11.04.13

 

Cualquier cosa, Señor, en estos mundos. No sale uno de un susto y se mete en otro. Acabo de enterarme que Teresa Forcades y Arcadi Oliveres entran en política. A mí como si entran en crisis, en el metro, en el bus, o en la asociación para la defensa del robellón, se casan, bailan una sardana o se ponen el huelga de hambre. Me trae completamente sin cuidado.

El problema en este caso es que la una tiene prefijo: “sor” y el otro sufijo: “Justicia y Paz”. Y ahí comenzamos a no entendernos. Que Arcadi Oliveres se monte una plataforma independentista y de izquierdas me trae al fresco. Pero que el presidente de Justicia y Paz se dedique a la política partidista me parece aberrante. Yo, deben ser cosas mías, quiero un presidente de Justicia y Paz de otra manera: que tenga como principio fundamental promover la justicia y la paz según la doctrina de la Iglesia. Quiero entender desde mis pobres entendederas que difícilmente eso va a ser posible cuando uno hace pública opción de izquierda radical, independentismo en lo que específicamente denominan una opción de “izquierdas y soberanista”. Pues que lo haga el señor Oliveres, él sabrá, que ahí esté el presidente de Justicia y Paz me chirría.

Más divertido es lo de sor Forcades. Doña Teresa puede hacer lo que le venga en gana. Sor Teresa lo tiene más crudo. Sor Teresa hace tiempo que está pidiendo a gritos dos leches desde Roma, y la verdad que en eso va por buen camino. Aparte sus más que controvertidas declaraciones (hoy estoy de buenas), hay ya algún librito que pone las cosas más serias. Si a todo esto añadimos su salto a la actividad política ¿tendrán las reuniones en el locutorio?, no sé yo si en Roma seguirán aguantando.

Ahora, esto puede ser una perfecta estrategia para conseguir sor Teresa varias cosas de un golpe. En primer lugar, dejar el convento, cosa que me temo está deseando, pero en lugar de reconocer que se va porque está harta, presentarlo como exigencia de Roma –malos que son en el Vaticano, ya se sabe-. Además, podría presentarse como mártir de la institución, cosa que siempre añade un grado al pedigrí. Y con un poco de suerte, no hace falta demasiada, como ya no tiene la circunstancia de ser una “sor”, se presenta a próximas elecciones, saca un puestecillo en el parlamento de Cataluña o en alguna diputación y ya tiene trabajo para los días de su vida, eso sí, disfrazándolo de sacrificio por el pueblo. Es un plan fantástico. No sé si habrán pensado en decírselo a la Caram, que tampoco haría ascos.

Preguntas me surgen. Por ejemplo, si aquel que nombró al señor Olivares como presidente de Justicia y Paz (y no sé quién es, en cualquier caso los obispos de Cataluña), no tiene nada que decir. Por ejemplo, si la superiora local de sor Teresa, y de ahí hasta el P. Carballo, recién nombrado secretario en el dicasterio romano para la vida religiosa, no tienen nada que decir. Espero que lo digan porque si no esto es para ciscarse directamente en la puerta de la catedral de Barcelona y encima pedir indulgencias.