2.04.13

Un amigo de Lolo - Aceptar lo que Dios quiere para nosotros, su voluntad

A las 1:16 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

El bienestar del alma encuentra acomodo en el sentir su dicha donde Dios dejó escrita su Ley

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Aceptar lo que Dios quiere para nosotros, su voluntad

“Las espigas se cuajan verdaderamente en conformidad”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (708)

Aquellas personas que sabemos que tenemos una fe que llena nuestro corazón y nuestra existencia, estamos en la seguridad de que tal creencia nos ha sido dada y, manifestando una voluntad propia de un buen hijo, la hemos aceptado. No otra cosa cuando decimos que creemos y que, al fin y al cabo, estamos de acuerdo con las realidades espirituales que supone decir sí a Dios.

La Madre nos enseñó, ya desde bien joven, lo que significaba dejar que cuajara en su corazón la espiga de la vida eterna. Dijo sí sin duda alguna y se presentó como la esclava del Señor. Nosotros, por lo tanto, sólo podemos manifestar gozo aceptando lo que Dios quiere para nosotros y dejando que fructifique en nuestro corazón la vida que nos ofrece el Padre.

Y hay, como bien sabemos, un ejemplo clarificador de lo que supone, para un hijo de Dios, aceptar lo que quiere el Padre. Lo manifestó Jesús cuando, en el huerto de los olivos, quiso, por un momento, que se apartara el cáliz del dolor que se le iba dar de beber. Sin embargo, prevaleció la voluntad del Padre y supo, de inmediato, que su vida inmediata debía ser la que fue. Dijo, también como su Madre, sí al Creador. Y en Él también fructificó la semilla plantada en su corazón.

Estar, pues, conformes con Dios, supone para nosotros una garantía de fe y un comportamiento adecuado a lo que quiere, para nosotros, Quien nos creó y Quién nos mantiene. Manifestamos una adhesión íntima al Creador y decimos, como haría un hijo con su padre a quien ama y tiene presente en su vida, que no queremos alejarnos mucho de Él. Totalmente nos adecuamos, si somos capaces de no sucumbir al mundo y a sus atracciones, a lo que pretende para nosotros que siempre, siempre, es lo mejor aunque podamos creer que no nos conviene.

Solemos mirar, para nuestros adentros, en busca de lo que Dios quiere para nosotros. Si hemos permitido que su Espíritu haya tomado posesión de nuestro corazón, no permitiremos que prevalezca aquello que se aleja de Dios. Muy al contrario haremos porque sabemos que la esperanza que nos sostiene es aquella que se fundamenta en el Amor del Padre. Tal Amor, escrito así con mayúscula porque es grande y no tiene límite alguno, nos ofrece ser hijos que saben que su Padre espera de ellos lo mejor y que lo mejor sólo puede alcanzarse si nos entregamos sin mirar ni qué dirán de tal entrega ni qué supondrá para nosotros la misma.

De todas formas, siempre ha sido lo mejor ser creyentes sabiéndose hijos de Dios.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán