21.05.13

Un amigo de Lolo - Cumplir la voluntad de Dios

A las 12:03 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Un amigo de Lolo

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Ser otro Cristo, el mismo Cristo… Comencemos por descubrir su pacto con nosotros, la luz que el dedo de Dios impresionó en nosotros al ser concebidos.

Y, ahora, el artículo de hoy.

Presentación

Yo soy amigo de Lolo. Manuel Lozano Garrido, Beato de la Iglesia católica y periodista vivió su fe desde un punto de vista gozoso como sólo pueden hacerlo los grandes. Y la vivió en el dolor que le infringían sus muchas dolencias físicas. Sentado en una silla de ruedas desde muy joven y ciego los últimos nueve años de su vida, simboliza, por la forma de enfrentarse a su enfermedad, lo que un cristiano, hijo de Dios que se sabe heredero de un gran Reino, puede llegar a demostrar con un ánimo como el que tuvo Lolo.

Sean, las palabras que puedan quedar aquí escritas, un pequeño y sentido homenaje a cristiano tan cabal y tan franco.

Cumplir la voluntad de Dios

“El eje del mundo de Jesús fue la voluntad del Padre; su polo magnético, el Amor”
Manuel Lozano Garrido, Lolo
Bien venido, amor (923)

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, ruega por nosotros.

Uno de los dones mejores que el Creador da al ser humano que es, como sabemos, una creación en la que puso todo su corazón y la hizo a imagen y semejanza suya, la libertad.

Así, por ejemplo, si yo decido ahora mismo dejar de creer en Dios porque el mundo me ha llevado por el camino de la perdición y he sucumbido a todas las tentaciones que el Príncipe del mismo me ha ofrecido, el Creador nada objetará a eso. Si concede la libertad a sus hijos es para que la misma pueda ser usada y eso no puede ofenderle pues dio lo que quiso dar al hombre y Dios no se desdice de lo que hace pues en Él no hay falsedad o comportamiento torticero.

A eso llamamos, habitualmente, libertad e implica, como sabemos, muchas consecuencias para nuestras vidas. Si, por ejemplo, y siguiendo con lo dicho, dejamos de creer en Dios de nada nos extrañe que, habiendo optado por tal forma de pensar y actuar, la vida eterna nos esté vedada. No se trata de venganza sino del simple resultado de nuestra decisión porque Jesús dijo, y dejó más que claramente enseñado, que se salvará el que crea en Él (y es Dios hecho hombre) y quien no crea, no se salvará.

Sin embargo, hay otra forma de proceder que es, además, más conveniente (aunque sea por puro egoísmo) para nosotros: creer en Dios y cumplir con su voluntad.

Dice Lolo que la vida de Jesús giraba alrededor de la voluntad de Dios y que estaba atraído hacia el Padre por el Amor que el mismo le tenía como una especie de atracción buena y benéfica para su vida y existencia humana.

Es bien cierto y, es más, verdadero como la misma Verdad, que Dios siempre quiere lo mejor para nosotros pero que nosotros, en demasiadas ocasiones, no creemos lo mismo y solemos tener la desaguisada costumbre de pretender que lo malo ha de ser bueno para nuestra existencia. A eso bien lo podemos llamar obstinación espiritual pero es, ciertamente, una característica muy propia del ser humano.

Por tanto, cumplir con la voluntad de Dios y hacer de la misma una realidad alrededor de la cual definir qué somos y hacia dónde vamos (es decir, las clásicas preguntas filosóficas que todo hombre se hace) debería ser, para nosotros y en primer lugar, causa que condujera nuestra vida y luego, y en segundo lugar, objetivo a conseguir. Y digo a conseguir porque es, verdaderamente, algo que deberíamos querer alcanzar con toda nuestra fuerza del alma.

Y todo ello bajo la visión de Dios que, como también deberíamos saber y muchas veces olvidamos, nos mira como un Padre mira a sus hijos o, lo que es lo mismo, que no deja de pensar en cada uno de nosotros. Por eso debemos tener su voluntad, por muy costosa que nos sea llevar a cabo, qué quiere Dios que hagamos pues, como su voluntad es santa, santa ha de ser, también, nuestra respuesta.

Eleuterio Fernández Guzmán