondo de cada sonrisa, de cada gesto amable y caritativo, de cada amanecer y atardecer, de cada detalle tierno… y ver a lo que está remitiendo: si a sí mismos o a algo mucho más grande. No a algo, sino a Alguien mucho mayor.

Cuando se quiere y se pide vivir así intensamente la vida, cuando todo se entiende como gracia y don de Dios, sea lo que sea, y éste puede ser el siguiente paso, todo se vuelve de otra manera. No cambian los ojos, no, pero sí la forma de mirarlo todo, de comprender el origen, la unidad y consistencia de la existencia entera. Entonces es cuando podemos recobrar la confianza y la esperanza en que Alguien vela y cuida de todo, que es Padre providente y bueno con nosotros.

Incluso en medio del dolor, de la prueba, está presente porque antes su Hijo, su rostro encarnado entre nosotros, ha realizado la experiencia que nos toca vivir, llevando en sí todo el peso del mal, la enfermedad y la muerte que nos han venido por el pecado. Su Gracia vale más que la vida y es sobreabundante para que no haya nada que nos pueda separar de Él. Él ha triunfado, ha resucitado y es nuestra esperanza.

¡Feliz Pascua a todos! ¡Que nuestro Salvador Jesucristo haga vivir, en nuestro corazón, familia, parroquia y colegio, el surtidor de alegría que Él nos da, que salta hasta la vida eterna!

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Homilética


Cómo mejorar nuestra predicación sagrada
Columna del padre Antonio Rivero LC

Por Antonio Rivero

BRASILIA, 01 de abril de 2013 (Zenit.org) - Estamos explicando los diversos tipos de predicación sagrada. La semana pasada vimos la homilía. Hoy veremos la predicación o charla explicativa.

PREDICACIÓN O CHARLA EXPLICATIVA

Quiero explicar una verdad de la fe, de la liturgia o de la moral, para que los oyentes la entiendan bien. Aquí el predicador echa mano de la explicación clara, ordenada y estructurada para que la inteligencia del oyente entienda. Se trata de una charla explicativa o discurso explicativo, dirigido sobre todo a la mente de los oyentes para que entiendan ese tema.

Esta predicación tiene su importancia: hoy más que nunca se necesitan discursos explicativos por la ignorancia religiosa que cunde por doquier. No demos por supuesto que las personas saben estas verdades.

También esta predicación exige unas cualidades: Un solo tema. Desarrollado en tres o cuatro aspectos claros, interesantes, estructurados, lógicos y con cierta originalidad en el enfoque.

Propongo este esquema para un discurso explicativo:

Una introducción atrayente: con alguna estadística, un ejemplo, una noticia, un hecho histórico sobre ese tema.

Una proposición escueta que resume en dos líneas lo que se va a desarrollar después.

Un desarrollo del tema estructurado, claro, progresivo y con ejemplos y ritmo oratorio La claridad se logra explicando algunos de estos puntos: importancia del tema, definición, clases o tipos, obstáculos, medios y frutos. Ayuda también aquí sacar a colación un ejemplo, una imagen, una anécdota que haga ese tema agradable y quede grabado en la mente. Usar un lenguaje claro, sencillo y siempre expresivo, nunca monótono.

Y una conclusión breve que resume lo dicho y exhorta a vivirlo.

Ejemplo de un esquema de discurso explicativo sobre el matrimonio que yo ofrecí en Los Ángeles y las personas que me escucharon no olvidaron esta imagen que empleé: Queridas familias, les invito a construir su edificio matrimonial ladrillo a ladrillo. (1) En primer lugar, veamos los cimientos de ese edificio matrimonial: oración, sacramentos, piedad…(2) Los muros de este edificio tienen que ser sólidos para que resistan los vientos y los terremotos de las dificultades: amor, diálogo, comprensión, perdón… (3) Este edificio tiene que contar con unas ventanas amplias que dan luz a nuestro matrimonio: sinceridad, transparencia y fidelidad. (4) No olvidar poner una antena parabólica que sepa captar las ondas: vigilancia para que no entren los ladrones. El día de la muerte ustedes están poniendo el último ladrillo…

Otro ejemplo de esquema explicativo más simple sobre el tema de la humildad: (1) Veamos la importancia de la humildad. (2) Definamos la humildad: virtud que se desprende de la templanza y nos pone en nuestro justo lugar. (3) Clases de humildad: falsa humildad y verdadera humildad. (4) Enemigos de la humildad: soberbia, vanidad... (5) Campos para ser humildes: con Dios, con los demás, con nosotros mismos. (7) Medios para alcanzar la humildad: meditar los atributos de Dios, meditar en las propias miserias. (8) Frutos de la humildad en nuestra vida: Dios me bendecirá, los demás me aceptarán más fácilmente y sentiré una gran paz interior. Terminemos con el ejemplo de algún santo que vivió de manera especial la humildad. Esta charla puede ser desarrollada en dos días.

Las anteriores entregas de esta serie se publicaron en:

[2013-03-22] http://www.zenit.org/article-44976?l=spanish 

[2013-03-20] http://www.zenit.org/article-44987?l=spanish

[2013-03-08] http://www.zenit.org/article-44634?l=spanish

[2013-03-02] http://www.zenit.org/article-44693?l=spanish

[2013-02-22] http://www.zenit.org/article-44305?l=spanish

[2013-02-15] http://www.zenit.org/article-44304?l=spanish

[2013-02-08] http://www.zenit.org/article-44303?l=spanish

[2013-01-25] http://www.zenit.org/article-44212?l=spanish

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beato Ludovico Pavoni
«El cura de los chicos pobres»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 01 de abril de 2013 (Zenit.org) - Pío XII calificó a Ludovico como «otro Felipe Neri... precursor de san Juan Bosco... perfecto emulador de san José Cottolengo». Nació en Brescia el 11 de septiembre de 1784. Su ilustre familia, los Poncarali, pertenecía a la nobleza. Eran dueños de grandes posesiones. Pero los utópicos ideales de la Revolución Francesa, portando aires triunfales, penetraron en la ciudad y arrasaron los derechos de muchos ciudadanos. En 1797 miembros del ejército tomaron bajo su mando el palacio Poncarali y firmaron el manifiesto «Juramos vivir libres o morir». Sin darse ínfulas de nada, ni comprometerse con idílicos principios, únicamente con la sencillez de la verdad por bandera, Ludovico se había adentrado en el drama de los pobres. Ya conocía el asfixiante ambiente de las fábricas y lo que cuesta el aserto bíblico de ganarse el pan con el sudor de la frente. Había sido el primogénito de cinco hermanos, y todos los ojos estaban puestos en él aún sin adivinar entonces lo que iba a depararle la vida. A lo largo de los años, otras personas tendrían en cuenta sus cualidades y virtudes al punto de encomendarle altas misiones eclesiásticas. En esa época abastecía su alma cada mañana con el más excelente manjar: la Eucaristía en la iglesia de San Lorenzo. Mientras tanto, los que proclamaron la libertad esclavizaron al pueblo. Les privaron de bienes gratuitos que movimientos eclesiales proporcionaban a los desamparados, suprimieron escuelas, centros benéficos e incluso el seminario.

En una de las posesiones familiares Ludovico realizaba obras de misericordia. Compartía con los chavales de su edad que no pudieron costearse estudios los conocimientos que tenía. Además, les enseñaba el catecismo. Su sensibilidad por estos jóvenes desamparados fue aumentando. Y con ella su amor al sacerdocio. En 1805 perdió a su padre, que falleció profundamente apenado por las desavenencias con uno de los hijos. Cuando Ludovico ofició su primera misa en 1807 percibió con aflicción la ausencia de este díscolo hermano, que estaba casado. La lectura de un libro hizo que Ludovico tomase el sendero que guiaría el resto de su existencia: ‘Sobre las influencias morales’ escrito por Schedoni, fue providencial. Con lucidez su autor ponía de relieve lo ya conocido: si a los chicos se les deja a su aire, no se les exige la escolarización, y se ponen a su alcance puertas abiertas a la indisciplina y a la inmoralidad, el camino hacia el delito está en marcha. Lo dice el refrán: «quien siembra vientos, cosecha tempestades». Así que Ludovico tomó la resolución de implicarse por completo en la tarea de restaurarlos.

En noviembre de 1809 murió su madre dejándole gran pesar. Sin tiempo que perder, impulsó un centro parroquial para los muchachos del entorno. A otros los rescató de las calles conquistándolos con una simple limosna y el gozo reflejado en su semblante. Les allanó el camino disponiendo un hogar donde acogerlos, un «Oratorio». Los pilares de su capacitación en prácticos oficios (carpintería e imprenta) comenzó en Brescia. Su iniciativa fue bendecida por el prelado Gabrio María Nava, que tenía gran debilidad por este colectivo marginal. Conocía la trayectoria del beato, que ya era popularmente denominado «el cura de los chicos pobres». En 1812 lo designó secretario suyo. Seis años más tarde le nombró canónigo confiándole la rectoría de la Basílica de San Bernabé. Además, le encargó la fundación del «Instituto privado de beneficencia». Era una «Escuela de Oficios» de carácter gratuito. En 1821 recibió el nombre de «Pío Instituto de San Bernabé». Sus destinatarios eran jóvenes sin hogar ni recursos que, desde el punto de vista profesional, saldrían de sus aulas bien preparados para entrar en el mundo laboral. Y, desde la perspectiva espiritual, listos para lidiar con un ambiente poco sano y, por tanto, cristiano. Otra de las obras emprendidas por Ludovico fue la «Escuela Tipográfica», una novedad en Italia al tratarse de la primera escuela gráfica que se abría, convertida después en editorial. Fue ampliada en 1841 para otro grupo de sordomudos. Y como su entusiasmo y creatividad no tenían fronteras, en diez años logró que los jóvenes pudieran elegir entre un interesante abanico de profesiones: tipografía, encuadernación de libros, papelería, etc. Los oficios a los que podrían aspirar serían igualmente extensos: plateros, cerrajeros, carpinteros, torneros, zapateros... Era un gran logro, sin duda, por el cual en 1844 fue condecorado por el emperador de Austria, quien le concedió el título de Caballero de la Corona de Hierro. Su destino fue un cajón. Hubiera preferido ayuda para sus chicos.

Esta formidable labor caritativo-social para que subsistiera precisaba personas generosas, entregadas, con empuje. Sobre todo, que tuviesen entre sus objetivos altos ideales espirituales. Ludovico pensaba en esa opción cuando eligió entre los muchachos a los que juzgaba cumplían esos requisitos y fundó con ellos la Congregación de los Hijos de María Inmaculada, erigida canónicamente en 1847. Comenzaban a verse los frutos de su religioso tesón: «debemos sembrar con confianza; no importa si los frutos no se ven». Ese mismo año emitió los votos perpetuos. Su incesante entrega prosiguió hasta el fin de sus días, aunque sus chicos le sugerían que descansase alguna vez. Su invariable respuesta era «descansaremos en el cielo». Ese momento le sorprendió en Saiano, lugar cercano a Brescia. A pesar de su delicado estado de salud había acudido allí para liberar a sus muchachos de los atropellos provocados por los austríacos insurrectos que integraban la revuelta «de los Diez Días». Llegó el 24 de marzo de 1849 y murió el 1 de abril diciendo: «Queridos míos... adiós». Era Domingo de Ramos. Poco antes pudo transmitirles esta consigna: «Tened fe, no os desaniméis. Dios, desde el cielo, rige y dispone el destino de los hombres. Haced siempre el bien a todos y amad a Jesús y a nuestra madre, la Virgen Inmaculada». Juan Pablo II lo beatificó el 14 de abril de 2002.

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Espiritualidad


El vaso, el agua y el elefante
Carta pastoral del obispo de San Sebastián sobre ''Nueva Era'' y el relativismo religioso

Por José Ignacio Munilla

SAN SEBASTIáN, 01 de abril de 2013 (Zenit.org) - Ofrecemos la carta pastoral del obispo de San Sebastián José Ignacio Munilla, publicada este 31 de marzo, en la que afronta las teorías de la denominada "Nueva Era" que cuestionan el valor de las religiones para explicar el Misterio de Dios. El obispo sale al paso de estas teorías que valoran la espiritualidad frente a la religión.

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La Iglesia Católica se encuentra en plena celebración del Año de la Fe. Los obispos hemos recibido el ministerio de guardar la integridad de la fe. Se trata de una encomienda que abarca tres niveles: Tener una fe coherente, predicar con pedagogía y rebatir los errores contrarios. Pues bien, tengo que confesar que me preocupa cómo se difunden en nuestros días algunas imágenes sobre la religiosidad y la espiritualidad, que son claramente incompatibles con nuestra fe católica. Me refiero en concreto a las dos siguientes: “El vaso y el agua”: Se pretende diferenciar entre la religión y la espiritualidad sirviéndose del referido símil. Las religiones serían como el vaso (hay muchos vasos); mientras que la espiritualidad sería como el agua. Se puede beber agua en diversos tipos de vasos o sin necesidad de ellos. Así ocurriría también con las religiones; todas ellas serían igualmente válidas para beber el agua de la espiritualidad.

“El elefante”: Se representa a un elefante rodeado de una serie de personajes vestidos con los atuendos típicos de diferentes religiones; todos ellos con los ojos totalmente vendados: Un obispo católico toca con sus manos la trompa; un monje budista palpa un colmillo del elefante; un imán acaricia una de las patas traseras; un rabino manosea una de las orejas del elefante… Y en la parte baja inferior de esta viñeta se puede leer: “Dios es mayor que lo que las religiones dicen sobre Él”. Es obvio que la conclusión a la que pretende hacernos llegar esta imagen del elefante es que todas las religiones se reducen a un intento infructuoso del hombre de alcanzar a Dios.

Alguien dijo que el relativismo es el ‘santo y seña’ más característico de la cultura occidental secularizada. Y sin lugar a dudas, la reflexión teológica no está al margen de este riesgo. La teoría del “pluralismo religioso” —es decir, la presentación de todas las religiones como igualmente verdaderas— no es sino la lectura del hecho religioso a la luz del relativismo. La Nueva Era ha resultado ser una aliada inestimable para la penetración del relativismo en el campo religioso. Lo que hoy en día se lleva es el sincretismo y el esoterismo, como distintivo de una espiritualidad que está abierta a “todo”, sin necesidad de creer en “nada” en concreto.

Sin embargo, quienes piensan que por este camino están descubriendo una espiritualidad moderna, están muy equivocados. En el fondo, nos encontramos ante una reedición del paganismo del Imperio Romano con el que se tuvo que enfrentar el cristianismo. Pongo un ejemplo ilustrativo muy concreto; el debate entre Simanco y San Ambrosio en el siglo IV: Un presidente del Senado romano, de nombre Simanco, colocó un “ara de la Victoria” en el aula del Senado. Cada uno de los senadores debía quemar incienso en ese altar, independientemente de sus creencias, porque a juicio de Simanco tanto el cristianismo como el paganismo eran igualmente válidos. En su opinión todas las religiones son igualmente válidas al tratarse de caminos de búsqueda de una realidad que nos supera y que nunca podremos alcanzar. Su disertación se resume en la siguiente frase: “A tan gran Misterio es imposible que se pueda llegar por un solo camino”.

Los cristianos se negaron en redondo a quemar incienso en ese altar pagano. San Ambrosio, obispo de Milán, fue el encargado de responder a Simanco: Ciertamente el misterio de Dios es inaccesible al ser humano por sus solas fuerzas, pero este misterio se nos ha hecho accesible por la Revelación de Dios. La religión cristiana no es el camino del hombre a Dios, sino el camino de Dios al hombre. Por lo tanto, en palabras de San Ambrosio, los caminos de acceso a Dios no son múltiples, sino uno solo: el camino por el que Dios se ha acercado al hombre.

El senador pagano Simanco —y con él, los defensores del pluralismo religioso en nuestros días— piensan que “a tan gran Misterio es imposible que se pueda llegar por un solo camino”. Sin embargo, San Ambrosio mantiene que el politeísmo es irracional, y que Dios nos ha librado de él gracias a la Revelación. A diferencia de otras religiones, la religión cristiana no es una gnosis, una salvación por el conocimiento, sino que nace del hecho histórico de la Encarnación, Muerte y Resurrección de Cristo, gracias a las cuales Dios nos ha abierto el camino de acceso a su Misterio de vida. Aquí reside la originalidad del cristianismo: El acontecimiento central de la historia humana ha sido la venida de Dios, quien en Cristo, ha salido al encuentro del hombre. La teoría del pluralismo religioso es totalmente incompatible con nuestra fe en la Encarnación. Las tendencias relativistas y sincretistas ligadas en mayor o menor medida a la Nueva Era, tienen muy poco de “nuevas”, ya que en el fondo son una reedición del paganismo romano, que no podía soportar que Jesucristo fuese presentado como el “único mediador entre Dios y los hombres” (1 Tm 2, 5). Y es que, después de dos mil años de historia, ¡es muy difícil inventar una herejía original!

Pasados cincuenta años, estamos ante una buena oportunidad de redescubrir el Concilio Vaticano II, en el que de una forma muy equilibrada, se afirma por una parte, que en las diversas religiones podemos encontrar semillas de verdad, e incluso una cierta preparación para el Evangelio (cfr. LG 16). Pero al mismo tiempo se recuerda que solamente en Cristo y en su Iglesia se pueden encontrar la Revelación de Dios y la plenitud de los medios de la salvación (cfr. UR 3).

En definitiva, Jesucristo no solo es el agua, sino que también es el vaso. Y es que, en el cristianismo no se puede distinguir entre religiosidad y espiritualidad; de la misma forma que en el ser humano no se pueden separar las venas de la carne, sin acabar con su vida.

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La alegría de vivir

Por Juan del Río Martín

MADRID, 01 de abril de 2013 (Zenit.org) - Ofrecemos a los lectores un artículo de nuestro colaborador el obispo castrense de España Juan del Río Martín para este tiempo de alegría pascual.

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La sociedad actual está repleta de deleites que dejan insatisfecho el corazón de la persona. Todo es tan artificial, que la vida se nos escapa y no descubrimos la felicidad que encierra el existir humano, a pesar de que caminemos por “cañadas oscuras” en estos tiempos de crisis. La gran pregunta del domingo de Pascua es: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive?” (Lc 24,5). A esto respondía el Papa Francisco, cuando era Cardenal de Buenos Aires (Argentina): “¡Cuántas veces necesitamos que esta frase nos rescate del ámbito de la desesperanza y de la muerte! Necesitamos que se nos grite esto cada vez que, recluidos en cualquier forma de egoísmos pretendemos saciarnos con el agua estancada de la autosuficiencia. Necesitamos que se nos grite esto cuando, seducidos por el poder terrenal que se nos ofrece, claudicamos de los valores humanos y cristianos y nos embriagamos con el vino de la idolatría de nosotros mismos que solo puede prometernos un futuro sepulcral” (2007).

Ante una cultura depresiva y descreída, es urgente que los cristianos de hoy recuperemos la frescura de los primeros discípulos que surgió porque no creían en un Dios de muertos, sino en un Dios de vivos, que había resucitado a su Hijo Jesucristo de “entre los muertos”, y ellos eran sus testigos. (cf. Hech 3,15).

La resurrección produjo en el corazón de la comunidad primitiva una explosión de indescriptible alegría: Dios ha cumplido su palabra, la muerte ha sido vencida y nuestro final no es la nada sino la plenitud del amor en el gran Viviente. ¿A qué es debido esto? Porque Dios no se ha desentendido de las criaturas, sino que se hizo hombre por nosotros, cargando con las miserias de la débil naturaleza humana, la cual se ha visto trasformada por la muerte y resurrección del Señor Jesús. Con ello ha abierto caminos de esperanza de que también tú y yo participaremos un día de su gloria divina. “Si nuestra esperanza en Cristo no va más allá de esta vida, somos los más miserables de todos los hombres. Pero no, Cristo ha resucitado de entre los muertos, como anticipo de quienes duermen el sueño de la muerte”. (1Cor 15,19).

La alegría cristiana está basada en la llamada a la vida eterna que significa la fe en la Resurrección. Todo aquel que la posee no tiene temor, ni angustia, ni ansiedad, sino que experimenta, ya aquí, los gozos que da la confianza en Dios. Con la mirada puesta en la eternidad vemos cómo las cosas de este mundo pasan y terminan, sin embargo Dios permanece. Así, viviendo en el mundo, nos alegramos ya en el Señor que ha vencido la muerte. Por eso mismo, cada Pascua en la Iglesia es un momento de gracia para renovarnos en la alegría permanente, pues como dice San Agustín: no es poca la alegría de la esperanza, que ha de convertirse luego en posesión (Sermón 21).

La alegría pascual marca el estado del alma del cristiano. Por muchas que sean las pruebas de la vida cotidiana, la fuerza de la fe supera las dificultades. Incluso en los momentos más oscuros contamos con la luz resplandeciente que dimana del Misterio Pascual. Esa alegría lleva a Dios y crea fraternidad entre los hermanos. Porque sembrar alegría es la mejor forma de hacer caridad y, a la vez, de anunciar la Buena Noticia del Evangelio.

¡Animo, pues! Con la alegría de tu corazón puedes hacer mucho bien a tu alrededor, en medio de una sociedad que vive de alegrías efímeras y que desconoce, o no quiere reconocer, que la alegría que nunca se acaba es la que nace en Dios y en Él tiene su fin. Por eso, viene bien repetir con la Iglesia este himno pascual: ¡Alegría!, ¡alegría, ¡alegría!/ La muerte, en huida/ ya va malherida./ Los sepulcros se quedan desiertos./ Decid a los muertos:/ ¡Renace la Vida,/ y la muerte ya va de vencida!

¡Feliz Pascua a todos!

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