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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 05 de mayo de 2013

 

Pidamos a la Virgen María que nos enseñe a afrontar con fe las actividades de cada día, abriendo cada vez más nuestra vida al Señor.

Papa Francisco, último tuit en @pontifex_es.

 


Doc. Francisco

''En las parroquias, en las diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana''
Homilía del papa Francisco a las cofradías y hermandades del mundo, peregrinas en Roma por el Año de la Fe

María, inspiración para todas las madres del mundo
Palabras del papa Francisco ayer en la basílica de Santa María la Mayor

Francisco papa

Autenticidad evangélica, eclesialidad, ardor misionero
Ha pedido el papa a las cofradías y hermandades de todo el mundo presentes en Roma

''El amor por la Virgen es una de las características de la piedad popular''
Palabras del papa en el rezo del ''Regina Coeli''

La madre ayuda a los hijos a mirar con realismo los problemas de la vida y a superarlos
Dijo el Obispo de Roma ayer en el rezo del rosario en la basílica de Santa María la Mayor

Mirada al mundo

Treinta y un nuevos sacerdotes del Opus Dei de trece países
Ordenados por monseñor Javier Echevarría en la basílica San Eugenio de Roma

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beato Nunzio Sulprizio
«Patrón de los inválidos y de los accidentados por causas laborales»

Foro

Desquiciamiento ético
La familia cristiana, una respuesta a la violencia ambiental

Documentación

''México es un país agraviado y lastimado''
Más de cien congregaciones religiosas se comprometen a construir la paz ''por la escucha compasiva y la solidaridad''


Doc. Francisco


''En las parroquias, en las diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana''
Homilía del papa Francisco a las cofradías y hermandades del mundo, peregrinas en Roma por el Año de la Fe

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 05 de mayo de 2013 (Zenit.org) - A las 10 horas de hoy, VI Domingo de Pascua, ante la basílica vaticana, en la plaza de San Pedro, el papa Francisco ha celebrado la eucaristía para los miembros de las cofradías y hermandades llegados a Roma de todo el mundo, para asistir a la celebración de la Jornada de las Cofradías y de la Piedad Popular, con motivo del Año de la Fe. Ofrecemos el texto de la homilía.

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Queridos hermanos y hermanas:

En el camino del Año de la Fe, me alegra celebrar esta Eucaristía dedicada de manera especial a las Hermandades, una realidad tradicional en la Iglesia que ha vivido en los últimos tiempos una renovación y un redescubrimiento. Os saludo a todos con afecto, en especial a las Hermandades que han venido de diversas partes del mundo. Gracias por vuestra presencia y vuestro testimonio.

Hemos escuchado en el Evangelio un pasaje de los sermones de despedida de Jesús, que el evangelista Juan nos ha dejado en el contexto de la Última Cena. Jesús confía a los Apóstoles sus últimas recomendaciones antes de dejarles, como un testamento espiritual. El texto de hoy insiste en que la fe cristiana está toda ella centrada en la relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Quien ama al Señor Jesús, acoge en sí a Él y al Padre, y gracias al Espíritu Santo acoge en su corazón y en su propia vida el Evangelio. Aquí se indica el centro del que todo debe iniciar, y al que todo debe conducir: amar a Dios, ser discípulos de Cristo viviendo el Evangelio. Dirigiéndose a vosotros, Benedicto XVI ha usado esta palabra: «evangelicidad». Queridas Hermandades, la piedad popular, de la que sois una manifestación importante, es un tesoro que tiene la Iglesia, y que los obispos latinoamericanos han definido de manera significativa como una espiritualidad, una mística, que es un «espacio de encuentro con Jesucristo». Acudid siempre a Cristo, fuente inagotable, reforzad vuestra fe, cuidando la formación espiritual, la oración personal y comunitaria, la liturgia. A lo largo de los siglos, las Hermandades han sido fragua de santidad de muchos que han vivido con sencillez una relación intensa con el Señor. Caminad con decisión hacia la santidad; no os conforméis con una vida cristiana mediocre, sino que vuestra pertenencia sea un estímulo, ante todo para vosotros, para amar más a Jesucristo.

También el pasaje de los Hechos de los Apóstoles que hemos escuchado nos habla de lo que es esencial. En la Iglesia naciente fue necesario inmediatamente discernir lo que es esencial para ser cristianos, para seguir a Cristo, y lo que no lo es. Los Apóstoles y los ancianos tuvieron una reunión importante en Jerusalén, un primer «concilio» sobre este tema, a causa de los problemas que habían surgido después de que el Evangelio hubiera sido predicado a los gentiles, a los no judíos. Fue una ocasión providencial para comprender mejor qué es lo esencial, es decir, creer en Jesucristo, muerto y resucitado por nuestros pecados, y amarse unos a otros como Él nos ha amado. Pero notad cómo las dificultades no se superaron fuera, sino dentro de la Iglesia. Y aquí entra un segundo elemento que quisiera recordaros, como hizo Benedicto XVI: la «eclesialidad». La piedad popular es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia, en comunión profunda con vuestros Pastores. Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia os quiere. Sed una presencia activa en la comunidad, como células vivas, piedras vivas. Los obispos latinoamericanos han dicho que la piedad popular, de la que sois una expresión es « una manera legítima de vivir la fe, un modo de sentirse parte de la Iglesia» (Documento de Aparecida, 264). Amad a la Iglesia. Dejaos guiar por ella. En las parroquias, en las diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana. Veo en esta plaza una gran variedad de colores y de signos. Así es la Iglesia: una gran riqueza y variedad de expresiones en las que todo se reconduce a la unidad, al encuentro con Cristo.

Quisiera añadir una tercera palabra que os debe caracterizar: «misionariedad». Tenéis una misión específica e importante, que es mantener viva la relación entre la fe y las culturas de los pueblos a los que pertenecéis, y lo hacéis a través de la piedad popular. Cuando, por ejemplo, lleváis en procesión el crucifijo con tanta veneración y tanto amor al Señor, no hacéis únicamente un gesto externo; indicáis la centralidad del Misterio Pascual del Señor, de su Pasión, Muerte y Resurrección, que nos ha redimido; e indicáis, primero a vosotros mismos y también a la comunidad, que es necesario seguir a Cristo en el camino concreto de la vida para que nos transforme. Del mismo modo, cuando manifestáis la profunda devoción a la Virgen María, señaláis al más alto logro de la existencia cristiana, a Aquella que por su fe y su obediencia a la voluntad de Dios, así como por la meditación de las palabras y las obras de Jesús, es la perfecta discípula del Señor (cf. Lumen gentium, 53). Esta fe, que nace de la escucha de la Palabra de Dios, vosotros la manifestáis en formas que incluyen los sentidos, los afectos, los símbolos de las diferentes culturas... Y, haciéndolo así, ayudáis a transmitirla a la gente, especialmente a los sencillos, a los que Jesús llama en el Evangelio «los pequeños». En efecto, «el caminar juntos hacia los santuarios y el participar en otras manifestaciones de la piedad popular, también llevando a los hijos o invitando a otros, es en sí mismo un gesto evangelizador» (Documento de Aparecida, 264). Sed también vosotros auténticos evangelizadores. Que vuestras iniciativas sean «puentes», senderos para llevar a Cristo, para caminar con Él. Y, con este espíritu, estad siempre atentos a la caridad. Cada cristiano y cada comunidad es misionera en la medida en que lleva y vive el Evangelio, y da testimonio del amor de Dios por todos, especialmente por quien se encuentra en dificultad. Sed misioneros del amor y de la ternura de Dios.

Autenticidad evangélica, eclesialidad, ardor misionero. Pidamos al Señor que oriente siempre nuestra mente y nuestro corazón hacia Él, como piedras vivas de la Iglesia, para que todas nuestras actividades, toda nuestra vida cristiana, sea un testimonio luminoso de su misericordia y de su amor. Así caminaremos hacia la meta de nuestra peregrinación terrena, hacia la Jerusalén del cielo. Allí ya no hay ningún templo: Dios mismo y el Cordero son su templo; y la luz del sol y la luna ceden su puesto a la gloria del Altísimo. Que así sea.

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María, inspiración para todas las madres del mundo
Palabras del papa Francisco ayer en la basílica de Santa María la Mayor

Por Redacción

ROMA, 05 de mayo de 2013 (Zenit.org) - Ofrecemos el texto de las palabras del Obispo de Roma en la basílica de Santa María la Mayor, con motivo del rezo del santo rosario que presidió ayer sábado 4 de mayo, y en el que se centró en la figura de María y en la de la madre, ya que hoy se celebra el Día de la Madre.

*****
Agradezco a ustedes que hoy han venido a rezar a la Virgen, a la Madre, a la Salus Populi Romani. Esta tarde estamos aquí ante María. Hemos rezado bajo su guía maternal para que nos conduzca a estar cada vez más unidos a su Hijo Jesús, le hemos traído nuestras alegrías y nuestros sufrimientos, nuestras esperanzas y nuestras dificultades, la hemos invocado con la bella advocación de Salus Populi Romani, pidiendo para todos nosotros, para Roma y para el mundo que nos done la salud. Sí, porque María nos da la salud, es nuestra salud.

Jesucristo, con su Pasión, Muerte y Resurrección, nos trae la salvación, nos dona la gracia y la alegría de ser hijos de Dios, de llamarlo en verdad con el nombre de Padre. María es madre y una madre se preocupa sobre todo por la salud de sus hijos, sabe cuidarla siempre con amor grande y tierno. La Virgen custodia nuestra salud. ¿Qué quiere decir esto? Pienso sobre todo en tres aspectos: nos ayuda a crecer, a afrontar la vida, a ser libres.

1. Una mamá ayuda a los hijos a crecer y quiere que crezcan bien, por ello los educa a no ceder a la pereza --que también se deriva de un cierto bienestar– a no conformarse con una vida cómoda que se contenta sólo con tener algunas cosas. La mamá cuida a los hijos para que crezcan más y más, crezcan fuertes, capaces de asumir responsabilidades, de asumir compromisos en la vida, de tender hacia grandes ideales. El Evangelio de san Lucas dice que, en la familia de Nazaret, Jesús "iba creciendo y se fortalecía, lleno de sabiduría, y la gracia de Dios estaba con él" (Lc 2, 40). La Virgen hace precisamente esto con nosotros, nos ayuda a crecer humanamente y en la fe, a ser fuertes y a no ceder a la tentación de ser hombres y cristianos de una manera superficial, sino a vivir con responsabilidad, a tender cada vez más hacia lo alto.

2. Una mamá además piensa en la salud de sus hijos, educándoles también a afrontar las dificultades de la vida. No se educa, no se cuida la salud evitando los problemas, como si la vida fuera una autopista sin obstáculos. La mamá ayuda a los hijos a mirar con realismo los problemas de la vida y a no perderse en ellos, sino a afrontarlos con valentía, a no ser débiles, y saberlos superar, en un sano equilibrio que una madre "siente" entre las áreas de seguridad y las zonas de riesgo. Y esto una madre sabe hacerlo. Lleva al hijo no siempre sobre el camino seguro, porque de esta manera no puede crecer. Pero tampoco solamente sobre el riesgo, porque es peligroso. Una madre sabe equilibrar estas cosas. Una vida sin retos no existe y un chico o una chica que no sepa afrontarlos poniéndose en juego ¡no tiene columna vertebral! Recordemos la parábola del buen samaritano: Jesús no propone la conducta del sacerdote y del levita, que evitan socorrer al hombre que había caído en manos de ladrones, sino la del samaritano que ve la situación de ese hombre y la afronta de una manera concreta. María ha vivido muchos momentos no fáciles en su vida, desde el nacimiento de Jesús, cuando para ellos "no había lugar para ellos en el albergue" (Lc 2, 7), hasta el Calvario (cfr. Jn 19, 25). Y como una buena madre está cerca de nosotros, para que nunca perdamos el valor ante las adversidades de la vida, ante nuestra debilidad, ante nuestros pecados: nos da fuerza, nos muestra el camino de su Hijo. Jesús en la cruz le dice a María, indicando a Juan: "¡Mujer, aquí tienes a tu hijo!" y a Juan: "Aquí tienes a tu madre"(cfr. Jn 19, 26-27). En este discípulo todos estamos representados: el Señor nos confía en las manos llenas de amor y de ternura de la Madre, para que sintamos que nos sostiene al afrontar y vencer las dificultades de nuestro camino humano y cristiano. No tener miedo de las dificultades. Afrontarlas con la ayuda de la madre.

3. Un último aspecto: una buena mamá no sólo acompaña a los niños en el crecimiento, sin evitar los problemas, los desafíos de la vida, una buena mamá ayuda también a tomar las decisiones definitivas con libertad. Esto no es fácil. Pero una madre sabe hacerlo, en este momento en que reina la filosofía de lo provisional. Pero, ¿qué significa libertad? Por cierto, no es hacer todo lo que uno quiere, dejarse dominar por las pasiones, pasar de una experiencia a otra sin discernimiento, seguir las modas del momento; libertad no significa, por así decirlo, tirar por la ventana todo lo que no nos gusta. La libertad se nos dona ¡para que sepamos optar por las cosas buenas en la vida! María como buena madre nos educa a ser, como Ella, capaces de tomar decisiones definitivas, con aquella libertad plena con la que respondió "sí" al plan de Dios para su vida (cfr. Lc 1, 38).

Queridos hermanos y hermanas, ¡qué difícil es, en nuestro tiempo, tomar decisiones definitivas! Nos seduce lo provisional. Somos víctimas de una tendencia que nos empuja a lo efímero... ¡como si deseáramos permanecer adolescentes para toda la vida! ¡No tengamos miedo de los compromisos definitivos, de los compromisos que involucran y abarcan toda la vida! ¡De esta manera, nuestra vida será fecunda! Y ¡esto es libertad! Tener el coraje de tomar decisiones con grandeza.

Toda la existencia de María es un himno a la vida, un himno de amor a la vida: ha generado a Jesús en la carne y ha acompañado el nacimiento de la Iglesia en el Calvario y en el Cenáculo. La Salus Populi Romani es la mamá que nos dona la salud en el crecimiento, para afrontar y superar los problemas, en hacernos libres para las opciones definitivas; la mamá que nos enseña a ser fecundos, a estar abiertos a la vida y a ser cada vez más fecundos en el bien, en la alegría, en la esperanza, a no perder jamás la esperanza, a donar vida a los demás, vida física y espiritual.

Es lo que te pedimos esta tarde, ¡Oh María, Salus Populi Romani, para el pueblo de Roma, para todos nosotros: dónanos la salud que sólo tú puedes donarnos, para ser siempre signos e instrumentos de vida!.

Traducción al español realizada por Radio Vaticano

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Francisco papa


Autenticidad evangélica, eclesialidad, ardor misionero
Ha pedido el papa a las cofradías y hermandades de todo el mundo presentes en Roma

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 05 de mayo de 2013 (Zenit.org) - A las 10 horas de hoy, VI Domingo de Pascua, ante la basílica vaticana, en la plaza de San Pedro, el papa Francisco ha celebrado la eucaristía para los miembros de las cofradías y hermandades llegados a Roma de todo el mundo, para asistir a la celebración de la Jornada de las Cofradías y dela Piedad Popular, con motivo del Año de la Fe.

A lo largo de toda la Columnata de Bernini, se habían desplegado los crucifijos y estandartes de las diversas cofradías y hermandades presentes, mientras que la imagen de Nuestra Señora de Quintiliolo, llevada desde Tivoli, estaba situada cerca del altar.

Antes de la celebración eucarística, monseñor Salvatore Fisichella, presidente del Consejo Pontificio para la Nueva Evangelización, dirigió al papa unas palabras de saludo.

En su homilía, el papa ha agradecido a las cofradías y hermandades presentes, que han experimentando "en los últimos tiempos una renovación y un redescubrimiento", su presencia.

En primer lugar les ha pedido que vivan pegados al evangelio, comentando el texto de la lectura de hoy, que insiste "en que la fe cristiana está toda ella centrada en la relación con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo". "Quien ama al Señor Jesús, acoge en sí a Él y al Padre, y gracias al Espíritu Santo acoge en su corazón y en su propia vida el Evangelio", ha subrayado.

En segundo lugar, les han invitado a vivir la dimensión eclesial: "La piedad popular es una senda que lleva a lo esencial si se vive en la Iglesia, en comunión profunda con vuestros Pastores. Queridos hermanos y hermanas, la Iglesia os quiere. Sed una presencia activa en la comunidad, como células vivas, piedras vivas".

"Amad a la Iglesia. Dejaos guiar por ella. En las parroquias, en las diócesis, sed un verdadero pulmón de fe y de vida cristiana. Veo en esta plaza una gran variedad de colores y de signos. Así es la Iglesia: una gran riqueza y variedad de expresiones en las que todo se reconduce a la unidad, al encuentro con Cristo", ha subrayado.

Y ha señalado el papa un terceer aspecto que debe caracterizar a estas asociaciones laicales, la «misionariedad». "Tenéis una misión específica e importante, que es mantener viva la relación entre la fe y las culturas de los pueblos a los que pertenecéis, y lo hacéis a través de la piedad popular", les ha dicho.

"Cada cristiano y cada comunidad es misionera en la medida en que lleva y vive el Evangelio, y da testimonio del amor de Dios por todos, especialmente por quien se encuentra en dificultad. Sed misioneros del amor y de la ternura de Dios", les ha pedido.

Y ha recogido su homilía en una reflexión final: "Autenticidad evangélica, eclesialidad, ardor misionero. Pidamos al Señor que oriente siempre nuestra mente y nuestro corazón hacia Él, como piedras vivas de la Iglesia, para que todas nuestras actividades, toda nuestra vida cristiana, sea un testimonio luminoso de su misericordia y de su amor. Así caminaremos hacia la meta de nuestra peregrinación terrena, hacia la Jerusalén del cielo. Allí ya no hay ningún templo: Dios mismo y el Cordero son su templo; y la luz del sol y la luna ceden su puesto a la gloria del Altísimo. Que así sea".

Se puede leer el texto completo de la homilía en: http://www.zenit.org/article-45644?l=spanish

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''El amor por la Virgen es una de las características de la piedad popular''
Palabras del papa en el rezo del ''Regina Coeli''

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 05 de mayo de 2013 (Zenit.org) - Al concluir la santa misa para las cofradías y hermandades de todo el mundo, presentes en Roma, en la explanada ante la basílica de San Pedro, el santo padre Francisco rezó anticipadamente el Regina Coeli con los miles de fieles y peregrinos allí presentes y les dirigió las siguientes palabras.

*****

En este momento de profunda comunión en Cristo, sentimos viva en medio de nosotros también la presencia espiritual de la Virgen María. Una presencia materna, familiar especialmente para ustedes que integran las cofradías. El amor por la Virgen es una de las características de la piedad popular, que necesita ser valorizada y bien orientada. Por ello les invito a meditar sobre el último capítulo de la Constitución del Concilio Vaticano II sobre la Iglesia, la Lumen Gentium, que habla justamente de María en el misterio de Cristo y de la Iglesia. Allí dice que María “avanzó en la peregrinación de la fe” (n.58). Queridos amigos, en el Año de la Fe, les dejo este icono de María peregrina, que sigue al Hijo de Jesús y nos precede en el camino de la fe.

Hoy las Iglesias de Oriente --que siguen el calendario Juliano-- celebran la fiesta de la Pascua. Deseo enviar a estos hermanos y hermanas un saludo especial, uniéndome de todo corazón a ellos en la proclamación del hermoso anuncio: ¡Cristo ha resucitado! Recogidos en oración en torno a María, a Dios le solicitamos el don del Espíritu Santo, el Paráclito, para que consolide y conforte a todos los cristianos, especialmente los que celebran la Pascua entre pruebas y sufrimientos, y los guíe en la vía de la reconciliación y de la paz.

Ayer en Brasil fue proclamada la beata Francisca de Paula de Jesús, llamada Nhá Chica. Su vida sencilla fue dedicada toda a Dios y a la caridad, a tal punto que la llamaban “madre de los pobres”. Me uno a la alegría de la Iglesia en Brasil para esta luminosa discípula del Señor.

Saludo con afecto a todas las cofradías presentes que han venido de tantos países. ¡Gracias por vuestro testimonio de fe! Saludo también a los grupos parroquiales y a las familias, como a la gran parada de varias bandas musicales y asociaciones de los Schützen provenientes de Alemania.

Un saludo especial dirijo hoy a la Asociación Meter, en el Día de los niños víctimas de la violencia. Y esto me da la ocasión para dirigir mi pensamiento a cuantos sufrieron y sufren debido a abusos. Querría asegurarles que les tengo presentes en mis oraciones, si bien querría decir que todos debemos empeñarnos con claridad y coraje para que toda persona humana, especialmente los niños, que están entre las categorías más vulnerables, sea siempre defendida y protegida.

También animo a los enfermos de hipertensión pulmonar y a sus familiares.

¡Buen domingo y buen almuerzo!

Traducido del italiano por H. Sergio Mora

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La madre ayuda a los hijos a mirar con realismo los problemas de la vida y a superarlos
Dijo el Obispo de Roma ayer en el rezo del rosario en la basílica de Santa María la Mayor

Por Redacción

ROMA, 05 de mayo de 2013 (Zenit.org) - “María es madre y una madre se preocupa sobre todo por la salud de sus hijos, sabe cuidarla siempre con amor grande y tierno. La Virgen custodia nuestra salud. ¿Qué quiere decir esto? Pienso sobre todo en tres aspectos: nos ayuda a crecer, a afrontar la vida, a ser libres”, expresó el Obispo de Roma, después del rezo del Rosario, con el que formalmente tomó posesión de la basílica de Santa María Mayor, en Roma este sábado 4 de mayo.

Explicó el papa --según recogieron los micrófonos de Radio Vaticano- el papel fundamental de la madre en la familia: “No se educa, no se cuida la salud evitando los problemas, como si la vida fuera una autopista sin obstáculos. La mamá ayuda a los hijos a mirar con realismo los problemas de la vida y a no perderse en ellos, sino a afrontarlos con valentía, a no ser débiles, y saberlos superar, en un sano equilibrio que una madre 'siente' entre las áreas de seguridad y las zonas de riesgo. Y esto una madre sabe hacerlo. Lleva al hijo no siempre sobre el camino seguro, porque de esta manera no puede crecer. Pero tampoco solamente sobre el riesgo, porque es peligroso. Una madre sabe equilibrar estas cosas. Una vida sin retos no existe y un chico o una chica que no sepa afrontarlos poniéndose en juego ¡no tiene columna vertebral!”.

El papa afirmó también que “una buena mamá no sólo acompaña a los niños en el crecimiento, sin evitar los problemas, los desafíos de la vida, una buena mamá ayuda también a tomar las decisiones definitivas con libertad. Esto no es fácil. Pero una madre sabe hacerlo, en este momento en que reina la filosofía de lo provisional. Pero, ¿qué significa libertad? Por cierto, no es hacer todo lo que uno quiere, dejarse dominar por las pasiones, pasar de una experiencia a otra sin discernimiento, seguir las modas del momento; libertad no significa, por así decirlo, tirar por la ventana todo lo que no nos gusta. La libertad se nos dona ¡para que sepamos optar por las cosas buenas en la vida! María como buena madre nos educa a ser, como Ella, capaces de tomar decisiones definitivas, con aquella libertad plena con la que respondió 'sí' al plan de Dios para su vida (cfr. Lc 1, 38)".

Ver el texto completo en: http://www.zenit.org/article-45641?l=spanish.

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Mirada al mundo


Treinta y un nuevos sacerdotes del Opus Dei de trece países
Ordenados por monseñor Javier Echevarría en la basílica San Eugenio de Roma

Por Redacción

ROMA, 05 de mayo de 2013 (Zenit.org) - Son de trece países diferentes los 31 nuevos sacerdotes que recibieron este sábado 4 de mayo, la ordenación de manos de monseñor Javier Echevarría, prelado del Opus Dei, en la basílica de San Eugenio de Roma.

Según informa el Opus Dei, en su página web, entre los mayores de esta promoción de nuevos sacerdotes se encuentra Mario Pagani, de 54 años, nacido en Ramos Mejía (Argentina). Como ingeniero, ha trabajado 18 años en Bolivia, dirigiendo dos ONG especializadas en la ayuda a campesinos y ganaderos del altiplano. Ahora, en su misión sacerdotal, espera hacer llegar a otra mucha gente la felicidad que Dios transmite, "repartir entre los hombres los regalos que el Señor distribuye a través de sus sacerdotes".

También se ordena Julio Paz, argentino y médico. Para él, el hecho de que el nuevo santo padre sea argentino es, sí, un orgullo, pero "sobre todo una responsabilidad". Destaca la huella profunda que deja estudiar en Roma: "Yo vengo de un país joven. Venir a Roma, junto al papa, para estudiar teología es maravilloso. ¡Cuánta gente ha caminado y rezado por estas calles a lo largo de los siglos!".

Keishuke Hazama tiene 39 años y es japonés aunque a los 21 años todavía no conocía la fe católica: "En mi ciudad en Japón había una iglesia donde vivía un sacerdote irlandés. Era anciano y vivía solo. Yo pensaba: ‘Él ha venido para ayudar al pueblo japonés’. Por aquel entonces, era una vida que me parecía incomprensible". Este ejemplo estuvo en el inicio de su conversión: “Me bautizó Juan Pablo II en Roma, en la Semana Santa de 1994. Echando la vista atrás, veo ahora lo importante que la fe ha sido en mi vida, y pienso que, como ese anciano sacerdote, ahora podrá ayudarme a servir a las almas”.

El médico italiano Giovanni Zaccaria, de 33 años, es cardiólogo. ¿Cómo llega un médico a ser sacerdote? En su itinerario ha sido fundamental el ejemplo de personas que le han precedido en la entrega como su madre, que dejó la carrera de biología para cuidar a su familia; el sacerdote de su parroquia, al que ayudaba en la misa; los médicos que trataban el cáncer de su madre. En ellos vió que Dios le iba haciendo ver su voluntad, poco a poco. Respecto al futuro, comenta: "sigo llevando un médico dentro: por eso tengo la esperanza de poder ayudar a muchas personas a encontrar a Cristo en la enfermedad".

El inglés Peter Damian-Grint fue profesor de la Universidad de Oxford. Allí se especializó en Literatura medieval francesa. dedicado en principio a la investigación, en momento de su vida comprendió que la voluntad de Dios era que se hiciera sacerdote. Como intelectual, recuerda con entusiasmo la visita de Benedicto XVI a Inglaterra: “Con la claridad y la profundidad que le caracteriza, el papa nos recordó que debíamos estar orgullosos de nuestra fe. Tenemos la verdad, y por eso hay que ofrecerla con amabilidad a los demás”.

El filipino Anthony Pichay Sepulveda, de 33 años, llega al sacerdocio tras un periodo de experiencia profesional. Graduado en informática, ha sido profesor en un colegio. Uno de sus recuerdos más gratos durante los años de formación en Roma es la reciente elección de papa Francisco. “Recuerdo aquella noche: cuando supimos la noticia, atravesé corriendo la ciudad hasta la plaza de San Pedro. ¡Fue la carrera de mi vida! Pude estar bajo el balcón. Al ver al nuevo santo padre, me alegré, porque conocía su cercanía a los más pobres, a los más humildes. Es un ejemplo para todos nosotros”. 

Janvier Mahougnon Gbenou, de 31 años es de Benín. Es el primer fiel del Opus Dei de este país que recibe el sacerdocio, un ministerio que afronta sin temores. Señala tres motivos para ello: "El primero es saber que me ayuda la oración de muchos cristianos. El segundo es que, una vez ordenado, mi tarea será transmitir la gracia y el mensaje de Cristo. Transmitir y no inventar o improvisar. Lo que daré no será mío, sino de Cristo. Por último, me siento seguro porque sé que estoy en las manos de la Virgen María, la Madre de todos los sacerdotes”.

Los nuevos sacerdotes proceden de Reino Unido, Nigeria, Perú, Argentina, Venezuela, España, México, Japón, El Salvador, Filipinas, Alemania, Kenia y Benín.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beato Nunzio Sulprizio
«Patrón de los inválidos y de los accidentados por causas laborales»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 05 de mayo de 2013 (Zenit.org) - Su vida estuvo colmada de paciencia y bondad. Y eso que el trato que recibió de frialdad y dureza fue tal que recuerda a esos textos infantiles en los que un personaje vive atormentado por una especie de ogro que lo tiene maniatado. Por supuesto, la diferencia entre la ficción y la realidad es un hecho insalvable. Ante ambas cabe una comparación, nada más. Desgraciadamente, lo que acontece en ciertas ocasiones es infinitamente más doloroso que lo expuesto en un simple relato. Pablo VI, conmovido por las virtudes de Nunzio, el 1 de diciembre de 1963, en pleno Vaticano II, lo elevó a los altares llamando la atención de los padres conciliares. Les sugirió establecer una amistad con él, ya que su vida debía servir para reflexionar en el coloquio celestial que mantuvo y tomarlo como modelo a imitar en la trayectoria que llevó en la tierra. También el beato Gaetano Errico, que conoció al beato en los umbrales de su fundación --los misioneros de los Sagrados Corazones de Jesús y de María--, estuvo dispuesto a admitirle en ella, a pesar de sus pésimas condiciones de salud. Despachó enseguida las críticas malintencionadas de quienes juzgaron su decisión dejando claro lo esencial: «Este es un joven santo y a mí me interesa que el primero que entre en mi Congregación sea un santo, no importa si está enfermo».

Nació en Pescosansonesco, Italia, al pie de los Apeninos, el 13 de abril de 1817. Su padre era zapatero. Murió en agosto de 1820 y aunque su madre trató de afrontar la situación en soledad, la precariedad pudo con ella. Dos años más tarde contrajo nuevas nupcias con un vecino de la localidad de Corvara, quien desde el primer momento no ocultó su inquina por el pequeño. Éste, ajeno a su animadversión, era feliz en la escuela regida por el párroco. Se familiarizaba con las verdades de la fe y recibía nociones de lectura y escritura. Pero, sobre todo, aprendía a contemplar el rostro de Cristo crucificado, muerto para expiar los pecados de la Humanidad. Aborrecía todo mal, y quería asemejarse a Él. Además, se aficionó a orar y a imitar a los santos. En 1823 falleció su madre y quedó al cuidado de su abuela Rosaria, prolongando un poco más ese periodo amable de su vida, aunque teñido por el dolor de la pérdida sufrida. Ella continuó animándole y acompañándole en el camino de la virtud hasta su muerte que se produjo en abril de 1826. A sus 9 años Nunzio quedó a merced de un tío materno, Domenico, herrero de profesión, que le abrió las puertas de la eternidad. Vetó por completo su educación, y le puso a trabajar a su servicio en condiciones infrahumanas. Sin apenas descanso, y en numerosas ocasiones sin alimento que llevarse a la boca, con escasas prendas de vestir portaba pesadas cargas en su menudo cuerpecito sorteando distancias, inclemencias meteorológicas, y riesgos diversos que podían salirse al paso. Al regresar le recibían los exabruptos. Obligado a golpear el yunque casi sin respiración ofrecía todo a Cristo. Quería obtener el paraíso con sus muchos sufrimientos. Tan solo los domingos tenía un pequeño momento de asueto que le permitía ir a misa.

Un invierno transitaba por las laderas de Rocca Tagliata con el insoportable fardo en medio de gélida temperatura. Comenzó a notar el pie con gran calentura que se extendió por la pierna como la pólvora. Se acostó sin decir nada. Al día siguiente no era capaz de sostenerse. Su tío no tuvo en cuenta ni inflamación, ni fiebre. Le obligó a trabajar, como siempre, bajo amenaza. Los vecinos se apiadaron alguna vez de él y le daban algo de comer. Nunzio no se quejaba ante ellos de la conducta de su familia. Antes bien, la disculpaba. Cuando podía, acudía a misa y oraba ante el Santísimo. La lesión le corroía, y Domenico solo permitió que dejara el yunque y se ocupara del fuelle. Nuevo suplicio. Para tratar de calmar los atroces dolores y la supurante llaga acudía a una fuente pública, de la que fue arrojado para evitar el posible contagio. Así que halló otra corriente de agua en Riparossa donde solía rezar rosarios a la Virgen, a la que tenía gran devoción. En 1831 ingresó en el hospital de L’Aquila, pero le dieron el alta como enfermo incurable. Allí había vivido de la caridad consolado por la oración. Al volver a casa de su tío, éste no lo admitió. Y se dedicó a mendigar. Pensaba para sí: «Es muy poco lo que sufro, siempre que pueda salvar mi alma amando a Dios».

Un viajante que supo de él, informó a su tío paterno Francesco, militar en Nápoles, de la situación que atravesaba. Nunzio tenía 15 años. Su tío se lo llevó y le presentó al coronel Felice Wochinger, un hombre bueno que auxiliaba a los pobres, estableciéndose entre ambos una bellísima relación paterno filial. Felice se ocupó de que recibiera toda la asistencia posible en el hospital de Incurables con el mejor tratamiento. El personal del centro y los enfermos se percataron de la grandeza del muchacho. Allí hizo su primera comunión y confió a un sacerdote el sentimiento de que todo lo que le sucedía era providencia de Dios. Durante dos años hubo momentos de ligera mejoría, resultado de los excelentes cuidados recibidos en las termas de Ischia. Se sostenía con un palo, impartía catecismo y ayudaba a los que sufrían en su entorno. Dedicaba la mayor parte del tiempo a rezar al Santísimo y a la Virgen Dolorosa. En 1834 comunicó su deseo de consagrarse a Dios en el momento conveniente para él. Entretanto, viviría con el sentimiento de quien ya ha hecho de su entrega algo efectivo: oración, estudio, meditación… El coronel le apoyó. Pero en marzo de 1836 empeoró. La pierna estaba afectada de gangrena. Gozoso, confiado, agradeciendo a Dios su dolor, lo ofreció por los pecadores con el mismo afán: si padecía, iría al paraíso. «Jesús sufrió mucho por mí. ¿Por qué no puedo sufrir por Él?». Estaba dispuesto a morir con tal de convertir a un solo pecador. El 5 de mayo rogó a Felice que viviese con alegría, asegurándole que nunca le faltaría su ayuda desde el cielo. Luego falleció. Gaetano Errico lo consideró un dilecto hijo, el primero que ingresaba en la vida eterna.

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Foro


Desquiciamiento ético
La familia cristiana, una respuesta a la violencia ambiental

Por Felipe Arizmendi Esquivel

SAN CRISTóBAL DE LAS CASAS, 05 de mayo de 2013 (Zenit.org) - Ofrecemos el habitual artículo de nuestro colaborador, el obispo de San Cristóbal de Las Casas, México, monseñor Felipe Arizmendi Esquivel, en el que afronta los desafíos éticos del momento presente.

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SITUACIONES

Los noticieros casi a diario nos transmiten hechos y escenas que nos pasman, nos preocupan y que parecen rebasarnos. Sólo unos ejemplos: Atentados con bombas de destrucción masiva, descuartizamiento de seres humanos exhibiéndolos al público, abusos indecibles contra migrantes, inexplicable violencia intrafamiliar, extorsión telefónica y electrónica, secuestros, abandono de los propios padres, pleitos entre hermanos por herencias, no sólo en los juzgados sino también con armas, adolescentes y jóvenes engarzados por grupos criminales, que les obligan a matar sin piedad, actividad sexual precoz y embarazos imprevistos, bloqueos carreteros, que dañan a infinidad de personas.

Nos angustia ver imágenes incomprensibles de tanta violencia destructiva en las manifestaciones de grupos y organizaciones, que luchan por lo que consideran sus derechos, pero pisotean los de los demás; destruyen cuanto encuentran a su paso. No importan las leyes ni los ordenamientos jurídicos; cada quien trata de demostrar su fuerza y hacer lo que quiere y le parece bien.

Un grupo de mujeres que se dicen católicas, sin serlo, celebra como un triunfo que, a seis años de que se despenalizó el aborto en la ciudad capital, cerca de cien mil mujeres han ejercido lo que dicen es un derecho: cuidar su salud y el desarrollo de su proyecto de vida, aunque maten a sus propios hijos, destruyéndolos en sus entrañas. Y nos califican a los obispos que defendemos la vida de los recién concebidos, como si fuéramos ignorantes y necios, retrógrados e inhumanos, contrarios al Evangelio y al Derecho Canónico… ¡Qué trastocados están los valores!

ILUMINACION

Ya el profeta Isaías lamentaba: “¡Ay de los que llaman bien al mal, y al mal le llaman bien! Que dan oscuridad por luz, y luz por oscuridad; que dan amargo por dulce, y dulce por amargo” (5,20). Nosotros también lamentamos esto y nos preguntamos cuál es la raíz de esto que sucede. Sostenemos que es la familia la que educa para que tengamos una sociedad justa, fraterna y solidaria. Por lo contrario, la falta de integración familiar expone a este trastocamiento social, y en muchos casos es la primera responsable. Hay responsabilidad también en una educación laicista que excluye la trascendencia, en unos medios de comunicación que comercializan con el erotismo y la banalización sexual, en la falta de trabajo para todos, en la pasión por comprar y disfrutar sin límites. Sin embargo, yo veo que la raíz más profunda del desorden social es la falta de una familia bien integrada, donde hay amor y respeto, comprensión y diálogo, armonía y trabajo compartido. No es la pobreza, sino el abandono de los padres hacia los hijos, el cambio constante de pareja, la inestabilidad conyugal, la violencia en el hogar. Muchos procedemos de familias de clase media baja, donde vivimos con limitaciones económicas, pero nunca nos enseñaron a robar y destruir, sino a trabajar y respetar.

Dice el Papa Francisco: “Recordemos que el odio, la envidia, la soberbia ensucian la vida. Custodiar quiere decir entonces vigilar sobre nuestros sentimientos, nuestro corazón, porque ahí es de donde salen las intenciones buenas y malas: las que construyen y las que destruyen. No debemos tener miedo de la bondad, más aún, ni siquiera de la ternura” (19-III-2013).

Nos decía el Papa Benedicto en su visita a México: “El mal no puede tanto. No hay motivos para rendirse al despotismo del mal. El mal no tiene la última palabra de la historia. Ante todo hay que anunciar a Dios. Dios que es juez y nos ama. Pero nos ama para llamarnos al bien y a la verdad contra el mal. Dios es capaz de abrir nuevos espacios a una esperanza que no defrauda. Por lo tanto, es una gran responsabilidad de la Iglesia educar las conciencias, educar a la responsabilidad moral y desenmascarar el mal”.

COMPROMISOS

¿Qué podemos hacer? No sólo culpes a otros, o al sistema político y económico, ni huyas en la apatía. Defendamos la familia, empezando por la propia; no la destruyas. Si hay problemas, se dialogan y, con Dios, hay solución. Educa a tus hijos en valores morales, iluminados por El.

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Documentación


''México es un país agraviado y lastimado''
Más de cien congregaciones religiosas se comprometen a construir la paz ''por la escucha compasiva y la solidaridad''

Por Redacción

CIUDAD DE MéXICO, 05 de mayo de 2013 (Zenit.org) - Del 26 al 28 de abril, se celebró la XLVIII Asamblea Nacional de la Conferencia de Superiores Mayores de Religiosos de México (CIRM). Los asistentes, representantes de 127 congregaciones religiosas, hicieron público un comunicado en el que expresan su compromiso por la paz. Ofrecemos el texto de dicho comunicado.

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A la paz por la escucha compasiva y la solidaridad

A las comunidades de religiosas y religiosos de México

Al Pueblo de México

Los representantes de las religiosas y los religiosos de México nos hemos reunido en la XLVIII Asamblea de la CIRM, del 26 al 28 de abril de 2013, en la Ciudad de México, y reflexionamos sobrenuestro compromiso por la paz desde una espiritualidad místico-profética. En continuidad con las dos Asambleas anteriores, durante esta hemos hecho un trabajo de discernimiento para escuchar a Dios donde la vida clama y encontrar los caminos que Dios quiere que transitemos para colaborar en la construcción de la paz.

Comenzamos nuestra reunión haciendo un análisis de la realidad de México ante el nuevo escenario. Queremos expresar algunas situaciones que nos preocupan de manera particular.

- México es un país agraviado y lastimado. Durante el gobierno de Felipe Calderón hubo más de 80.000 muertos y 26.000 desaparecidos, además de un clima de inseguridad y violencia que ha fortalecido al crimen organizado y que el actual régimen, hasta la fecha, no ha sido capaz de resolver.

- Estos crímenes permanecen en la impunidad. Vemos incapacidad e ineficiencia de las instituciones encargadas de impartir justicia y hay regiones del país donde el Estado ha perdido el control. No es de extrañar que grupos de autodefensa civil busquen frenar al crimen organizado en sus localidades y expresen, de esta manera, su hartazgo ante la inseguridad, los abusos y la desprotección.

- Damos la bienvenida a la aprobación de la Ley de Víctimas y esperamos que detrás de ella aparezca un programa que responda eficazmente a tantas familias mexicanas agraviadas por las políticas del Estado Mexicano para enfrentar al crimen organizado.

- En nuestro servicio misionero, hemos escuchado el clamor de mujeres, niños y niñas, víctimas de la trata con fines de explotación sexual, y el clamor de los miles de migrantes que a diario cruzan el territorio nacional; no alcanzamos a ver la voluntad del actual gobierno para atender estas delicadas problemáticas.

- Lamentamos la actuación de los miembros del Instituto Federal Electoral en las últimas elecciones federales. Su actuación parcial y sesgada durante las últimas jornadas electorales, y las valoraciones y juicios que han hecho de ellas han vulnerado la credibilidad de este Instituto y con ello ponen en riesgo la vida democrática en nuestro país.

- Miramos con preocupación a los 13 millones de mexicanos que viven en pobreza extrema y a los millones de jóvenes sin oportunidad de estudios o trabajo. Una situación así genera descomposición del tejido social y no augura un futuro de paz y justicia.

- Nos preocupa la cada vez mayor indefensión y desprotección de los defensores de los Derechos Humanos y de los periodistas. Esto se da en un clima enrarecido donde se tiende, con demasiada facilidad y con la colaboración de algunos medios de comunicación, a la criminalización de la protesta social.

Mirando de frente a esta compleja realidad, hemos reflexionado acerca de la paz. Lo hemos hecho remitiéndonos a Aquél que, resucitado, asumió la tarea de llevar la paz como el compromiso primero. Nos ilumina la figura de Jesús de Nazaret y nos alientan sus actitudes básicas: servir desinteresadamente y ponerse al lado de aquellos que viven en las fronteras de la exclusión; implicarse con las víctimas para acompañar su sufrimiento y asumir como propio su reclamo de justicia: La paz se construye desde abajo.

Como vida religiosa en México queremos renovar nuestro compromiso de colaborar en la construcción de la paz en nuestra patria. Lo queremos hacer a través de nuestras instituciones y comunidades. Sabemos que necesitamos desterrar de nosotros aquello que nos impida insertarnos en una cultura de paz. Hay actitudes de competencia, de búsqueda de imagen y de individualismo que nos alejan de ella. Sabemos también que la denuncia profética, la protección del débil y de las víctimas, el compromiso con quienes trabajan por la paz y la justicia, y la solidaridad con los marginados, son esenciales en el Evangelio y se convierten en mediaciones vitales para hacer presente el reino de Dios: La paz se construye desde adentro.

Estamos convencidos de que necesitamos trabajar incansablemente para superar las diversas manifestaciones de la violencia que todo lo daña, y que este trabajo se realiza al lado de las víctimas y de su causa. Es un trabajo que nos vincula como cuerpo, como red. La dignidad y la vida se defienden de manera organizada: La paz de construye en comunidad.

Hoy volvemos a expresar una entrañable convicción: queremos seguir en medio del pueblo, acompañarlo en su sufrimiento y su lucha, y encontrar juntos caminos de paz con justicia y dignidad. Nos sumamos al deseo del papa Francisco de ser «una Iglesia pobre y para los pobres».

Que nuestra madre de Guadalupe, testimonio de solidaridad con los más pobres, nos alcance de Dios, nuestro Padre, la gracia de estar con los “más pequeños de sus hijos”.

“Bienaventurados quienes trabajan por la paz...” (Mt 5,9).

Firman el comunicado el padre Fernando Torre, superior general de los Misioneros del Espíritu Santo, y presidente de la CIRM, la hermana Juana Ángeles Zárate CSC, vicepresidenta, y las congregaciones religiosas asistentes a la reunión.

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