20.05.13

 

A veces a muchos fieles se nos hace difícil entender cómo es posible que en la Iglesia se pasen por alto determinadas cuestiones. Por ejemplo, hay un cura en Madrid que dice cosas como esta:

En vez de comulgar con hostias, las madres de esos chavales con los que trabajábamos hacían pan y nos lo traían. Otras veces, en vez de pan preparaban un bizcocho, o rosquillas. Con eso hacíamos la liturgia.

O esta:

En la misa participamos cristianos, musulmanes, ateos, agnósticos. Descubrimos que la fe es un elemento humano, no religioso. Es de todo ser humano. Es decir, el ateo tiene la misma fe que tengo yo, en el hombre, el ser humano, en la lucha, en la utopía, en querer cambiar las cosas, en crear vida. En esa fe participamos quienes participamos ahí.

O esta:

El concepto de sacerdote, entendido como intermediación entre Dios y el ser humano, se lo cargó Jesús hace ya más de veinte siglos. Jesús era laico. En este sentido, presidir una comunidad lo puede hacer un hombre, una mujer, un casado, da lo mismo. No tiene que ser nada especial ni es una persona sagrada. El sacerdote es como cualquiera.

O esta:

Lo que yo digo no es que una mujer pueda o no ser sacerdotisa. Lo que digo es que tiene que desaparecer el sacerdocio. Pongamos la palabra cura o la palabra presbítero. Pongamos la que sea, pero que no tenga una connotación sagrada, de alguien distinto y separado del resto de los seres humanos.

Que haya alguien que piense así no tiene nada de particular. Lo que no parece tener mucho sentido es que sea sacerdote en ejercicio en una diócesis católica.

El pastor de la archidiócesis de Madrid es el cardenal Antonio María Rouco Varela. Él es quien decidió que la parroquia de San Carlos Borromeo en Entrevías -barrio de la capital de España- pasara a ser un centro pastoral. Él es quien decidió que tanto Enrique de Castro como los otros dos sacerdotes adscritos a dicho centro pastoral -y que no se diferencian mucho de don Enrique en sus planteamientos teológicos, eclesiales y pastorales- sigan “ejerciendo el sacerdocio” allá. Lo de ejercer el sacerdocio lo pongo entre comillas porque parece harto dudoso que la labor que desempeñan en ese centro pastoral tenga algo que ver con el sacerdocio católico. De hecho, si el propio Enrique de Castro dice que el sacerdocio tiene que desaparecer, ¿por qué no nos hace el favor de renunciar al mismo?. Alguien que hizo daño a la fe de su propia madre, ¿puede ser sacerdote?

No es imposible que muchos fieles lleguen a la conclusión de que la responsabilidad de lo que ocurre en Entrevías no la tienen esos sacerdotes sino quien les consiente estar allí haciendo lo que hacen. Y a partir de ese hecho, que cada cual saque las conclusiones que estime oportunas.

Luis Fernando Pérez Bustamante