13.07.13

Cuando tus compañeros curas se ríen de ti

A las 12:02 PM, por Jorge
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He tenido una enorme suerte con mis compañeros sacerdotes, tanto en la parroquia como en el arciprestazgo. Por supuesto que hemos tenido nuestras diferencias y hasta discusiones en algún asunto puntual, pero jamás recuerdo que nos hayamos faltado al respeto o uno haya ridiculizado la vida o el ministerio del hermano.

Los modos son inevitables. Hay sacerdotes digamos más piadosos, los hay con una vocación muy determinada hacia los pobres, puntillosos en la liturgia, de clergyman y de paisano, unos muy vocacionados hacia los jóvenes, otros se encuentras mejor con las familias, los hay “catedralicios” y los hay con menos afición a encuentros multitudinarios. Todos diferentes, pero todos sintiéndonos miembros de un único presbiterio y respetuosos con las formas de cada cual.

Por eso me resulta especialmente doloroso encontrarme con sacerdotes que están sufriendo por la incomprensión de sus hermanos. Tengo que decir que en pocos días me han llegado noticias de tres casos que cuento como es natural sin decir nombres ni diócesis más que donde es necesario hacerlo.

D. Andrés, que generalmente va de clergyman, pero que me dice que a las reuniones de curas sobre todo de arciprestazgo va de seglar, harto de risitas, descalificaciones y burlas.

D. Antonio se ha encontrado una parroquia en la que apenas había más que las misas –no todos los días-, funerales y poco más, como en toda la zona. Ha comenzado tímidamente algunas cosas, como por ejemplo sentarse en el confesionario, pero no se atreve a decirlo en las reuniones de sacerdotes por miedo. Una vez lo medio soltó y los ataques fueron de los que hacen época.

D. Manuel ha tenido que escuchar a un compañero que pasó por su parroquia un día que tenía expuesto el Santísimo que “por qué había colocado un ventilador sobre el altar”.

Sacerdotes que sufren y que además apenas pueden desahogarse con su obispo y sus vicarios con miedo de que encima en la curia aún se rían más de ellos por esa pretensión de ir de cura, confesar, hacer algo de pastoral y exponer el Santísimo.

No es nada fácil. En teoría sí: denunciarlo ante el obispo y en Roma si hiciera falta. En la práctica es muy posiblemente enfrentarte a un buen número de sacerdotes que acabarán haciéndote la vida imposible a base de hacerte el vacío. Comprendo que no es fácil: un mundo hostil, una sociedad pagana y encima tus compañeros que se ríen abiertamente de ti por cosas tan raras y anómalas como confesar, exponer el Santísimo, usar una camisa con tirilla o celebrar todos los días.

¿Nos extraña que muchos sacerdotes prefieran vivirlo en el silencio, en la oración, en el sacrificio? En algunas diócesis no queda otro remedio. O largarte…