6.04.13

 

Desde que el ministro Gallardón tomó posesión de su cargo ha anunciando en repetidas ocasiones una reforma de la actual ley del aborto. Todos esos anuncios se han incumplido. En InfoCatólica hemos recopilado sus mentiras:

Supongo que todavía le queda algo del sentido del ridículo, o ha pensado que ya está bien de tomar el pelo al personal, y le ha pasado el testigo de las mentiras a la ministra de Sanidad, Ana Mato, que ayer nos dijo que “el gobierno español dice que sigue trabajando para ajustar la ley del aborto a la sentencia del Constitucional". Se refieren a la primera sentencia del TC sobre la ley anterior. Pero como sigan trabajando con tanta diligencia, lo mismo nos encontramos con una nueva sentencia del tribunal sobre la ley actual. Y conociendo como conocemos la configuración del Constitucional, pocas dudas caben de que dicha sentencia sería favorable a que el aborto sea considerado como un derecho. Y entonces el gobierno haría exactamente lo mismo que ha hecho con el matrimonio gay. O sea, dejar las cosas como estaban.

No hace falta ser un eminentísimno catedrático en derecho para entender que el cambio de una ley de plazos por otra de suspuestos -como la que había antes- no necesita una elaboración de 18 meses. Basta con querer cambiarla. Pero cuando no se quiere, los plazos se alargan indefinidamente. Y lo cierto es que a este gobierno le preocupa más la protesta social de la izquierda proabortista que las “fiestas” de la “derecha” provida.

Bien sabe el PP que la cuestión del aborto y del gaymonio no le resta apenas votos. Es más, probablemente han echado cuentas y electoralmente les interesa más el no hacer nada que dar la imagen de ser un partido demasiado escorado hacia posturas que tengan algo que ver con una cosmovisión cristiana de la sociedad. La casi absoluta ausencia de presencia mediática de opciones políticas provida facilita mucho las cosas al principal partido de la derecha española.

La paganización de la sociedad no viene solo de la propaganda laicista, anticlerical y promotora de la cultura de la muerte de la izquierda. La derecha parlamentaria tiene mucho de culpa por su cobardía en defender los valores en los que se supone que cree buena parte de su base electoral. Aunque, a día de hoy, creo que no es tanto una cuestión de cobardía como de abandono de dichos valores. En otras palabras, el elemento cristiano dentro del PP brilla por su ausencia y solo unos cuantos tontos útiles -¿o necios cómplices?- sirven como cebo para seguir engañando a los incautos que se dejan engañar.

Muchas ciudades de España tendrán hoy concentraciones provida. La mayor de todas se dará en la Puerta del Sol de Madrid. La labor de las organizaciones cívicas ha sido fundamental para mantener viva la esperanza de que las conciencias de muchos españoles sigan teniendo en cuenta que hay que defender el más elemental de los derechos, sin el cual, todo lo demás es una gran farsa. De nada vale la libertad política, sindical, de prensa, religiosa, etc, si no existe el derecho a nacer sin que te despedacen dentro del seno materno. Una democracia abortista es un régimen tiránico, despreciable y digno de condena desde los valores evangélicos y desde la doctrina social de la Iglesia.

En ese sentido, por muchas manifestaciones provida que organicemos, nada realmente efectivo se conseguirá si no se logra que a la hora de votar, la gente que acude a esas concentraciones dirija su voto a opciones políticas que realmente defiendan el derecho a vivir desde la concepción hasta la muerte natural. O, en otras palabras, menos decir que somos provida y más votar para que el elemento provida esté presente en nuestros parlamentos y ayuntamientos. Quienes levantan una mano para protestar contra este gobierno y luego usan la otra para votarle son unos grandes hipócritas. Quienes se manifiestan a favor de la vida y luego hacen todo lo que está en su mano para evitar que exista una alternativa política provida capaz de lograr un buen resultado electoral, son quintacolumnistas de la cultura de la muerte. No señalo nombres ni doy siglas. Es más, no pienso admitir un solo comentario en el que se den nombres y siglas. Pero al que le caiga el saco, que se lo ponga.

Luis Fernando Pérez Bustamante