11.07.13

 

La noticia se extendió por todo el pueblo a la velocidad de la luz. No hacía cinco minutos que don Jesús había aparcado su coche nuevo a la puerta de la iglesia y ya se comentaba en el bar. Los más espabilados hasta sabían el precio: marca tal, modelo tal, de tanta potencia, y con extras… pues le ha salido por lo menos por tantos mil euros. La consecuencia, evidente: caramba, cómo viven los curas…

No se iban a quedar al margen las buenas mujeres de misa diaria. Un coche nuevo siempre es un coche nuevo, y si es del señor cura, razón de más: bonito coche, don Jesús… Gracias, si algo os hace falta…

No hubo otro tema de conversación en el paseo posterior. Y, como es natural, surgieron las comparaciones. Que si don Fulano sí que era pobre, que ni coche tenía, o don Mengano, con aquella Vespa, sin embargo ¿os acordáis de los cochazos de don Perengano? Pues sí, cada cura con sus cosas, los más y los menos. Parecía la conclusión clara: no estaba bien que don Jesús luciera coche nuevo. Cosas de la pobreza y la sencillez. Hasta alguna más leída aludió al papa Francisco que había dicho a los curas que no tuvieran coches de lujo.

Sorprendió Rafaela al decir que ella ya lo había estrenado esa mañana. ¿Esta mañana dices? Sí… estaba en el otro pueblo con mi marido, que tuvimos que ir a los análisis, que ya sabéis que no está bien, esperando el autobús. Pasó don Jesús y me dice: ¿qué hacéis ahí? Pues ya ve, haciendo tiempo… Anda, que os acerco en un momento, que vaya día de calor.

Tendrá coche nuevo, pero ya ves, los otros, con los viejos, jamás me hicieron cosa parecida. A mí, prosiguió Rafaela, que tenga un coche mejor o peor me da igual, hombre no digo uno de esos cochazos carísimos como los que trae a veces el yerno de la María, que eso sí que son cochazos, o el veraneante de al lado de mi casa. Para mí la pobreza no está en la marca del coche o que cueste un poco más o un poco menos. Porque este señor tendrá un buen coche, pero nunca nos ha dejado sin misa y sabemos que se ha privado de salir, de entrar, de vacaciones y de muchas cosas por atender el pueblo.

Porque a ver, vamos a ser claritos todos, que don Fulano con la cosa de que no tenía coche apenas venía por aquí y para cualquier cosa teníamos que ir a buscarle a casa. Y don Mengano venía con la Vespa si no llovía o nevaba, que entonces tampoco. Pues mejor que tenga un buen coche, que se hace muchos kilómetros y que estemos bien servidos, ¿o no?

Se puede ser pobre en las apariencias de coche y ser un comodón, que nos ha pasado. Para mí no hay mayor pobreza que la disponibilidad, el trabajo, la renuncia a los planes de cada uno para echar una mano al que lo necesita. Este cura, don Jesús, siempre tuvo coches que estaban bien ya digo que sin llegar a esos cochazos que vemos a veces. La comida de Cáritas, en el coche de don Jesús. Para ir a las reuniones fuera, el coche de don Jesús. ¿Trasladar cosas de algunos de nosotros? Don Jesús… Y cuando ha pasado algo gordo ¿os acordáis de aquel accidente? aquí se presentó don Jesús a las pocas horas y eso que estaba fuera de vacaciones, que ningún otro lo hubiera hecho.

Eso es un hombre pobre y sencillo. Y si puede tener un coche decente, pues mejor para él y para todos.