12.04.13

 

Ecclesiastés 10,1 es uno de los versículos que más tienen que tener en cuenta los fieles que están en una postura de responsabilidad pública y/o pastoral. Dice así:

Una mosca muerta en él estropea el ungüento del perfumista, y un poco de locura puede pesar más que la sabiduría y la honra.

Yo mismo, desde que soy director de un medio de comunicación como InfoCatólica, he de tener especial cuidado en lo que digo tanto en este blog como en las redes sociales. Y en ocasiones, no lo tengo. Y eso provoca un grave perjuicio tanto el portal como, siquiera indirectamente, a la Iglesia.

Me guste más o me guste menos, mi posición implica que se analice con lupa cualquier manifestación que haga. Dado que son muchos los que tienen a InfoCatólica como uno de los referentes para informarse y formarse la opinión, mis meteduras de pata son más graves que las que pueda cometer otro bloguero o articulista infocatólico. Y mucho más que las de los comentaristas.

Cuando uno se equivoca tiene dos opciones:
1- Mantenerse en el error.
2- Intentar corregirlo.

La primera de las opciones solo sirve para agravar las consecuencias indeseables. La segunda, se puede hacer de varias maneras:

1- No volver a caer en el error pero hacer como si no se hubiera cometido. No me parece lo más oportuno. Entre otras razones porque lo que sale en internet lo lee mucha gente y muchos se guardan copia.
2- Rectificar y pedir disculpas públicamente. Es mejor que la primera opción. Nadie está exento de equivocarse. Y todos tienen derecho a rectificar.

No es igual que cometa un error un catequista, un párroco, un obispo o un cardenal. Ni es lo mismo que lo cometa un bloguero o un director de un medio de comunicación católico. Así que es bueno y necesario que los fieles pidan al Señor especialmente por aquellos que están en puestos de responsabilidad o de influencia en la opinión pública dentro de la Iglesia y ante la sociedad.

Luis Fernando Pérez Bustamante