Sigue el acoso a quienes atienden a los pobres en la calle

Barcelona responde a las críticas por las amenazas a los Jóvenes de San José anunciando inspecciones de sanidad

 

Àngel Miret, gerente del área de calidad de vida del consistorio barcelonés, ha anunciado que, con la llegada del verano y las altas temperaturas, el Ayuntamiento de Barcelona va a controlar los productos que las entidades sociales sirven semanalmente en las calles de Barcelona para comprobar su estado, sobre todo los derivados del huevo, las salsas y los productos frescos. La medida llega después de que los Jóvenes de San José denunciaran que el ayuntamiento les prohibía dar asistencia social a los pobres en las calles.

13/06/13 12:48 PM


(David Palacios/La Vanguardia) Àngel Miret, gerente del área de calidad de vida del consistorio barcelonés ha afirmado que «estas acciones suponen un riesgo para la salud de las personas» y que algunas asociaciones que sirven comida en la calle reparten de forma usual tazas de sopa o comidas preparadas, que no pasan ningún control de calidad ni por ninguna cadena de frío y que pueden convertirse en un foco de intoxicación.

En el caso que se detecte alguna anomalía, se impedirá que se sirva el alimento y se informará a la Agencia de Salud Pública de la ciudad. «No vamos a obligar a nadie a que no pueda dar de comer en la calle, pero no vamos a permitir que haya alimentos que estén en malas condiciones y en riesgo de intoxicación», sentencia Miret.

El Ayuntamiento de Barcelona ha expuesto la voluntad de controlar el trabajo que realizan las más de 230 entidades que facilitan alimentos a las personas con falta de recursos de la ciudad. A parte de la elaboración de una única lista de distribución de alimentos –los necesitados van a un supermercado donde se centralizan los productos qua aportan la mayoría de entidades– el consistorio tiene el foco puesto en la decena de asociaciones que existen en la ciudad que se dedican a repartir comida a pie de calle, la mayoría de ellas nacidas durante los últimos tiempos en los que el número de personas sin techo ha aumentado de forma considerable.

El Ayuntamiento convocó recentemente una reunión con todas estas asociaciones con el fin de exponerles soluciones alternativas al reparto de comida al aire libre. «Respetamos estas iniciativas solidarias pero se produce una distribución de alimentos de forma arbitraria», destaca Miret, que califica estas iniciativas como fruto del «impulso repentino». Algunas de las asociaciones presentes en la reunión han destacado que la actitud inicial del Ayuntamiento fue la de advertirles del futuro de sus actividades. «Nos dieron a entender que deberíamos dejar de atender a los indigentes en la calle y que si esta labor continuaba tomarían medidas al respeto», afirma Marcos Vera, presidente de Jóvenes de San José, una asociación que reparte dos veces al mes comida en la Plaza de Catalunya . «Al principio tenían un tono amenazante», explica José, coordinador del Movimiento Seglar Pacianista. Fuentes del Ayuntamiento de Barcelona han negado esta actitud y han mostrado su interés en cooperar con ellos y encontrar soluciones.

Durante más de dos horas, los responsables de los servicios sociales municipales propusieron a las entidades alternativas como la cesión de locales municipales para llevar a cabo su actividad o la colaboración e integración de sus voluntarios en comedores sociales de entidades como Cáritas, Arrels o del propio ayuntamiento, y así «dignificar» la entrega de alimentos en lugares alejados de la calle. «El lugar en el que se de la comida no lo hace indigno. Nos da igual repartir alimentos en una plaza o en un salón de actos, y hemos de hacerlo en el sitio donde los más necesitados estén cómodos», afirman desde el Santuario de Santa Gema, que todos los jueves ofrecen bocadillos a un centenar de personas en la vía pública. «Mientras haya alguien en la calle, encuentro digno que los ayudemos», añade Meritxell Pellez, de la Comunidad de San Egidio.

Trabajo social

Miret destaca que el reparto de comida «ha de ir ligado a un acompañamiento social», aspecto que en estos casos no se suele producir, y reconoce que «la prestación de servicios que hacen estas entidades no es necesaria, ya que tienen poca incidencia y los servicios sociales municipales tienen capacidad para atender a todas las personas». Jordi Roglà, presidente de Caritas Barcelona, valora positivamente estas iniciativas aunque recuerda que no es bueno «que se formen colas para ir a buscar comida, sino que es mejor tener una hora asignada como ya se hace en los comedores sociales. Roglà incide también en que «el reparto de comida entre los más necesitados ha de ir acompañado de un plan de trabajo». Muchas de las personas que acuden a los comedores sociales improvisados en la calle padecen enfermedades que pueden ser tratadas gracias a la acción de los servicios sociales. Según el consistorio barcelonés, un 40% de los sin techo padece patologías mentales o adictivas que podrían solucionarse a través de la mediación de un asistente social.

Las asociaciones, por su parte, defienden su labor. «Hay gente de la calle que necesita mucho más que un bocadillo o una taza de café», relata Meritxell Pellez, que todos los jueves reparte comida a los más necesitados con la Comunidad de San Egidio. «No sólo se dan alimentos, sino que también les ofrecemos una dosis de afecto y acercamiento», destaca José del Santuario Santa Gema. «Necesitan de nuestro afecto, y nosotros se lo damos», afirma también Marcos Vera de los Jóvenes de San José. «En un comedor social la persona come y se va, sin ser escuchada», afirman desde la asociación Vida Abundant.

Además, estas entidades alertan que los comedores sociales están masificados y que muchos sin techo no quieren pasar por los trámites y las entrevistas que realizan los servicios sociales para determinar la ayuda que necesitan. «Prefieren estar con nosotros porque no nos perciben como trabajadores institucionales», señalan. «Una de las cosas que no quieren es control, buscan libertad y anonimato», recuerda José del Santuario Santa Gema.

Algunas entidades creen que el hecho de querer unificar el reparto de comida fuera de la calle se debe a la imagen que puede provocar en los turistas las colas de personas esperando su turno en los comedores improvisados en los principales puntos turísticos de la ciudad; una consideración que el Ayuntamiento desmiente. «Esta acción es solidaria y no queda feo», destaca Meritxell Pellez de la Comunidad de San Egidio. «Los turistas se quedan sorprendidos de nuestra labor y se interesan por ello», concluye.

De la calle al comedor

De las asociaciones consultadas, tan sólo una ha barajado de momento la opción de colaborar en un comedor social situado en el centro de la ciudad y que hace dos semanas ha inaugurado un turno de cenas diarias. Los responsables del Santuario de Santa Gema visitarán en los próximos días este comedor para dar el visto bueno e iniciar su actividad allí, aunque por el momento no eliminarán el reparto de comida en la calle que llevan haciendo todos los jueves en Plaça de Catalunya desde hace más de 35 años. «Cuando veamos el comedor, propondremos a los indigentes que atendemos que vayan allí y veremos cuál es su repuesta», destaca José, coordinador del Movimiento Seglar Pacianista.

Otras asociaciones están pendientes de que el Ayuntamiento les cite a una segunda reunión para proponerles una solución. «Estamos abiertos a propuestas, aunque antes de tomar ninguna decisión tenemos que estudiarlas», destaca Emmanuel Cerradura, presidente de Vida Abundant. Todas las entidades coinciden en que los propios usuarios del servicio son los que tienen la última palabra y la mayoría de ellas consultarán un posible cambio de ubicación con los sin techo. «Entendemos que el consistorio quiera reorganizar la distribución de comida» afirman desde el Movimiento Seglar Pacianista. «Tanto el Ayuntamiento como las asociaciones que damos de comer a los más necesitados queremos el bien de estas personas», destaca el presidente de Vida Abundant. Otras entidades, como los jóvenes de San José, se han mostrado más críticos y defienden el futuro del reparto de la comida en la calle: «Tenemos nuestra propia identidad, nuestra forma de ser, no estamos cometiendo ningún delito», afirma Marcos Vera.

Aumenta un 50% las quejas relacionadas con servicios sociales

La Síndica de Greuges de Barcelona ha recibido 160 quejas sobre aspectos sociales en los primeros meses del año 2013, el mismo número que se registró en todo el año pasado, por lo que se prevé batir un récord en este tipo de reclamaciones. La mayoría de ellas, según destaca la síndica Maria Assumpció Vilà, denuncian «la lentitud de los servicios sociales y la no resolución de los problemas de los más necesitados». También se han producido denuncias «por el protocolo de los permisos de alimentación en comedores sociales que dan los servicios sociales». La mayoría de los denunciantes lamentan que el permiso solo dure 3 meses y que la renovación se retrase en ocasiones.