22.05.13

¡Qué pena dan algunas personas!

A las 12:25 AM, por Eleuterio
Categorías : General, Derechos Humanos

Panecillos de meditación

Llama el Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo, “panecillos de meditación” (En “Las golondrinas nunca saben la hora”) a los pequeños momentos que nos pueden servir para ahondar en determinada realidad. Un, a modo, de alimento espiritual del que podemos servirnos.

Panecillo de hoy:

Dios ha de querer que seamos buenos y benéficos para nuestro prójimo. Por eso es necesario que nos demos cuenta que no todos son buenos ni benéficos.

Y, ahora, el artículo de hoy.

De vez en cuando, en este mundo del ser o del no ser donde cualquiera puede creerse que es algo sin, por ello, demostrar que lo sea, te encuentras con personas que dan pena. No se trata de una pena que se apoye, para darla, en una apariencia de pobreza o de enfermedad sino, simplemente, porque manifiestan, cuando hacen o dicen algo, que son, de forma inmediata, objeto de pena.

Dar pena supone ponerse en una situación muy característica y que consiste en aparentar o parecer que se está en una posición personal de muy bajo nivel y que, francamente, sólo causa tal tipo de sensación en quien pueda ver, leer o escuchar lo que tal persona, o personas, hacen o dicen, escriben o legislan. Por eso, en ocasiones sólo parece que se dé pena pero, en otras muchas, es cierto que tal sentimiento se ha de tener por determinadas personas.

Aquí traemos, en concreto, a dos pero, seguramente, podrían ser muchas más: Arcadi Espada y la Consejera de Educación (sic) de nombre Ana González.

¿A qué se deben que causen pena?

En realidad, suponen estos casos un quiero y no puedo. La realidad, que es muy tozuda, muestra bien a las claras que lo que no puede ser, no puede ser y, además, es imposible. Y a pesar de eso dan pena.

El primero de ellos es, como hemos dicho, Arcadi Espada, que ha demostrado, con lo que ha dicho, que es digno de tenerle pena porque no está bien que no se trate así a una persona que ha dicho que un ser humano que, en el seno materno, muestra síntomas de enfermedad, lo mejor sería acabar con él, matarlo, para que no sufriera una vez nacido. Y es que le parece mal que se defienda que el no nacido, aún enfermo, tiene derecho a nacer porque vaya usted a saber si la enfermedad encuentra cura en un futuro inmediato y, sobre todo, porque es un ser humano y tiene más derecho a nacer que algunos a decir sandeces.

No me negarán ustedes que este señor no da pena y, aunque lo que a más de uno nos gustaría es verlo en mala situación para ver qué piensa, por ejemplo, sobre la eutanasia, lo mejor es, simplemente, que le tengamos pena. Es lo mínimo que le puede pasar.

Por otra parte, con la segunda persona aquí traída, Ana González, a la sazón capitoste del (des)Gobierno del Principado de Asturias es un caso para tenerle pena de la buena. Parece que no se entera, que vive en la Inopia o en Babia. Pero es digna de tenerle pena.

Pues no va y suprime, ella y quien la sustenta en el Ejecutivo de aquella región española, los nombres de “Vacaciones de Navidad” y de “Semana Santa” y los sustituye por algo así como vacaciones de invierno y vacaciones del segundo semestre.

Esto, en sí mismo, debería ser ilegal. Le recuerdo a la tal señora el artículo 16 de la Constitución Española vigente. Y, aunque dé vergüenza ajena tener que repetirlo tantas veces, como es bueno educar a quien no sabe y, sobre todo, a quien da tanta pena, dice esto el apartado 3 del citado artículo:

“Ninguna confesión tendrá carácter estatal. Los poderes públicos tendrán en cuenta las creencias religiosas de la sociedad española y mantendrán las consiguientes relaciones de cooperación con la Iglesia Católica y las demás confesiones.”

Es fácil de entender. Esto quiere decir que cuando se legisla hay que tener en cuenta, en determinadas materias, las creencias de la sociedad, en este caso, asturiana que, por ser española también se encuentra dentro del grupo de personas a las que se refiere el texto.

Y este artículo está entre los que la Carta Magna considera de obligado cumplimiento.

¿Qué quiere decir “tener en cuenta”?

Pues para las personas desavisadas, torpes o, simplemente, que den pena, quiere decir que no se puede hacer lo que han hecho en Asturias. Es así de simple y así de ilegal.

Algunos, llevados de mucha bondad, han dicho que se trata de una estupidez. Pero no. No se trata de nada estúpido sino de algo más que pensado y con un objetivo más que claro y conocido. A eso se le llama ingeniería social y pretende, a base de leyes y reglamentos, cambiar el rumbo de la sociedad que es, por ejemplo, lo que hacen llamando “matrimonio” al gaymonio y permitiendo que las menores de edad aborten sin permiso de sus padres con ánimo de destrozar a la familia o cuando aquel zote llamado Tierno Galván dijo algo así como que había que estar al loro y colocarse (que, en lenguaje popular quiere decir algo así como ponerse hasta las trancas de porros o, simplemente, droga; en concreto, dijo “¡Rockeros: el que no esté colocado, que se coloque… y al loro!”)

Y, sin embargo, esta señora también da bastante pena porque lucha contra gigantes contra los que no puede su raquítica espada política. Lo que hace falta es que algún escudero bueno le diga, a ella y a quien la soporte allá donde desmanda, que deje de hacer el primo y no se muestre más como persona digna de tenerle lástima.

Es más, si hubiera algún que otro juez avispado y con ganas de notoriedad en lo que es importante, hace días que la hubiera llamado a declarar porque, aunque fuera dándole pena al de las puñetas habría hecho algo de justicia y, a ser posible, que le impusiese la pena accesoria de no salir de su domicilio en una buena temporada pues será la única forma de que no le afeen la conducta, penosa, que está produciendo su escasa masa gris.

Eleuterio Fernández Guzmán