18.05.13

 

Dice la Constitución Española que “ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones” (Art 16.3). Y dice también que “los poderes públicos garantizan el derecho que asiste a los padres para que sus hijos reciban la formación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones".

Pues bien, al PSOE la Constitución se la trae floja. Su anticlericalismo está por encima de su supuesta condición democrática. Hoy mismo Rubalcaba acaba de amenazar de nuevo con romper los acuerdos del Estado español con el Vaticano. Como no tienen argumentos serios que oponer a la enseñanza de religión en la escuela, que el Partido Popular va a poner en el lugar que se merece, se ponen la chaqueta de la extrema izquierda para satisfacer a lo peor de su electorado.

 

El patetismo de los socialistas tiene uno de sus más claros ejemplos en el actual gobierno asturiano. La consejera de educación de esa comunidad autónoma acaba de decretar que las vacaciones escolares de Navidad y Semana Santa pasen a llamarse de “invierno y segundo trimestre". Eso no es mera ideología. Es odio profundo a las raíces católicas de este país. Y cuando uno odia lo que ha sido España en su historia, odia lo que es España hoy y siempre.

Con esa gente no cabe consenso alguno. No se puede dialogar con quienes amenazan con usar el poder para intentar machacarte. Y no vale aquello de que cuando han gobernado no han tocado ese tema. Parece evidente que si vuelven a la Moncloa, los socialistas, esta vez sí, cumplirán sus amenazas. Les da lo mismo que la inmensa mayoría de los padres elijan la clase de religión. Antes está su odio a la Iglesia que la voluntad de la mayoría. Son hijos ideológicos de los que llevaron a este país a una guerra civil. En la batalla entre las dos Españas hay una que no cejará hasta que la otra caiga derrotada bajo su bota totalitaria. Y si para ello tienen que aliarse con los secesionistas que quieren romper el país, lo volverán a hacer. Claro que en esa alianza no encontrarán mucha oposición por parte de un PP incapaz de plantar cara a ese nacionalismo histérico.

Es necesario que la Iglesia sea consciente de quién la odia y por qué la odia. Es necesario que la Iglesia dé la cara, desde la fidelidad al evangelio y los valores que propone a la sociedad, y luche la batalla para que sus derechos históricos se respeten. Cierto que el catolicismo está en horas bajas en este país. Cierto que la paganización de la sociedad es más evidente. Pero todavía somos muchos los millones de españoles que no estamos dispuestos a que se desprecie nuestra historia, nuestra fe y nuestra identidad nacional.

¡Viva Cristo Rey!

Luis Fernando Pérez Bustamante