8.07.13

La doctrina del odio

A las 8:00 AM, por Germán
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El Sacrosanto Concilio Vaticano II dice:

«La Iglesia va peregrinando entre las persecuciones del mundo y los consuelos de Dios (San Agustín, De civ Dei, 18, 52, 2; PL 41, 614), anunciando la cruz del Señor hasta que venga (1 Cor 11, 26). Está fortalecida con la virtud del Señor resucitado, para triunfar con paciencia y caridad de sus aflicciones y dificultades, tanto internas como externas, y revelar al mundo fielmente su misterio, aunque sea entre penumbras, hasta que se manifieste en todo el esplendor al final de los tiempos» (Lumen Gentium, 8).

Ya desde sus inicios la Iglesia de Cristo tuvo que enfrentar diversos errores y herejías. Las epístolas de San Juan, San Pablo y San Pedro dan cuenta de ello. Las definiciones de la Iglesia son frecuentemente provocadas por el brotar de los errores. No indican pues una novedad en la Fe de la Iglesia, sino más bien fuera de ella: en el campo oscuro de las negaciones y de las herejías.

Jesús ya avisó a sus discípulos que como Él ya había sido perseguido lo serían también ellos, simplemente porque predicaban una doctrina en la que condenaba al malvado. Los fariseos y los escribas, sobre todo en el último año de su predicación no tienen más que un objetivo: desacreditarlo ante el público que le escucha con gusto, por eso no debemos extrañarnos de que hoy mismo haya muchos y muy poderosos enemigos de Jesús, de su Iglesia, y de los responsables más conspicuos de la misma.

Desde sus inicios la Iglesia esposa de Cristo, ha experimentado la persecución constante de tres enemigos, y por eso estamos siempre en «lucha con la carne, con el mundo y con el diablo» (Trento: Dz 1541). Así nos lo enseña Jesús en varias ocasiones, concretamente en la parábola del sembrador (Mt 13, 1-8. 18-23). Los tres enemigos están aliados contra el cristiano y atacan a éste con una coordinación permanente, reforzándose mutuamente.

Jesús, al anunciar persecuciones a sus discípulos, habla muy claramente de la persecución del mundo (Jn 15, 18-21).

Toda la vida cristiana, vivida con fidelidad, es, pues un martirio continuo, es un testimonio permanente de la verdad del Evangelio, es una ofrenda espiritual que no cesa, siempre impulsada por Cristo desde su Cruz y su Eucaristía (cf. Iraburu, El martirio de Cristo y los cristianos).

El prejuicio político del Imperio Romano contra el cristianismo, ponía a los hijos de Dios «en el trance de volver al paganismo o morir», experiencia martirial «que no es característica sólo de la Iglesia de los primeros tiempos, sino que marca también todas las épocas de su historia» (Juan Pablo Magno, 7-V-2000).

Bajo el principio de «quien no está con nosotros es nuestro enemigo», 27 millones de cristianos durante el siglo XX fueron víctimas de las ideologías totalitarias. El marxismo que en su concepción totalitaria identifica sociedad con Estado, ha buscado no sólo manipular obispos, sacerdotes y fieles a favor de sus ideologías, sino incluso dirigir la Iglesia como ocurrió en Polonia, Hungría y otros países de la Cortina de Hierro, formando «iglesias católicas» paralelas.

En China donde Mao Tse Tung en 1957 ordenó la creación de la Asociación Patriótica, una «iglesia nacional» títere para colaborar con el Estado en orden a levantar una nueva China y someter a la jerarquía y los católicos a la dictadura comunista, obispos fieles a Roma fueron obligados por los comunistas a consagrar obispos y ordenar sacerdotes para tal Asociación Patriótica. La Iglesia fiel a Roma sufre hasta hoy persecución.

Pero no solamente tras la Cortina de Bambú, hoy por hoy, en varios países hispanoamericanos, empleando los viejos métodos totalitarios y buscando controlar también la Iglesia, varios de los gobiernos donde actúa en «socialismo del siglo XXI» están buscando el control del clero mediante el soborno, o, el establecimiento de «glesias nacionales independientes».

El obispo auxiliar de Managua, Nicaragua, denunció «que el gobernante Frente Sandinista compra con dinero y prebendas la voluntad de líderes católicos y párrocos con el objetivo de que no critiquen la gestión del presidente Daniel Ortega o que callen ante acciones que sectores de la sociedad civil y de la oposición han considerado autoritarias», otros prelados nicaragüenses han denunciado también acoso y amenazas a sus sacerdotes.

Recientemente, como en su momento había procedido Chávez en Venezuela creando la herética y disidente colaboracionista «Iglesia Católica Reformada», en Bolivia, junto a los intentos de dar forma a una nueva religión de Estado sincrética y panteísta con el culto a la Pachamama, se ha procedido a conformar una pseudo iglesia, llamada «Iglesia Católica Apostólica Renovada del Estado Plurinacional de Bolivia».

«Estamos en el glorioso tiempo de los mártires, pero estamos también en el vergonzoso tiempo de los apóstatas» (Iraburu, El martirio de Cristo y los cristianos).