ZENIT

El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 05 de agosto de 2013

LA FRASE DEL LUNES 5 DE AGOSTO

"Sólo el amor crea" (S. Maximiliano Kolbe 1894 - 1941)

 


Jornada Mundial de la Juventud Río 2013

Seis mil jóvenes dialogaron con el prelado del Opus Dei durante la JMJ
En una conversación sobre el valor de la amistad, la confesión, el sentido del pudor y la vocación

Mi alegría es más grande que mi cansancio
Ecos de la JMJ

Mirada al mundo

Jesuitas en Siria expresan su profundo pesar por la desaparición del padre Dall'Oglio
Victor Assouad s.j. agradece a todos aquellos que están haciendo lo posible por encontrarlo

Vacaciones y conciencia ecológica
Carta pastoral del cardenal Lluís Martínez Sistach

Colombia prepara el VIII Congreso mundial de antiguos alumnos jesuitas
En Medellín reflexionarán sobre "La educación jesuita y la responsabilidad social, ¿cómo podemos servir mejor?"

Catequesis para la Familia

¿Jesucristo es para tí tu mayor riqueza?
Catequesis para la familia, semana del 5 de agosto de 2013

SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA

Beato Federico Janssoone
«Franciscano, taumaturgo, custodio de los Santos Lugares e impulsor de Via Crucis y templos. Pasó gran parte de su vida en Canadá»

Comentario al Evangelio

Vivir siguiendo la sabiduría de la cruz
Comentario al Evangelio del XVIII Domingo del tiempo ordinario. Año C


Jornada Mundial de la Juventud Río 2013


Seis mil jóvenes dialogaron con el prelado del Opus Dei durante la JMJ
En una conversación sobre el valor de la amistad, la confesión, el sentido del pudor y la vocación

Por Redacción

ROMA, 05 de agosto de 2013 (Zenit.org) - Seis mil jóvenes de todo el mundo se reunieron durante la Jornada Mundial de la Juventud 2013 en el "Centro de Convencoes Sul America" en Río para tener una reunión con el prelado del Opus Dei, monseñor Javier Echevarría.

La cantidad de jóvenes que querían asistir al acto—universitarios y bachilleres, fieles de la prelatura y amigos suyos— obligó a los organizadores a duplicar esa misma mañana la disponibilidad de sitios (la sala tenía capacidad para 3.500 personas)

Entre los asistentes fueron muy numerosos los brasileños y los argentinos (800), pero también se hicieron notar representantes tanto de Oceanía como de Europa, África y Asia.

En un clima colorido y familiar, el prelado pasó con los jóvenes, que en sus respectivos países acuden a los medios de formación espiritual que ofrece la prelatura, cerca de dos horas charlando y respondiendo a las preguntas que le hacían en el auditorio.

El hilo conductor fue la invitación a seguir haciendo diariamente lo que el papa Francisco pidió el día de su elección: rezar por él y por sus intenciones. Además los jóvenes preguntaron al prelado sobre el valor de la amistad, la importancia de la confesión, el sentido del pudor y, especialmente, acerca del cuándo y del cómo descubrir la propia vocación.

La pregunta sobre el Sacramento de la Reconciliación, narra una nota enviada por la oficina de prensa del Opus Dei,  fue formulada por una joven de 17 años que había llegado a Río de Janeiro procedente de Wellington, la capital de Nueva Zelanda, y que es la primogénita de una familia con nueve hijos. “La confesión es como una medicina —explicó el prelado—: cuando tienes dolor de cabeza tomas una aspirina para que se pase, aunque sepas que puede volver dentro de tres días. Algo análogo sucede con la Confesión: siempre vale la pena acudir a este Sacramento”.

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Mi alegría es más grande que mi cansancio
Ecos de la JMJ

Por P. Manuel Tamayo

LIMA, 05 de agosto de 2013 (Zenit.org) - El título de esta crónica recoge las palabras del Papa Francisco al llegar a la ciudad de Roma, después de asistir a la Jornada Mundial de la Juventud en Río de Janeiro. Todos los peregrinos que estuvimos allí podemos expresar lo mismo y así nos unimos al Santo Padre.

Esa misma sensación la tuvimos al volver a nuestros países, por eso podemos decir también que nuestra alegría fue muy superior al cansancio de los desplazamientos, las inclemencias del clima y los desórdenes de un río humano que se salió de madre y se desbordó, sin que pudieran hacer nada los organizadores, simplemente tiraron la toalla. El Campus Fidei, previsto para la Vigilia y la Misa de envío, se convirtió en un pantano y no se pudo utilizar.

El cambio de lugar desconcertó a muchos, pero todo salió en medio de la algarabía juvenil, con el esfuerzo y la colaboración de cada uno. No pasó nada y aunque hubieron largas esperas y apretones, quedamos muy contentos y agradecidos. Ha sido una experiencia inolvidable

La presencia del Papa y entusiasmo de más de tres millones de jóvenes dejaron un saldo altamente positivo en esta nueva versión de la jornada. La lluvia y el frío de los días centrales no amilanaron el ímpetu y la alegría, fue realmente impresionante. Para Sudamérica ha sido una inyección de optimismo y ahora se ha convertido en el continente de la esperanza.

Río de Janeiro fue un hogar para todos. La acogida de los cariocas fue mucho más que una hospitalidad, se percibía la paternidad de un Papa sudamericano y la fraternidad de los brasileños que con sus costumbres y modos propios nos hicieron sentir su cariño. Tuvieron múltiples manifestaciones de generosidad con los extranjeros. A los que se perdían, que era inevitable, los acogían y los orientaban. Se podría decir que todos ellos hicieron de buen samaritano, aunque en estos casos no se trataba de gente herida, sino de despistados y cansados. Les agradecemos mucho todo lo que hicieron por nosotros.

Todo Brasil fue una fiesta grande llena de alegría de la que participaban todos sin ninguna exclusión. En el libro del peregrino aparecían los santos de la zona donde también se apreciaba la gran unidad en la variedad.  Santos distintos pero unidos en el amor a Dios y a los demás. Y esta vez, en la JMJ, la foto de las muchedumbres estaba compuesta por múltiples modos de ser, era un verdadero mosaico de razas y colores que gritaba desde el fondo del alma: "esta es la juventud del papa" y este año, por decisión del Santo Padre se unieron los ancianos que llevan la sabiduría y también podrían gritar con el ímpetu juvenil:"esta es la senectud del Papa". Yo no sabía dónde incluirme, porque justo en Brasil cumplí 65 años, pero con los jóvenes me sentía juvenil. El día de mi cumpleaños recibí dos grandes regalos: estar al lado del Prelado del Opus Dei, mi obispo, en una tertulia dirigida a los sacerdotes y recibir la invitación para poder asistir a una Misa que el Papa celebró al día siguiente en la Catedral. Me sentía en el Cielo.

Acompañé a un grupo de 140 peruanos que procedían de Piura, Chiclayo y Lima, todos universitarios y escolares. Estuvimos alojados en el colegio Santa Mónica de Cachambí, a una hora del centro de Río. Para no perdernos nos dividimos en grupos pequeños. Tuvimos una charla con el Arzobispo de Lima, Cardenal Juan Luis Cipriani en la escuela Naval de Río de Janeiro. El director de la escuela felicitó a Monseñor Cipriani por sus bodas de plata episcopales. También un grupo de peruanos, unidos a otros universitarios tuvimos una tertulia con Monseñor Javier Echevarría, Obispo prelado del Opus Dei, donde asistieron unos mil quinientos jóvenes. 

Todos hemos quedado impresionados de la llegada del Santo Padre a la gente, de sus gestos y sus palabras directas y sinceras. El Papa nos ha dicho lo que necesitábamos todos, ha dado en el blanco con cada uno y él dijo cuando llegó a Brasil: “No traigo oro ni plata, traigo a Jesucristo” y a los jóvenes les invitó que formaran parte del equipo de Cristo, que Jesucristo trae mucho más que el mundial de fútbol.

A todos nos pidió que empezáramos por nosotros mismos y al los sacerdotes nos dijo que teníamos que promover la cultura del encuentro. Que nuestras relaciones humanas no debe tener en cuenta, como ocurre en el mundo, la eficiencia y el pragmatismo, sino que debemos poner la solidaridad, la fraternidad y ser servidores de la cultura del encuentro. Salir para encontrar a los que están en la periferia, ser callejeros de la fe y no tener miedo de salir.

A los jóvenes les dijo que el verdadero campo de la fe eran ellos y les pidió para que dejen a Dios trabajar ese campo, que pueda entrar la semilla de Jesús, que recen, que acudan a los sacramentos y que ayuden a los demás. Les dijo también que nunca estamos solos, que somos parte de una gran familia que es la Iglesia y que ellos también, igual que San Francisco, podían construir una iglesia, no una pequeña capilla sino una Iglesia grande. San Pedro dice que somos piedras vivas y los jóvenes deberían ser los protagonistas de la historia. “Tú corazón joven quiere construir un mundo mejor”. “Veo que muchos jóvenes salen a la calle porque quieren una civilización más justa”  “No dejen que sean otros, ustedes son los protagonistas de la historia”

Los días de la JMJ serán inolvidables. Ahora nos toca repasar lo que hemos vivido y llenos de agradecimiento empezar, sin demoras, la construcción de la nueva civilización del amor. Es una meta ambiciosa para el año de la fe con el convencimiento y la esperanza de que para Dios nada hay imposible. Contamos además con la ayuda, constante y eficaz, de nuestra madre la Virgen María.

*El padre Tamayo es el capellán de la Universidad de Piura, Perú

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Mirada al mundo


Jesuitas en Siria expresan su profundo pesar por la desaparición del padre Dall'Oglio
Victor Assouad s.j. agradece a todos aquellos que están haciendo lo posible por encontrarlo

Por Redacción

ROMA, 05 de agosto de 2013 (Zenit.org) - El provincial de Oriente Medio de la Compañía de Jesús, Victor Assouad s.j., firma un comunicado en el que "expresa su profundo pesar por la imposibilidad de establecer cualquier contacto con el padre Paolo Dall'Oglio durante varios días". A su vez, agradece "a todos aquellos que se preocupan por su destino, así como las jurisdicciones y las autoridades que están haciendo todo lo posible para encontrarlo".  Así mismo esperan "que esta prueba finalice pronto y el padre Paolo se reúna con sus compañeros lo antes posible".

El padre Dall'Oglio es un sacerdote italiano que ha trabajado en Siria durante los últimos 30 años y que lleva desaparecido una semana. Durante la misa de la semana pasada en la fiesta de san Ignacio de Loyola, el papa Francisco expresó su preocupación por el padre Dall'Oglio durante su homilía, diciendo que estaba "pensando en nuestro hermano de Siria."

El provincial de Oriente Medio también expresa su preocupación por el jesuita holandés padre Frans van der Lugt y las personas con las que vive, en una residencia de los jesuitas en la ciudad de Homs, que han sido víctimas de ataques por parte del régimen sirio actual. Por eso expresa el deseo de "que no se escatimen esfuerzos para proteger su vida y la de todos sus compañeros."

Para finalizar el comunicado, padre Assouad comunica de parte de la Compañía de Jesús en esta región "su solidaridad con el sufrimiento de todo el pueblo de Siria. Se compromete a proseguir la acción humanitaria entre todos y reitera su determinación de trabajar por la paz y la reconciliación en Siria".

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Vacaciones y conciencia ecológica
Carta pastoral del cardenal Lluís Martínez Sistach

Por Redacción

ROMA, 05 de agosto de 2013 (Zenit.org) - Las vacaciones, conciencia ecológica y  naturaleza son los temas sobre los que reflexiona el cardenal Lluís Martínez Sistach, cardenal arzobispo de Barcelona, en su última carta pastoral. "El verano y las vacaciones nos permiten tener un mayor contacto con la naturaleza. De ahí que el tema de la ecología recobre una mayor actualidad. El respeto al ambiente natural que nos rodea, al cosmos, a la creación, es un asunto de una trascendencia innegable", afirma el purpurado.

A menudo se reitera, dice el cardenal, "la advertencia que la situación es seria y preocupante, porque la depauperación de nuestro patrimonio natural continúa avanzando en todas partes. La crisis ecológica es un problema moral, relacionado con el desarrollo técnico y científico actual, que tiene una dimensión que a largo plazo compromete seriamente la misma existencia humana".

Así mismo recuerda que el beato papa Juan Pablo II, en una de sus encíclicas sociales, hizo la siguiente observación: es conveniente “adquirir una mayor conciencia de que no se pueden utilizar impunemente las diversas categorías de seres, vivos o inanimados –animales, plantas, elementos naturales- de la manera que cada cual desee, según las propias exigencias económicas. Una correcta conciencia ecológica ha de tener en cuenta la dimensión ética que ha de caracterizar siempre el desarrollo de los pueblos”.

También menciona que en Evangelium vitae el papa polaco escribió que “el hombre, llamado a cultivar y custodiar el jardín del mundo, tiene una responsabilidad específica sobre el ambiente de la vida, o sea, sobre la creación que Dios ha puesto al servicio de su dignidad personal, de su vida; y esto no sólo en lo que se refiere al presente, sino también en lo que respecta a las generaciones futuras".

Y por eso el cardenal utiliza dos verbos muy expresivos "cultivar y custodiar". Explica el arzobispo de Barcelona que "cultivar es cuidarse de una cosa con respeto y amor. Custodiar incluye, además, el sentido de una especial protección, del ejercicio de una responsabilidad"

A propósito del argumento, cita las palabras de el papa Francisco, en la homilía de la misa del inicio de su pontificado: “Quisiera pedir, por favor, a todos los que ocupan lugares de responsabilidad en el ámbito económico, político o social, a todos los hombres y mujeres de buena voluntad: sed custodios de la creación, del designio de Dios inscrito en la naturaleza, guardianes del prójimo, del medio ambiente, no permitamos que los signos de destrucción y de muerte acompañen el camino de este mundo nuestro”.

Para finalizar la carta pastoral invita a que  "ya sea en la residencia habitual o fuera de ella, es preciso hacer de las vacaciones un tiempo de reflexión, de oración, de cultivo de la espiritualidad, un tiempo para la lectura, para la convivencia con la familia y los amigos, y sobre todo un tiempo de alabanza a Dios por haber dado a los hombres el jardín del mundo, un jardín que hemos de cultivar y no dañar de cualquier manera".

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Colombia prepara el VIII Congreso mundial de antiguos alumnos jesuitas
En Medellín reflexionarán sobre "La educación jesuita y la responsabilidad social, ¿cómo podemos servir mejor?"

Por Redacción

ROMA, 05 de agosto de 2013 (Zenit.org) - "La educación jesuita y la responsabilidad social, ¿cómo podemos servir mejor?, es el tema elegido para el VIII Congreso mundial de ex-alumnos jesuitas que se celebrará en Medellín del 14 al 18 de agosto.

Durante el Congreso de Versalles en 1986, se decidió que los Congresos de la Unión Mundial deberían rotarse en los diversos continentes, por ello se hicieron sucesivamente en Europa, Australia, Asia, África y ahora le toca a Suramérica.

El tema del este Congreso "es un tema retador al preguntarnos qué debemos hacer para servir a nuestras sociedades. Como ex-alumnos debemos seguir la enseñanza de san Ignacio: "En todo amar y servir", anuncian en la presentación del Congreso.

Para el VIII Congreso Mundial de ex-alumnos jesuitas se han preparado pabellones donde las delegaciones de los diferentes países podrán exhibir las obras sociales que realizan; por medio de fotografías, videos y entrega de material a los asistentes.

"El Comité Académico con el fin de ofrecer a los asistentes los mejores contenidos, estructuró una programación con conferencias y grupos de discusión en diferentes enfoques de la Responsabilidad Social", explican en dicha presentación.

Entre los conferenciantes, se encuentra el padre Adolfo Nicolás s.j., superior general de la Compañía de Jesús, teólogo especializado en Semiología; que se encargará del discurso de apertura.

En declaraciones a la Agencia Fides, Fabio Tobón, presidente del Congreso que junto al padre Donaldo Ortiz s.j. ha organizado el evento, afirma que "estamos trabajando desde hace dos años para que vengan a Colombia antiguos alumnos de unos 120 países; además es "muy importante para conocer lo que los ex-alumnos están haciendo en cada parte del mundo y en qué trabajos sociales están implicados. Esto nos ayudará a mejorar nuestro compromiso en Colombia, también en el campo social".

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Catequesis para la Familia


¿Jesucristo es para tí tu mayor riqueza?
Catequesis para la familia, semana del 5 de agosto de 2013

Por Luis Javier Moxó Soto

MADRID, 05 de agosto de 2013 (Zenit.org) - En esta 18ª semana del Tiempo Ordinario las lecturas con las que comenzamos el domingo, y las distintas fiestas y memorias de estos siete días, tienen el denominador común de la verificación de nuestra consistencia. ¿Dónde ponemos nuestra riqueza? ¿De dónde esperamos nuestros cambios y transformaciones personales? ¿Qué tipos de conocimiento, sabiduría y gusto son los que más nos llenan? Dicho de otra manera: ¿hasta qué punto nos llena, o –más bien- dejamos que nos llene, Jesucristo?

Nos movemos muchas veces en la vanidad de lo material, incluso de aquello que creemos conseguir con nuestros propios méritos, como dice la primera lectura (Ecl 1, 2; 2, 21-23). Lo propio, como dice el salmo 89, es reconocernos frágiles y recurrir a la compasión del Señor. En el evangelio (Lc 12, 13-21) nos recuerda que lo verdaderamente importante no es la preocupación codiciosa y el disfrute ocioso de los bienes de este mundo sino ser rico ante Dios. En la segunda lectura (Col 3, 1-5. 9-11) San Pablo explica cómo buscar y aspirar a los bienes celestiales. Venciendo la impureza desordenada de todo tipo, la codicia, la avaricia y la mentira especialmente.

Así, cuando aparezca Cristo apareceremos gloriosos con Él, dice San Pablo. Y esto es lo que el martes nos recuerda la fiesta de la Transfiguración del Señor. Él manifestó su gloria ante los santos apóstoles Pedro, Santiago y Juan, con el testimonio de la Ley y los Profetas, Moisés y Elías.

Esos profetas que también tuvieron mucho que ver especialmente en santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein), virgen y mártir, patrona de Europa, de la que dice el Martirologio Romano: “virgen de la Orden de Carmelitas Descalzas y mártir, nacida y educada en la religión judía, después de haber enseñado filosofía durante algunos años entre grandes dificultades, recibió por el bautismo la nueva vida en Cristo, prosiguiéndola bajo el velo de las vírgenes consagradas hasta que, en tiempo de un régimen hostil a la dignidad del hombre y de la fe, fue encarcelada lejos de su patria, y en el campo de exterminio de Auschwitz, cercano a Cracovia, en Polonia, murió en la cámara de gas”.

Por eso a santa Teresa Benedicta de la Cruz podemos encomendar el fruto de la pasada Jornada Mundial de la Juventud 2013 en Río de Janeiro, y los preparativos de la próxima, del 2016, en Cracovia. El Papa en Brasil ha animado a todos a ofrecer las riquezas inagotables del amor de Cristo, viviendo la projimidad con todos, porque la verdadera riqueza y lo que da la auténtica alegría no son las cosas, el tener, los ídolos del mundo, sino el seguir a Cristo y servir a los demás.

Mostremos a todos esta semana, como Papa Francisco nos ha dicho en Brasil, que la verdadera riqueza está en el corazón, como también dijo san Lorenzo, cuya fiesta celebramos el día 10, acerca de los pobres como el verdadero tesoro de la Iglesia.

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SANTOS Y BEATOS: EPOPEYAS DE AMOR. EJEMPLO DEL DÍA


Beato Federico Janssoone
«Franciscano, taumaturgo, custodio de los Santos Lugares e impulsor de Via Crucis y templos. Pasó gran parte de su vida en Canadá»

Por Isabel Orellana Vilches

MADRID, 05 de agosto de 2013 (Zenit.org) - Este franciscano, devoto de María, apóstol en Tierra Santa y en cuantas misiones le encomendaron, nació en la localidad francesa de Ghyvelde, el 19 de noviembre de 1838. Sus padres eran unos honrados campesinos que gozaban de buena posición económica. Coherentes con su fe católica habían alentado la de sus numerosos hijos. Así Federico, siendo un adolescente, vio en el sacerdocio el más preciado ideal para su vida. Y después de cursar estudios en el colegio de Hazebrouck y en el Instituto de Ntra. Sra. de las Dunas, de Dunquerque, ingresó en el seminario. Tenía buena base, porque cuando hizo la Primera Comunión a la edad de 14 años había recibido una intensa y dilatada formación. Entonces hacía cuatro años que su padre había muerto. Y precisamente esta circunstancia que influyó en la economía doméstica le obligó a dejar aparcada su preparación eclesiástica. Su sentido de la responsabilidad le hizo ver que su familia precisaba de su ayuda para salir adelante. En 1861 fue su madre quien partió de este mundo, mientras su vocación franciscana se hacía cada vez más palpable en su interior. Entonces tenía 23 años y a los 26 dio cauce a este sentimiento ingresando en el convento de Amiens donde hizo el noviciado. Luego pasó por Limoges y por Bruges donde completó las etapas de su consagración. En 1868 emitió la profesión, y en 1870 recibió el sacramento del orden.

Una de sus primeras misiones fue el frente para asistir como capellán a los soldados que se batían en la guerra franco-prusiana. Cuando ésta culminó lo destinaron sucesivamente a Branday, a Burdeos, con el fin de abrir un nuevo convento, y a París donde se hizo cargo de la biblioteca. A partir de entonces su labor iba a desarrollarse lejos de Europa marcada con el mismo sello: el celo apostólico que había tenido hasta ese momento. Los cinco primeros años que pasó en Tierra Santa, desde 1876 hasta 1881, como vicario custodial de ese patrimonio incomparable de la fe que se halla bajo el amparo de los franciscanos, dejaron una profunda huella en su vida. Tras un periodo de estancia en Canadá donde recaudó limosnas para el sostenimiento de los Santos Lugares, además de implicar a los fieles en la tarea apostólica, volvió a Tierra Santa en 1882. Otros seis años de estancia en ella sirvieron, entre otras cosas, para poner al descubierto cualidades que anteriormente permanecieron veladas. De hecho, no se había presentado la ocasión de constatar su valía para el mundo diplomático, pero en ese periodo solventó asuntos delicados con notable éxito. Cuando volvió a Canadá en 1888 dejaba atrás obras como la iglesia de santa Catalina construida por él, y los reglamentos del Santo Sepulcro y de Belén. No regresó a Tierra Santa, pero siguió vinculado a ella en calidad de comisario.

El resto de su existencia discurrió en tierras canadienses, primero en Montreal y después en Trois-Rivières, Quebec. Su vida religiosa era un vivo testimonio de amor a Cristo. Era un hombre austero, que había encarnado el carisma franciscano admirablemente, sencillo, confiado, paciente, acogiendo las dificultades con paz, dispuesto a cumplir en todo momento la voluntad de Dios. Vivía el ideal de pobreza con rigor, y trataba con ternura a los pobres, que eran sus dilectos hermanos en Cristo. Adoraba con sumo fervor la Eucaristía y llevaba grabado en su corazón el amor a María. Con ese espíritu mariano alentó a los fieles a involucrarse en el culto, y a vivir piadosamente. Impulsó peregrinaciones al santuario de la Virgen Du-Cap, cercano a Trois-Rivières, que presidía; le servían para recordar a todos que se llega al Hijo a través de la Madre. También fue devoto del Sagrado Corazón de Jesús y de San José. Compartió estas tres dilecciones con la gente y se produjo un notable incremento de fieles que acudían a Jesús, María y José. Por mediación de la Virgen, Federico recibió gracias extraordinarias y se obraron milagrosas curaciones. Convirtió a muchas personas.

Asimismo, infundió gran amor a la adoración eucarística. Predicaba, impartía catequesis, asistía a fraternidades franciscanas seglares difundiendo el carisma al que se había abrazado. También redactaba escritos, y buscaba ayuda para erigir obras de gran calado como el santuario de la Virgen del Rosario, de Cap La Madeleine que logró convertir en el templo de la adoración perpetua de Québec, y el monasterio de las clarisas de Valleyfield. A instancias suyas se erigieron imponentes Via crucis en distintos lugares. Nada de ello habría salido adelante si no hubiese estado sumergido en la oración y en la penitencia. Murió en Montreal el 4 de agosto de 1916. Tenía 77 años. Juan Pablo II lo beatificó el 25 de septiembre de 1988. Sus restos se veneran en Trois-Rivières.

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Comentario al Evangelio


Vivir siguiendo la sabiduría de la cruz
Comentario al Evangelio del XVIII Domingo del tiempo ordinario. Año C

Por Antonello Iapicca

ROMA, 05 de agosto de 2013 (Zenit.org) - Herencia" y "codicia", cada conflicto entre "hermanos" nace de la inconciliabilidad entre estos dos términos. Dónde hay herencia no puede surgir codicia. La herencia es un regalo que nace de la unión con el que hace testamento. Es el fruto de su liberalidad, de su amor. Todo nosotros, "hermanos" nacidos del mismo Padre, por pura Gracia, somos herederos de Dios y coherederos de Cristo. Como Caín con Abel, sólo hemos puesto soberbia, celos y pecados. Como el hijo pródigo, hemos despilfarrado todo. Cómo Adán, perdimos el Paraíso.

"¡Hombre!" nos dice hoy el Señor, porque en aquel entre la muchedumbre y en cada uno de nosotros Él intercepta Adán: rico "cerca de Dios" en el Paraíso, frente a la "cosecha abundante" recibida en "herencia", se ha parado a "dialogar con si mismo" y ha quedado entrampado en la mentira del demonio. Como nos ocurre cuando, frente a la historia, nos retiramos en nuestra razón dejando espacio a las adulaciones del enemigo que nos convencen de ser como dios.

Y entonces nos metemos a tope para "acumular tesoros para nosotros mismos", mujer, marido, amigos, dinero; "no sabemos que hacer" de los dones de Dios, no "tenemos donde ponerlos", porque nuestro corazón está endurecido; y así, por el miedo de perderlos, los cerramos en los "graneros" de nuestro egoísmo, cada vez "más grandes" para saciar el vacío creciente e irrecuperable de un dios sin paraíso.

"Diré a mí mismo": es la locura de quien se cree en el mismo tiempo autor y usuario de la vida, dios y criatura; la "necedad" demoníaca que se hace codicia, deseo rapaz y arrogante, porque siempre insatisfecho.

Solo se puede ser Dios o criatura. Todos somos "hombres ricos" porque criaturas herederas de Dios, y cuya vida puede dar siempre una cosecha abundante, Cristo Jesús vivo en nosotros. Pensar de servirse de Él para instalarse y "comer, beber y divertirse" es transformar la vida en una loca carrera hacia la nada, presa de la ilusión de "tener a disposición muchos bienes", olvidando que son dados en administración y nadie puede apoderarse de ellos.

Gastamos los días planeando "por muchos años" descanso y gozo, y no reservamos ni un día a la muerte, única certeza. Ofrecemos a nosotros mismos la sexualidad, con la que Dios nos ha hecho "herederos" de la creación y la vida, para hacer de ella un instrumento de placer que transforma el otro en un objeto de consumo.

Tal como en muchas circunstancias, cuando un "hermano" - mujer o marido, hijos o amigos - otro Adán engañado como nosotros, nos "roba la herencia" que hemos reducido a mezquina propiedad de la carne: el cariño, los afectos, la consideración, nuestro tiempo, el honor, la carrera, los derechos; cuando la "noche" de los acontecimientos oscuros y dolorosos viene a "pedirnos la vida" y nos encuentra míseramente sin ella, incapaces de donarla porque ya reducida a un jirón lacerado por el egoísmo, revelando la "necedad" de quien hace depender la vida de los "bienes" destinados a corromperse.

Entonces nos hacemos maestros del Maestro, pretendiendo enseñarle como y cosa juzgar para justificar nuestra codicia que nos ha separado de Él y de los hermanos: "¿quién me ha constituido juez" según los criterios del mundo y la carne? ¿Quién ha puesto mi vida a "mediar" entre una codicia y la otra?

Pero Jesús, que es Dios, también "juzga" hoy por medio de la cruz: los proyectos basados en el egoísmo son las espinas clavadas en la cabeza, preocupaciones, angustias y noches sin dormir; las riquezas acumuladas con avidez son los clavos que iluminan nuestra incapacidad de donarnos.

La cruz nos ha sido dada para comprender que "la vida no depende de lo que el hombre posee", si no del empleo que se hace de los bienes entregados en administración: un sólo modo devuelve la vida auténtica y injertada en la eternidad, lo que nos hace "enriquecer ante Dios", que significa vivir siguiendo la sabiduría de la cruz.

El sabio vive crucificado con Cristo, fijándo la mirada hacia el Cielo; es hijo del Padre, sabe que la vida sólo puede ser  vivida donándola, exactamente como ha sido recibida. Ya participa de la resurrección de Jesús, está libre y con Él juzga cada cosa con sabiduría, porque ha experimentado que nada podrá separarlo nunca de su amor.

El sabio ha conocido el perdón, el necio vive en el remordimiento. Para el sabio la vida, con sus bienes y sus afectos, es una señal del perdón y así se convierte en don que no teme la muerte. El necio planea y se atormenta, perseguido por el miedo de morir, sin saber "de quien será lo que ha preparado."

Para llegar a ser sabios necesitamos a Jesús, el "juez" que se ha hecho "mediador" sobre la Cruz. Ha juzgado el pecado y ha puesto su vida como mediación por el rescate. El se ha dejado matar de nuestra codicia y ha resucitado para donarnos la auténtica "herencia": del Cielo cada día viene a juzgar vivos y muertos, sabios y necios. Quien, como las vírgenes sabias, son "rico" en Espíritu Santo, puede acogerlo y entrar en su banquete de bodas que da sentido y plenitud a la vida; quien, como las vírgenes necias, han despreciado el don de Dios, quedará fuera del Paraíso, cerrado en el orgullo que engendra tristeza y soledad.

Hace falta por lo tanto "tener cuidado" en cada instante de nuestra vida, dejando que el Espíritu Santo de sabiduría y amor llenes los pequeños vasos de las cosas de cada día, porque "lo que hemos preparado" pueda anunciar a todos el Evangelio y "sea de los" que Dios pondrá sobre nuestro camino; hace falta ser fieles, discerniendo acontecimientos y relaciones para aprender como, en todo, quedar "cerca de Dios" para "enriquecernos" de su amor; si acogido, ello se multiplica con exceso porque "Caritas Christi urget nos: el amor de Cristo nos empuja al pensamiento que uno ha muerto para todos, porque los que viven no vivan jamas por si mismos" si no por Él (cfr. 2 Cor. 5,14).

En el matrimonio, su amor nos empuja al perdón, y nos abre a las nuevas vidas que Dios quiere donarnos, "teniéndonos lejanos" de vacaciones y lujos que las familias numerosas no pueden permitirse. En el estudio, nos ayuda a gastar las horas en el sacrificio que nos hacen adultos y "ricos" en madurez y responsabilidad. En el trabajo, nos "aleja" de la codicia de la carrera para hacer del despacho un altar dónde ofrecerse a colegas y superiores.

En el noviazgo nos defiende de la concupiscencia para respetar el otro y aprender a entregarse. En quienquiera encontramos, herido del pecado y del mal, nos hace reconocer la imagen del Creador imprimida en él y descubrir así de estar "cerca de Dios"; por ellos nos convierte en el buen samaritano, capaz de gastar las propias sustancias para "enriquecerlos" y abrir para todos las puertas de la salvación.

Estamos llamados cada día en la urgencia de donar, en todo lugar y a todos, "la cosecha abundante" del amor que llena el "campo" de nuestra vida, "acumulando tesoros" para enriquecer de ellos el Cielo, acompañando "cerca de Dios" a los "hermanos" que buscan en nosotros la herencia perdida.

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