25.05.13

 

Hace unos días supimos que el ayuntamiento de Madrid ha dado más de 40.000 euros a la empresa responsable de una web de contactos sexuales. Hemos sabido también que el ayuntamiento de Málaga piensa dedicar una calle al Día del Orgullo Gay. Ambos ayuntamientos tienen una cosa en común. Están gobernado por el Partido Popular. Sí, ya saben, el mismo que lleva año y medio dándole vueltas a la reforma de la ley del aborto. Una reforma que a camino de ser como el parto de los montes. Ya verán ustedes como esos montes parirán un ratón miserable y raquítico. De momento ya se aventura que regresará el supuesto de riesgo psicológico para la salud de la madre, que es el coladero por el que en España se impuso el aborto libre, con la complicidad del gobierno del señor Aznar. Sí, ese que ahora quiere presentarse como el verdadero dueño del tarro de las esencias del partido del centro-derecha nacional español. Unas esencias que, en relación a la cultura de la vida, consintieron en aprobar la píldora abortiva y en permitir que en este país pasáramos a tener cerca de cien mil abortos “legales” al año.

Lo verdaderamente gracioso del caso… no, ¡perdón!, de gracioso no tiene nada. Rectifico. Lo verdaderamente dramático del caso es que ese partido obtiene millones de votos de católicos practicantes, de cuyos valores el PP acaba por mofarse con acciones como las descritas. La excusa habitual es que la izquierda es peor. Ciertamente el PSOE e IU odian a la Iglesia, a la que amenazan con todo tipo de males -p.e, denuncia de los acuerdos del Estado con la Santa Sede-. El PP se aprovecha del anticlericalismo visceral de la izquierda para secuestrar el voto católico conservador con la excusa del mal menor. Se da además la circunstancias de que cuando salen opciones políticas minoritarias que alcanzan cierto éxito -en buena medida dado al apoyo que en su día recibieron de la Cope-, no son conservadoras sino más bien de centro izquierda. Ahí está el ejemplo de UPyD a nivel nacional y Ciutadans en Cataluña.

Sin embargo, a las siglas políticas que representan de verdad -o al menos lo pretenden- los principios no negociables indicados por Benedicto XVI, que todo católico involucrado en la política debe de defender -y si no lo hace, que haga el favor de no presentarse como católico- el desprecio, el silencio mediático o la acusación de ser la lacra de la extrema derecha -en ocasiones ha podido haber algo de eso- suponen un obstáculo insalvable para que puedan ser conocidos por esa masa electoral católica y conservadora.

Conclusión. Millones de católicos creen que tienen que elegir entre los rojos de toda la vida y la derecha pagana, tibia y cobarde. Si encima está gobernada por Rajoy, se convierte en una derecha lánguida, pastueña, sosa y, sobre todo, aburrida.

Pues bien, propongo devolver algo de la alegría a esa derecha. Por ello, creo que debe de declararse el Día de la Derecha Pagana, Tibia y Pagana. Si al PP no le gusta lo de Tibia y Cobarde, lo podemos dejar en Pagana, aunque ya pueden darse con un canto en los dientes si no añadimos Corrupta, vistos los casos de corrupción que han partido del PP. Una vez constituido ese día, puede celebrarse cada año con un desfile que parta de la calle Génova de Madrid, sede nacional del PP. El primer año podría estar encabezado por la señora Botella, alcaldesa de Madrid, y el señor De la Torre, alcalde malagueño. Por supuesto, la diputada Celia Villalobos ha de ser elegida como madrina de honor del desfile. Solo les pediría una cosa. Que por favor, tiraran calle Génova para arriba. No en dirección a Colón, donde los últimos años se ha celebrado el encuentro de las familias católicas.

Y mejor no digo quién o quiénes pueden ser las televisiones privadas que retransmitieran el evento. Eso lo dejo para otro día. U otro año.

Luis Fernando Pérez Bustamante

PD: En Cataluña y el País Vasco, el lugar del PP lo pueden ocupar perfectamente el PNV y CiU. Basta con que añadan “Secesionista” al día de marras.
PD 2: Las Nuevas Generaciones del PP se sumarían con entusiasmo al desfile.