16.05.13

 

El foro de curas de Vizcaya acaba de publicar su última hediondez. Una nota de su comisión permanente con el pomposo título de “Liturgia y clericalismo” y que es un dechado de soberbia, mala voluntad, desprecio a la doctrina de la Iglesia, inquina contra su obispo y mala leche a raudales.

Como es costumbre en ellos, una reflexión teológica inexistente, dos patadas en el cielo de la boca a todos los que piensan de forma distinta y cero propuestas de futuro.

A un servidor que vuelvan a hablar de liturgismo, falta de democracia interna, cristianismo teórico, exceso de clericalismo, y que esto lo saquen en consecuencia de la lectura de un libro de González Faus, me deja completamente frío. Tanto como lo del espíritu del concilio, la primavera eclesial, su curiosa forma de entender la opción por los pobres y la venta del Vaticano. No me produce la más mínima emoción.

Sin embargo hoy me he sentido tocado. Porque hace falta ser como católico retorcido, y como sacerdote rastrero para calificar de error teológico nada menos que la adoración eucarística. Preocupados están estos hermanos sacerdotes por el interés mostrado por el obispo de abrir una capilla de adoración perpetua en la diócesis. Parece que es una mala noticia y de las gordas. Para estos curas es no solo un error teológico, sino además “una práctica piadosa, marcadamente preconciliar y de dudoso alcance ecuménico.”

Cada palabra va cargada con goma-2. Por ejemplo, decir que es una práctica piadosa es convertir la adoración al Santísimo Sacramento en una cosita sin más como un rezo, una estampa o la coronilla de San Antonio. Terrible lo de desprestigiar algo por el hecho de ser preconciliar al Vaticano II, porque en ese contexto me imagino que dada la edad de los del foro, muchos estarán ordenados de forma inválida porque lo serían con anterioridad al Vaticano II. Preconciliar es la catedral, con sus orígenes en el siglo XIII, y que espero no dinamiten. Y si por ecumenismo auténtico entienden una bajada constante de pantalones suprimiendo cualquier cosa que pueda molestar al no católico, supongo que habrán suprimido las misas o al menos negarán la transubstanciación.

Y este rechazo frontal a la adoración del Santísimo curiosamente lo expresan con tal rotundidad y desvergüenza precisamente el día en el que hemos conocido que el papa Francisco nos convoca a todos los católicos a unirnos en oración ante Jesús Sacramentado el domingo 2 de junio de 17 a 18 h. Otra muestra más de talante eclesial y sintonía con el papa, y eso que ahora toca primavera.

Mañana hará tres meses que inauguramos en la parroquia de un servidor una capilla de adoración eucarística perpetua. El gran problema de la misma lo descubrí un día cuando estaba confesando. Una persona se arrodilló llorando para decirme que necesitaba confesarse, que estaba viviendo lejos de Cristo y de la Iglesia y que no podía mirar al Señor cara a cara estando así. Hay que tener la cara de cemento armado y un corazón de acero de Llodio para mirar al Santísimo y seguir uno en sus trece. Una capilla de adoración eucarística perpetua acaricia el corazón del creyente, hace arder el del tibio y rasga hasta el fondo el de aquel que vive equivocado. La adoración al Santísimo aclara las ideas, descubre la verdad o falsedad de las palabras, y hace que uno se vuelva a Cristo y a la Iglesia. Naturalmente, esto hace que chirríen los corazones de los que se han asentado en su propio orgullo olvidando que son, somos, solo de Cristo y en la Iglesia.

En estos momentos siento una gran ternura por tantos fieles, a los que me imagino perdidos. ¿Qué evangelio se les está predicando? ¿Qué amor a la Iglesia? ¿Cómo se les hacen entender los sacramentos, la caridad con el pobre, la comunidad? Porque estos fieles no les pertenecen a estos párrocos, y tienen derecho a ser atendidos y santificados como pide la Iglesia, cosa que me parece que no se les puede asegurar en este momento.

Ánimo, señor obispo. Soy un simple cura que ha recibido la gracia de poder mantener en su parroquia una capilla de adoración perpetua que está dando frutos excelentes. No tenga miedo. Piense en sus fieles y garantice en su diócesis unos pastores según el corazón de Cristo.