7.05.13

Un amigo de Lolo - Jamás nos olvida Dios

A las 1:15 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Puedes pensar: ¡Es difícil recrear, en uno mismo, la voluntad de Dios! Y yo te digo: ¿No será imposible vivir al margen de ella?

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Jamás nos olvida Dios

“¡Qué memoria la de Dios, teniéndonos siempre a todos, vivos y calientes, en el pensamiento y en el corazón ”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (23)

Qué cierta es aquella expresión de Jesucristo según la cual para Dios nada es imposible. Al contrario podemos decirla, y la diremos con toda la propiedad del mundo si planteamos el hecho de que para el ser humano no todo es posible que es, justamente, y según lo dicho, lo contrario a lo que pasa con nuestro Padre.

Por ejemplo, sabemos que, como seres humanos somos muy olvidadizos. Si, además, “gozamos” de una memoria, llamada “selectiva” (sólo nos acordamos de lo que nos conviene y cuando nos conviene) lo bien cierto es que de todo el resto de personas que hemos conocido y que, ahora mismo, tenemos en mente, difícilmente podemos decir que sepamos todo de ellas y, mucho menos, que siempre hagamos lo posible para orar por ellas (con necesidad o sin ella) o por llevarlas con nuestro corazón allá donde vamos.

Somos, por eso, más que limitados porque damos de sí lo que damos de sí y, en demasiadas ocasiones, si no se nos pide más nos quedamos acá sin ir allá de las necesidades de aquellos que conocemos y apreciamos. Y, aunque a eso bien se le puede llamar ser egoístas, lo bien cierto es que lo que hemos hecho de nuestra naturaleza es malgastar las bondades de Dios para con nosotros.

Olvidamos, eso es también cierto, porque no siempre podemos soportar la presión que sobre nuestro corazón supone llevar una carga demasiado pesada y, en tiempo, demasiado extensa. Y porque no miramos más hacia arriba y lo hacemos, muchas veces en exclusiva, hacia nuestros lados (en relación más horizontal que vertical con Dios) cuando queremos darnos cuenta sólo nos queda pedir al Creador por tal o cual persona que, encontrándose en una situación más que difícil, tan sólo le queda la esperanza de no ser olvidada por Quien la creó.

Y no la olvida. Dios nunca nos olvida.

Uno a uno, persona a persona y corazón a corazón, creados todos, todas y todos, por Dios, nos tiene siempre presentes en su corazón bondadoso. Y sus entrañas de misericordia le bastan para acoger, en ellas, a todo ser humano que salió de su pensamiento y que, además, mantiene en su creación y vida propia de cada uno.

Dios, aunque eso nos pueda parecer imposible porque no somos capaces de asimilar tal realidad, puede, en su corazón, abarcarnos a todos. Y eso, además, es propio del Todopoderoso.

A nosotros, nos basta con saber que nos ama o, al menos, debería bastarnos.

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Eleuterio Fernández Guzmán