ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 07 de julio de 2013

La frase del domingo 7 de julio

"El dolor es el gran maestro de los hombres. Bajo su soplo crecen las almas". 

Marie von Ebner-Eschenbach (1830 – 1916)

 


El papa Francisco

En el ángelus Francisco exhorta: 'Alegría y coraje al anunciar el evangelio'
Y recordó que la encíclica Lumen Fidei puede ayudarle a quien está buscando la fe

El santo padre invita a la oración y a rechazar el activismo
Homilía en la Jornada de los seminaristas, novicios, novicias y de todos los que están en el camino vocacional

Mirada al mundo

Egipto: asesinan a sacerdote copto ortodoxo
Crece la violencia. Grupo armado baja de un auto y lo ejecuta por la calle

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beata María Romero Meneses
«Nicaragüense, un ángel en los suburbios de la ciudad. Declarada mujer del año por la Unión de mujeres americanas, y galardonada con la Medalla de Oro del Rotary Club de Costa Rica»


El papa Francisco


En el ángelus Francisco exhorta: 'Alegría y coraje al anunciar el evangelio'
Y recordó que la encíclica Lumen Fidei puede ayudarle a quien está buscando la fe

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 07 de julio de 2013 (Zenit.org) - El papa Francisco rezó este domingo el ángelus desde el balcón de su estudio que da a la plaza de San Pedro. Fue después de la misa en la basílica en la jornada de los seminaristas, novicios y novicias, en el marco del Año de la Fe. Además de los miles de peregrinos que estaban en la plaza, también en directa se encontraban los pobladores de Piana Crixia, país natal de la abuela del papa, la 'nonna Rosa'. 

a continuación las palabras del santo padre: en cursivo están las improvisaciones que no estaban en el texto oficial.

¡Queridos hermanos y hermanas Buen día!

Antes de todo quiero compartir con ustedes la alegría de haber encontrado ayer y hoy un peregrinaje especial del Año de la Fe: el de los seminaristas, novicios y novicias.

Les pido rezar por ellos, de manera que el amor por Cristo madure siempre más en su vida y se vuelvan verdaderos misioneros del Reino de Dios.

El evangelio de este domingo nos habla justamente de esto: del hecho que Jesús no es un misionero aislado, no quiere cumplir solo su misión, pero involucra a sus discípulos. Y hoy vemos que además de los 12 apóstoles, llama a otros 72 y los envía en los pueblos, dos a dos, para anunciar que el Reino de Dios está cerca.

“¡Esto es muy bonito! -exclamó el papa- Jesús no quiere actuar solo, ha venido a traer al mundo el amor de Dios y quiere difundirlo con el estilo de la comunión, con el estilo de la fraternidad. Por esto forma inmediatamente una comunidad de discípulos, que es una comunidad misionera. En seguida los entrena para la misión, a partir.”

Entretanto advierte: “Atención, la finalidad no es la de socializar, pasar el tiempo juntos. No, la finalidad es anunciar el Reino de Dios, ¡y esto es urgente! ¡Y también hoy es urgente!”.

No hay tiempo que perder hablando, no hay que esperar el consentimiento de todos, es necesario partir y anunciarlo. A todos hay que llevar la paz de Cristo y si no la acogen se sigue igual adelante.

A los enfermos hay que llevarles la curación, porque Dios quiere sanar al hombre de todo mal. ¡Cuántos misioneros hay que hacen esto”. Siembran vida, salud y confort a las periferias del mundo.

!Qué bonito es esto, no vivir para sí mismo, no vivir para si misma, pero vivir para ir a hacer el bien. Hay tantos jóvenes hoy aquí en la plaza. Piensen a esto y pregúntense: ¿Jesús me llama para salir de mi mismo para ir a hacer el bien? A ustedes jóvenes, a ustedes, muchachos y muchachas, les pregunto, ¿tienen ustedes el coraje para esto, el coraje para escuchar la voz de Jesús? Es bello ser misioneros. Pero ustedes son buenos y me gusta esto.

Estos 72 discípulos que Jesús manda adelante ¿Quiénes son? ¿A quién representan? Si los doce son apóstoles y por lo tanto representan también a los obispos, sus sucesores, estos 72 pueden representar a los otros ministros que han sido ordenados, presbíteros, diáconos. Pero en un sentido más amplio podemos pensar a los otros ministros de la Iglesia, a los catequistas, a los fieles laicos que se empeñan en las misiones parroquiales, a quien trabaja con los enfermos, con las diversas formas de malestar y de marginación. Pero siempre como misioneros del evangelio, con la urgencia del Reino que está cerca.

Todos deben ser misioneros, todos pueden sentir ese llamado de Jesús, e ir adelante para anunciar el Reino.

Dice el evangelio que estos 72 volvieron de su misión llenos de alegría, porque habían sentido la potencia del Nombre de Cristo contra el mal. Jesús lo confirma: a estos discípulos Él le da la fuerza de derrotar al maligno.

Y añade: “No se alegren porque los demonios se someten a ustedes, sino más bien porque sus nombres están escritos en los cielos”.

No debemos jactarnos como si fuéramos nosotros los protagonistas: protagonistaes uno sóloes el Señor y su gracia,Él es el único protagonista.Y nuestra alegría es solamente esta: ser sus discípulos, sus amigos. Que la Virgen nos ayude a se buenos operarios del evangelio.

Queridos amigos, la alegría, no tengan miedo de tener la alegría, no tengan miedo de esa alegría, esa alegría que nos da el Señor cuando lo dejamos entrar en nuestra vida y que nos invite a todos nosotros a ir a las periferias de la vida a anunciar el evangelio. No tengan miedo de esa alegría, alegría y coraje”.

Después de rezar la oración del ángelus el papa dirigió otras palabras:

Queridos hermanos y hermanas, como ustedes saben hace dos días fue publicada la carta encíclica sobre el tema de la fe, con el título Lumen Fidei, la luz de la fe.

Por el Año de la Fe, el papa Benedicto XVI había iniciado esta encíclica, que es continuación de las de la caridad y la esperanza. Hé recogidoeste lindo trabajoy lo he llevado a término. Lo ofrezco con alegría a todo el pueblo de Dios. Todos, de hecho hoy necesitamos de ir a lo esencial de la fe cristiana, de profundizarla y de compararla con las problemáticas actuales.

Y pienso que esta encíclica al menos en algunas partes pueda ser útil también a quien está buscando a Dios y el sentido de su vida. La pongo en las manos de María, ejémplo perfecta de la fe, para que puede llevar esos frutos que el Señor quiere.

Les dirijo mis cordiales saludos a todos ustedes,queridos fieles de Roma yperegrinos. En particular a los jóvenes de la diócesis de Roma que se preparan a partir hacia Río de Janeiro para la Jornada Mundial de la Juventud. Queridos jóvenes, ¡también yo me estoy preparando!”. Caminemos juntos hacia estas gran fiesta de fe. La Virgen nos acompañey nos encontraremos allá abajo.

Saludo también a las monjas Rosminianas y a las Franciscanas Angelinas, que están realizando sus capítulos generales; y a los responsables de la Comunidad de San Egidio que han venido desde diversos países para un curso de formación. ¡Les deseo un buen domingo!¡Y buen provecho! ¡Hasta la vista!

(Red. HSM)

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El santo padre invita a la oración y a rechazar el activismo
Homilía en la Jornada de los seminaristas, novicios, novicias y de todos los que están en el camino vocacional

Por Redacción

CIUDAD DEL VATICANO, 07 de julio de 2013 (Zenit.org) - Texto de la homilía del santo padre Francisco, en la misa de hoy en la basílica de San Pedro en la "Jornada de los seminaristas, novicios, novicias y de todos los que están en el camino vocacional" en ocasión del Año de la Fe. 

Queridos hermanos y hermanas:

Ya ayer tuve la alegría de encontrarme con ustedes, y hoy nuestra fiesta es todavía mayor porque nos reunimos de nuevo para celebrar la Eucaristía, en el día del Señor. Ustedes son seminaristas, novicios y novicias, jóvenes en el camino vocacional, provenientes de todas las partes del mundo: ¡representan a la juventud de la Iglesia! Si la Iglesia es la Esposa de Cristo, en cierto sentido ustedes constituyen el momento del noviazgo, la primavera de la vocación, la estación del descubrimiento, de la prueba, de la formación. Y es una etapa muy bonita, en la que se ponen las bases para el futuro. ¡Gracias por haber venido!

Hoy la palabra de Dios nos habla de la misión. ¿De dónde nace la misión? La respuesta es sencilla: nace de una llamada que nos hace el Señor, y quien es llamado por Él lo es para ser enviado. Pero, ¿cuál debe ser el estilo del enviado? ¿Cuáles son los puntos de referencia de la misión cristiana? Las lecturas que hemos escuchado nos sugieren tres: la alegría de la consolación, la cruz y la oración.

El primer elemento: la alegría de la consolación. El profeta Isaías se dirige a un pueblo que ha atravesado el periodo oscuro del exilio, ha sufrido una prueba muy dura; pero ahora, para Jerusalén, ha llegado el tiempo de la consolación; la tristeza y el miedo deben dejar paso a la alegría: "Festejad… gozad… alegraos", dice el Profeta (66,10). Es una gran invitación a la alegría. ¿Por qué? ¿Cuál es el motivo? Porque el Señor hará derivar hacia la santa Ciudad y sus habitantes un "torrente" de consolación, de ternura materna: "Llevarán en brazos a sus criaturas y sobre las rodillas las acariciarán; como a un niño a quien su madre consuela, así os consolaré yo" (v. 12-13). Todo cristiano, sobre todo nosotros, estamos llamados a ser portadores de este mensaje de esperanza que da serenidad y alegría: la consolación de Dios, su ternura para con todos. Pero sólo podremos ser portadores si nosotros experimentamos antes la alegría de ser consolados por Él, de ser amados por Él. Esto es importante para que nuestra misión sea fecunda: sentir la consolación de Dios y transmitirla. La invitación de Isaías ha de resonar en nuestro corazón: "Consolad, consolad a mi pueblo" (40,1), y convertirse en misión. La gente de hoy tiene necesidad ciertamente de palabras, pero sobre todo tiene necesidad de que demos testimonio de la misericordia, la ternura del Señor, que enardece el corazón, despierta la esperanza, atrae hacia el bien. ¡La alegría de llevar la consolación de Dios!

El segundo punto de referencia de la misión es la cruz de Cristo. San Pablo, escribiendo a los Gálatas, dice: "Dios me libre de gloriarme si no es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo" (6,14). Y habla de las "marcas", es decir, de las llagas de Cristo Crucificado, como el cuño, la señal distintiva de su existencia de Apóstol del Evangelio. En su ministerio, Pablo ha experimentado el sufrimiento, la debilidad y la derrota, pero también la alegría y la consolación. He aquí el misterio pascual de Jesús: misterio de muerte y resurrección. Y precisamente haberse dejado conformar con la muerte de Jesús ha hecho a San Pablo participar en su resurrección, en su victoria. En la hora de la oscuridad y de la prueba está ya presente y activa el alba de la luz y de la salvación. ¡El misterio pascual es el corazón palpitante de la misión de la Iglesia! Y si permanecemos dentro de este misterio, estamos a salvo tanto de una visión mundana y triunfalista de la misión, como del desánimo que puede nacer ante las pruebas y los fracasos. La fecundidad del anuncio del Evangelio no procede ni del éxito ni del fracaso según los criterios de valoración humana, sino de conformarse con la lógica de la Cruz de Jesús, que es la lógica del salir de sí mismos y darse, la lógica del amor. Es la Cruz –siempre la Cruz con Cristo-, la que garantiza la fecundidad de nuestra misión. Y desde la Cruz, acto supremo de misericordia y de amor, renacemos como "criatura nueva" (Ga 6,15).ù

Finalmente, el tercer elemento: la oración. En el Evangelio hemos escuchado: "Rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros a su mies" (Lc 10,2). Los obreros para la mies no son elegidos mediante campañas publicitarias o llamadas al servicio y a la generosidad, sino que son "elegidos" y "mandados" por Dios. Por eso es importante la oración. La Iglesia, nos ha repetido Benedicto XVI, no es nuestra, sino de Dios; el campo a cultivar es suyo. Así pues, la misión es sobre todo gracia. Y si el apóstol es fruto de la oración, encontrará en ella la luz y la fuerza para su acción. En efecto, nuestra misión pierde su fecundidad, e incluso se apaga, en el mismo momento en que se interrumpe la conexión con la fuente, con el Señor.

Queridos seminaristas, queridas novicias y queridos novicios, queridos jóvenes en el camino vocacional. "La evangelización se hace de rodillas", me decía uno de ustedes el otro día. ¡Sean siempre hombres y mujeres de oración! Sin la relación constante con Dios la misión se convierte en función. El riesgo del activismo, de confiar demasiado en las estructuras, está siempre al acecho. Si miramos a Jesús, vemos que la víspera de cada decisión y acontecimiento importante, se recogía en oración intensa y prolongada. Cultivemos la dimensión contemplativa, incluso en la vorágine de los compromisos más urgentes y acuciantes. Cuanto más les llame la misión a ir a las periferias existenciales, más unido ha de estar su corazón a Cristo, lleno de misericordia y de amor. ¡Aquí reside el secreto de la fecundidad de un discípulo del Señor!

Jesús manda a los suyos sin "talega, ni alforja, ni sandalias" (Lc 10,4). La difusión del Evangelio no está asegurada ni por el número de personas, ni por el prestigio de la institución, ni por la cantidad de recursos disponibles. Lo que cuenta es estar imbuidos del amor de Cristo, dejarse conducir por el Espíritu Santo, e injertar la propia vida en el árbol de la vida, que es la Cruz del Señor.

Queridos amigos y amigas, con gran confianza les pongo bajo la intercesión de María Santísima. Ella es la Madre que nos ayuda a tomar las decisiones definitivas con libertad, sin miedo. Que Ella les ayude a dar testimonio de la alegría de la consolación de Dios, a conformarse con la lógica de amor de la Cruz, a crecer en una unión cada vez más intensa con el Señor. ¡Así su vida será rica y fecunda! Amén.

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Mirada al mundo


Egipto: asesinan a sacerdote copto ortodoxo
Crece la violencia. Grupo armado baja de un auto y lo ejecuta por la calle

Por Redacción

ROMA, 07 de julio de 2013 (Zenit.org) - Un grupo de militantes islámicos asesinó al joven sacerdote copto ortodoxo de 39 años, Mina Abboud Haroan.

La noticia le fue confirmada a la agencia de noticias AsiaNews. El homicidio fue ayer ayer sábado 6 de julio. “Un grupo de hombres, probablemente extremistas islámicos que bajó de un vehículo detuvo al sacerdote mientras caminaba por el barrio y le dispararon a quemarropa, dándose a la fuga”.

La información indica que el sacerdote fue llevado inmediatamente al hospital en donde murió algunas horas después.

La agencia de noticias añade que la tensión el todo Egipto sigue creciendo después de las manifestaciones en favor del depuesto presidente Morsi. Y añade, basada en fuentes locales, que el grupo Hermanos Musulmanes están procediendo a la venganza, que en El Cairo se combate sobre los techos y que el grupo armado está dando la caza a los jóvenes que organizaron la protesta del 30 de junio. “Según algunos testimonios --indica la agencia-- van casa por casa, les apuntan con los fusiles y ametralladoras. Atacan con todo tipo de armas”.

(Red/HSM)

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beata María Romero Meneses
«Nicaragüense, un ángel en los suburbios de la ciudad. Declarada mujer del año por la Unión de mujeres americanas, y galardonada con la Medalla de Oro del Rotary Club de Costa Rica»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 07 de julio de 2013 (Zenit.org) - Nació el 13 de enero de 1902 en Granada, Nicaragua. De ascendencia española por parte de ambos progenitores, pertenecía a una influyente familia. Su padre Félix Romero Arana ocupaba un alto cargo político en el país como Ministro de Hacienda y rodeó a su numerosa prole, trece hijos, de grandes comodidades; un agradable bienestar. María también creció arropada por un elenco de tías solteras que regentaban un colegio para las niñas pudientes, y entre unos y otros supo de primera mano la riqueza de la fe que penetró hondamente en ella. En su hogar era habitual auxiliar a las personas desfavorecidas y desde corta edad fue digna heredera de tal espíritu solidario. Con una selecta educación y cualidades singulares para la música y la pintura, a los 12 años conoció a las Hijas de María Auxiliadora, ya que formaba parte del alumnado del colegio que regían. El estrecho vínculo que mantenía con la Virgen, y que fue la tónica de su vida, era ya manifiesto. No dudó de que Ella la sanaría de unas fiebres reumáticas que había contraído, certeza que confió a una amiga y así sucedió; se curó de forma inesperada.

En el colegio fue una de esas alumnas ideales, dóciles y bondadosas, que absorben las enseñanzas y allanan la tarea educativa. Las religiosas estaban casi recién llegadas a Nicaragua, y a través de su testimonio se fue empapando de la vida de su fundador, Don Bosco. Se sintió atraída por el carisma y fue dando pasos inequívocos hacia un mayor compromiso. Primeramente, en 1815 se integró en las Hijas de María y decidió consagrar su castidad movida por un sentimiento vocacional irrefrenable: «Estaba resuelta a entregarme a mi Señor y mi rey para siempre. La vocación se enraizaba en mi alma cada día con mas fuerza». En este camino fue decisiva la ayuda de su director espiritual, el P. Emilio Bottari. Cuando a los 18 años se integró en la comunidad religiosa, le advirtió: «Aunque un día te hicieran picadillo no des nunca un paso hacia atrás. Llegaran el momentos difíciles, pero tú mantente siempre fiel y firme en tu vocación». En numerosas ocasiones recordaría este clarividente consejo.

Hizo el noviciado en San Salvador y tomó el hábito en 1921. Pusieron bajo su responsabilidad las clases de música, canto, dibujo, pintura y mecanografía, aunque ella, servicial y con recursos, podía realizar labores de enfermería fácilmente si era preciso. Era atenta y solícita con las necesidades que detectaba a su alrededor. Aún no había profesado y ya comenzó a percibir gracias sobrenaturales, que junto con visiones, don de profecía y milagros, caracterizaron su ascenso místico. Rogaba con insistencia «Oh Jesús, enséñame a hablar, a trabajar y a vivir solo en tu amor y por tu amor». Un día ante el Sagrario formuló esta pregunta: «Señor, ¿quien soy yo?». Y en una locución divina recibió la respuesta: «Eres la predilecta de mi Madre y la benjamina de mi Padre». Emitió los votos en 1923 y fue destinada a Granada como profesora de las mismas disciplinas impartidas en San Salvador. Hizo la profesión perpetua, y luego partió a Costa Rica. En este país cultivó una de las líneas destacadas de su labor apostólica. Un día de intensa lluvia vio un mendigo que soportaba el intenso temporal bajo la mísera vivienda, sin poderse mantener a resguardo; pensó lo que supondría para él. Y desde ese instante las necesidades de su prójimo fueron su alimento.

Su fe era ciertamente heroica. Junto a ella brillaba la palpable asistencia de María, con la que mantenía constante intimidad. A la Virgen encomendó a su padre, que había quedado casi en la ruina, apartado de la fe, y obtuvo la gracia de que retornase a ella. A la Madre del Cielo llevó también todos los problemas que le trasladaban directamente y de los que tenía noticia a través de otras personas. Decía: «Pon tu mano, Madre mía. Ponla antes que la mía»: María era «su Reina». Por su mediación conseguía a tiempo los recursos económicos para solucionar graves y urgentes carencias y seguir emprendiendo obras para asistencia de los marginados en los suburbios de la capital. Creó un hogar, una clínica, una escuela, y una casa para jóvenes que malvivían en las calles; casitas que eran un oasis para los «sin techo», obras siempre dirigidas a los que no tenían recursos. Además catequizó y animó a los niños y jóvenes a través de los oratorios que impulsó. Todas las gracias sorprendentes, que llegaban siempre a tiempo, las obtuvo a expensas de la oración. Se había trazado un programa hilvanado de Avemarías, recitadas en cualquier momento y circunstancia, especialmente cuando se traía entre manos alguna petición que debía solventar con urgencia, hecho usual en su acontecer. Ella misma había anotado las pautas que deseaba seguir, y cumplió a rajatabla: «Apenas me despierte exclamaré: ¡Madre, Madre hermosa! Y me echaré en sus brazos, la abrazaré y la besaré, repitiéndole lenta y dulcemente: “Ave María…”. Durante la santa misa me colocaré a los pies de la cruz, abandonándome sobre el pecho de mi hermosa Madre para escuchar los latidos de su inmaculado corazón…».

Simplemente este ideario pone de manifiesto que fue una mujer de una fe honda y sencilla, sin fisura alguna. Era obediente y humilde, tenía coraje apostólico, ideas y empuje para ponerlas en marcha. Su generosidad y desvelos por los desfavorecidos fueron probados con numerosas contradicciones, incomprensiones y dificultades. Sus afanes espirituales, su intensa pasión por lo divino en medio de la cual brotaban pensamientos y emocionados anhelos se perciben a través de las anotaciones que fue vertiendo en un cuadernillo desde 1924. La Unión de Mujeres Americanas en 1968 la eligió «mujer del año», distinción que recibió agradecida, pero sin ocultar lo lejos que se hallaba de las glorias de este mundo con un elocuente: «tonterías…». En 1976 fue galardonada con la medalla de Oro del Rotary Club de Costa Rica. Murió con fama de santidad el 7 de julio de 1977. Juan Pablo II la beatificó el 14 de abril de 2002.

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