29.05.13

 

Alberto Ruiz Gallardón, ministro de Justicia en España, ha estado hoy especialmente feliz en el Congreso al recordarle al socialista Madina, futuro ZP bis, que el PSOE se opuso a que las mujeres pudieran votar en España en tiempos de la II República y los demócratas a la abolición de la esclavitud en EE.UU.

Es decir, la izquierda en Occidente ha sostenido tesis que hoy se consideran escandalosas. No es descartable que en un futuro pase algo parecido con la cuestión del aborto.

En todo caso, el ministro ha vuelto a insistir en al doctrina del Tribunal Constitucional sobre la anterior ley abortista de este país. Pero todos recordamos cuál ha sido la postura del PP cuando el actual TC dijo, en una sentencia repelente, que el matrimonio homosexual es perfectamente constitucional. Dado que la ley abortista vigente está recurrida a ese tribunal, no es imposible que haya una sentencia antes de que el actual gobierno saque adelante la reforma. Y dada la composición del Constitucional, nadie debe pensar que es imposible que dicha sentencia sea favorable a la aniquilación del no nacido en cualquier circunstancia.

De ocurrir tal cosa, ¿cuál sería la postura del PP? ¿dejar las cosas como están, igual que hizo con el gaymonio? Eso es lo que pasa cuando uno deja en manos de un tribunal politizado el futuro de determinadas leyes de ingeniería social. Eso es lo que pasa cuando los valores que se dice defender dependen de la decisión de otros.

Gallardón ha dicho a Madina que lo que hoy necesita protección legal es el concebido, el más débil. Y tiene razón. Pero si fuera consecuente, no se conformaría con una reforma que dejara un coladero hacia el aborto libre, tal y como ocurría con la anterior ley. Para que Gallardón y su partido fuera creíbles, tendríamos que ir hacia una reforma de aborto cero. Eso, y no otra cosa, es lo que le piden desde las organizaciones provida, especialmente Derecho a Vivir. Y eso es lo que, me temo, no vamos a lograr en mucho tiempo mientras en el Congreso no haya una fuerza política que sea decisiva a la hora de formar gobierno. Cosa que no se logrará si dichas organizaciones provida no trabajan por la aparición de dicho partido. O al menos, si no se convierten en un obstáculo para su existencia. Con esto no digo que ellos deban convertirse en partidos o plataformas electorales. No es ese su papel. Sí lo es, al menos así lo pienso, que lo fomenten.

Luis Fernando Pérez Bustamante