2.07.13

 

La capilla de la adoración perpetua es un poco vuestra, o un mucho, porque desde que comenzamos a soñarla sobre todo el pasado otoño, y especialmente desde su inauguración en febrero, si de algo puedo hablar es del apoyo de los amigos internautas con la oración, la presencia física y el compromiso de unos cuantos de vosotros con turnos concretos, amén de los que vais acudiendo esporádicamente a hacer una visita a Jesús sacramentado.

Los humanos somos gente de poca fe, así nos va, y de mucho raciocinio. Por eso, desde el momento que quedó expuesto el Santísimo en la capilla una nube negra asomaba por el horizonte: “sí, si en el invierno mal que tal… ¿pero qué va a ser de la capilla en verano cuando la gente se va de vacaciones?”. Mi respuesta. “no llamemos al mal tiempo, que viene solo. Dios proveerá”.

Hace poco una persona, con un comprensible escepticismo, nos preguntaba por la capilla en verano. Al responder que teníamos algunas dificultades para mantener los turnos, nos dijo: “¿por qué no cerráis en verano?”. Evidentemente es una posibilidad que ni siquiera se contempla.

Lo he hablado serenamente con mi compañero. Nos tomaremos cada uno unos días de descanso como es natural, pero siempre quedará el otro en la parroquia. El que quede, estamos los dos de acuerdo, será el suplente universal de la capilla. Es decir, que respetando las estrictas horas de las celebraciones, misas, despacho y confesiones, el resto es disponibilidad absoluta para la capilla de la adoración perpetua. Por tanto ya he avisado a los coordinadores que tranquilos, que ya está garantizada la “guardia” de julio y agosto.

No. No somos unos héroes porque mucho me temo que ni siquiera hará falta. Estoy en mi pueblo, en la sierra de Madrid, donde voy a estar tres o cuatro días con mi madre y mis hermanos. Ayer mi compañero tuvo que suplir un par de horas. Acaba de llamarme para decir que hoy ya está todo cubierto y prácticamente solucionada la semana. Jamás lo dudé. Dios está ahí y él se cuidará.

Es impresionante la respuesta de la gente. Cada lunes colocamos a la puerta de la capilla el “planning” de la semana donde quedan marcadas las horas libres. Basta pasar a las pocas horas y ver cómo la gente se anota, suple, se compromete y está ahí. Ayer por la mañana, en un correo, el coordinador de las madrugadas me avisa de que esta semana tenemos libres una madrugada entera, y otras tres horas en otro día. A las dos horas un nuevo correo: se han completado. Bendito sea Dios.

¿Cerrar la capilla en verano? De ninguna de las maneras. No es que Dios lo hará, es que lo está haciendo. Madrid se vacía. El barrio, en algunos momentos, parece casi una ciudad fantasma. Pero en ella, en medio, en la aparente soledad, Cristo está en la custodia. Desde ahí sostiene a los hermanos que están fuera y espera a los cercanos.