4.05.13

 

Marcelo Diez lleva 19 años en estado vegetativo. En 1994 sufrió un accidente de tráfico que lo dejó así. Desde entonces se encuentra internado en Luncec (Lucha Neuquina contra el Cáncer). Pero sus hermanas quieren que deje de vivir. Y han pedido a la justicia argentina en repetidas ocasiones que se le retirara la alimentación y la hidratación. En otras palabras que se le mate de hambre y de sed (*). Más bien de sed, porque Marcelo moriría antes por la falta de agua que de comida.

Tras varias negativas judiciales, han encontrado a unos jueces, los de la Sala Civil del Tribunal Superior de Justicia, que han dicho que puede hacerse semejante barbaridad. Una de las hermanas, Rosa, ha dicho que “Marcelo podrá descansar gracias a lo que ustedes han hecho". Y añadió: “Nunca más los familiares de ningún paciente en su estado deberán acudir a la Justicia cuando médicos o instituciones quieran hacer valer su opinión personal y sus fundamentalismos sobre la vida de terceros“.

O sea, resulta que mantener con vida a alguien es una opinión personal y un acto de fundamentalismo. Matarlo de sed no. Dejarlo vivir sí. Matarlo no. Repito: matar de sed a un enfermo no es fundamentalismo. Pretender que siga viviendo, sí. Y hete aquí que un tribunal está de acuerdo con eso.

No sabemos si Marcelo podrá descansar o no. El pobre no puede manifestarse en un sentido u otro. Pero bien sabemos todos que hay unos cuantos casos en que una persona ha “despertado” tras permanecer en coma muchos años. No es fácil que ocurra, pero no es imposible. Pero si a Marcelo le matan, no habrá posibilidad de que salga de su estado de incomunicación.

El obispo de Neuquén, Mons. Virginio Bressanelli acaba de pedir que se deje a la Iglesia atender a Marcelo. Pero mucho me temo que las hermanas que quieren verlo muerto no van a acceder a esa petición. Están decididas a deshacerse de su hermano. Y verán la petición de la Iglesia como una intromisión fundamentalista a su derecho a quitarse al enfermo de en medio. Nadie les pide que atiendan a su familiar. Si no le quieren vivo, que le dejen en paz. Que no le visiten. Que no le vean. Pero prefieren enviarle flores al cementerio que dejarle en manos de quienes le darán el cuidado que necesita.

No sé si hay alguna posibilidad legal para impedir esa ejecución. Lo que sí sé es que llamar muerte digna a retirar el soporte vital a un enfermo es una salvajada. Marcelo puede vivir muchos años más si simplemente le dan de comer y de beber y le cuidan para que no padezca escaras en su piel. Lo que necesita es cariño y respeto por su vida. Como tantos otros enfermos que no pueden comunicarse con los demás. Si empezamos a matar a quienes están en coma, acabaremos matando a los abuelos o enfermos que padecen Alzheimer, demencia senil o cualquier otra enfermedad que les impide relacionarse con sus seres queridos. En definitiva, se trata de que alguien decida por el enfermo si su vida es digna o no.

Si finalmente no hay forma de que se impida esa ejecución de Marcelo Diez, rogaría que hicieran el favor de acabar con su vida de forma más rápida. Es mejor ponerle una inyección letal, cual si fuera un criminal condenado a muerte, que permitir que muera por falta de hidratación. Ya que le quieren matar, que le maten “bien". Y que sean las propias hermanas las que metan el veneno por las venas de Marcelo. Así serán felices. Así podrán descansar en paz por el resto de sus días.

Luis Fernando Pérez Bustamante

(*) Se suele decir que los enfermos vegetativos no tiene ni hambre ni sed, porque no sienten nada. Pero el cuerpo que deja de ser hidratado sin duda muestra síntomas de la necesidad de hidratación. Y lo quieran o no, todo el cuerpo, no solo el cerebro, forma parte de la identidad de la persona.