La Iglesia cuenta con ustedes. El Papa cuenta con ustedes

Francisco: Cristo los envía, no tengan miedo, vayan a servir a los demás

 

El Papa Francisco realizó hoy, durante su último día en tierras brasileñas, el envío de poco más de tres millones de peregrinos participantes de la Jornada Mundial de la Juventud con una frase lapidaria: «Vayan, sin miedo, para servir». Hoy «Jesús se dirige a cada uno de ustedes diciendo: ‘Qué bonito ha sido participar en la Jornada, vivir la fe junto a jóvenes venidos de todo el mundo, pero ahora tú debes ir y transmitir esta experiencia a los demás’. Jesús te llama a ser discípulo en misión… ¿qué nos dice hoy el Señor? Nos dice tres palabras: Vayan, sin miedo, para servir».

28/07/13 9:19 PM


(Diogo Ximenes/InfoCatólica) Explicó que evangelizar «es dar testimonio en primera persona del amor de Dios, es superar nuestros egoísmos, es servir inclinándose a lavar los pies de nuestros hermanos como hizo Jesús». Y les animó: «Vayan, sin miedo, para servir».

«Pero ¡cuidado! Jesús no ha dicho: si quieren, si tienen tiempo, sino: ‘Vayan y hagan discípulos a todos los pueblos’. Compartir la experiencia de la fe, dar testimonio de la fe, anunciar el evangelio es el mandato que el Señor confía a toda la Iglesia, también a ti.»

Durante la homilía en la misa de clausura de la Jornada, el obispo de Roma observó que «en estos días en Río, han podido experimentar la belleza de encontrar a Jesús y de encontrarlo juntos, han sentido la alegría de la fe».

«Pero - advirtió- esta experiencia de encuentro no puede quedar encerrada en su vida o en el pequeño grupo de la parroquia, del movimiento o de su comunidad. Sería como quitarle el oxígeno a una llama que arde. La fe es una llama que se hace más viva cuanto más se comparte, se transmite, para que todos conozcan, amen y profesen a Jesucristo, que es el Señor de la vida y de la historia».

«Ahora podemos preguntarnos: ¿Adónde nos envía Jesús?», inquirió el Papa.

La multitud de peregrinos congregada a lo largo de los cuatro kilómetros del Paseo Marítimo de Copacabana le escuchaba atento en profundo silencio reflexivo. «No hay fronteras, no hay límites, nos manda a todos, el Evangelio es para todos», les respondió.

El Obispo de Roma explicó que no se debe ir solo con los más cercanos, más receptivos o más acogedores, sino a todos en especial a aquellos que están en las «periferias existenciales», a los que parecen más lejanos o indiferentes.

El Pontífice explicó que ésta acción evangelizadora, derivada del Mandato de Jesus, no nace de «la voluntad de dominio o de poder», sino de la fuerza del amor, porque «Jesús ha venido a nosotros y nos ha dado, no algo de sí, sino Todo Él, nos ha dado su vida para salvarnos y mostrarnos el amor y la misericordia de Dios».

«Jóvenes - dijo - la Iglesia necesita de ustedes, del entusiasmo, la creatividad y la alegría que les caracteriza… Jesucristo cuenta con ustedes. La Iglesia cuenta con ustedes. El Papa cuenta con ustedes».

Francisco presentó como ejemplo de la necesidad que Cristo y la Iglesia tienen de los jóvenes al beato José de Anchieta, uno de los patronos de La Jornada, llamado por Francisco «gran apóstol de Brasil», pues se marchó a misionar el inmenso país que es Brasil cuando tenía sólo diecinueve años y gastó su vida sirviendo a sus moradores.

A diferencia de una noche antes, los jóvenes no respondían con gritos, pero sí le seguían atentamente, sentados en la arena de la playa y pedían silencio cuando algún colega hablaba o un vendedor ambulante ofrecía algún producto.

El Papa les pidió que al regresar a sus lugares de origen «no tengan miedo de ser generosos con Cristo» para llevar el Evangelio a todos, lo que significa - dijo - «llevar la fuerza de Dios para arrancar y arrasar el mal y la violencia, para destruir y demoler las barreras del egoísmo, la intolerancia y el odio para edificar un mundo nuevo».

Para ésta tarea el Papa les hizo una sugerencia: «¿Saben cuál es el mejor medio para evangelizar a los jóvenes? Otro joven. Éste es el camino que hay que recorrer».

«Queridos jóvenes, sientan la compañía de toda la Iglesia, y también la comunión de los santos, en esta misión, cuando juntos hacemos frente a los desafíos, entonces somos fuertes, descubrimos recursos que pensábamos que no teníamos».

A los ocho mil sacerdotes presentes también les destinó una palabra: «Quisiera dirigirme también a ustedes, queridos sacerdotes que concelebran conmigo en esta eucaristía. Han venido para acompañar a sus jóvenes, y es bonito compartir esta experiencia de fe, pero es una etapa en el camino. Sigan acompañándolos con generosidad y alegría, ayúdenlos a comprometerse activamente en la Iglesia, que nunca se sientan solos».