8.07.13

Madre Teresa: opio de las clases altas

A las 9:34 AM, por Jorge
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Ahí tienen el último exabrupto del “amigo” González Faus. Para esta gente es ver a la beata Teresa de Calcuta y ponerse de todos los colores, rechinar los dientes y sufrir espasmos varios. Algo así como un endemoniado ante el agua bendita y la cruz.

¿Pero se puede saber qué narices les ha hecho esta buena mujer para que la tengan tantísima manía? Ese es el meollo de la cuestión. Porque la buena de Teresa de Calcuta tiene todos los ingredientes para ser icono del progresismo más progre: es mujer (y por tanto, según sus teorías, está discriminada en la Iglesia), es pobre, y se supone que puede aportar pocos bienes a las inFAUStas arcas vaticanas, y está volcada en la causa de los débiles que según el amigo Faus es algo que en Roma resulta molesto. Es que lo tiene todo: mujer, pobre y con los pobres. Vamos, como para hacer cruces de Palacagüina con su imagen, repartir sus escritos en cada congreso de teología y llevar un trozo de su sari como reliquia. Pues no. Nada de nada. No solo rien de rien sino que la han elevado a la categoría de “opio de las clases altas”.

¿Dónde está el fallo? Pues hombre, clarito como el agua de Lozoya que bebemos en Madrid.
La autodenominada “iglesia de base” jamás tuvo a los pobres como sentido fundamental de su vida. Podemos poner ejemplos, como los ex claretianos Forcano o Villar, hoy incardinados en Mato Grosso pero viviendo tan ricamente en Madrid. Tamayo en un fantástico piso de la ciudad de los periodistas de Madrid y su cátedra. La Forcades viajando más que el baúl de la Piquer. Faus en una buena residencia de jesuitas. Nadie conoce los grandes proyectos solidarios de la asociación de teólogos (y teólogas) Juan XXIII aparte de de la exigua colecta solidaria anual. Los pobres son la disculpa para hacer y deshacer, incordiar, cargarse la doctrina, atacar a la jerarquía eclesiástica y pretender hacernos ver que ellos son el evangelio con patas, Jesús de Nazaret redivivo (no Cristo, cuidado con el matiz), las primeras comunidades y el resto de Israel. Y viene aquí la beata Teresa de Calcuta a incordiar.

¿Pobres, hablamos de pobres, de vida pobre y entregada a los que no son nada? Pues ahí tenemos a las Misioneras de la Caridad, pobres como ratas en lo personal, trabajadoras hasta dejarse las manos fregando, volcadas en los últimos parias y encima sonriendo. Pero… ahí está el asunto, con una vida espiritual y de amor a la Iglesia de las que hacen época. Hermanas de oración ante el Santísimo horas y horas, intensa vida sacramental, lectoras de la más sana espiritualidad, obedientes ante la Iglesia. Para su intensísima vida de unión con Cristo y de entrega a los pobres no han necesitado reivindicar el sacerdocio femenino, el aborto, el celibato opcional, la democracia eclesial y la venta del Vaticano. La conclusión es sencilla: unas pobrecitas fuera de la realidad eclesial que en vez de luchar por la justicia, la revolución pendiente y la vuelta de la tortilla rezan, trabajan y atienden a los últimos. Ya ven. Sin necesidad de dar coces (sí, coces, a propósito) como otros, de descalificar, insultar o convertirse en teólogas de moda. Fiándose de Cristo, de la Iglesia y del papa. Obedientes porque saben que la santidad se alcanza en la obediencia a sus reglas, según les explicaba la madre.

Una obra, la de madre Teresa, reconocida en todo el mundo. Su fundadora, beata de la Iglesia y espero que pronto santa. Pues para Faus no es más que “opio de las clases altas”. ¿Y Faus qué es?