6.09.13

 

Mientras en España los marroquíes musulmanes tienen plena libertad religiosa, y pueden abrir lugares de culto y buscar la conversión al Islam de españoles, en Marruecos ocurre exactamente lo contrario. Allá se permite que haya cristianos siempre que no se dediquen a predicar el evangelio. Y si a un musulmán se le ocurre convertirse a Cristo, sabe que tiene un alto porcentaje de posibilidades de acabar en la cárcel… o en un sitio peor.

Eso es lo que le ha pasado a un marroquí de treinta años. Por pura gracia de Dios, se convirtió al cristianismo. Seguramente del tipo protestante evangélico, porque ya sabemos que la actividad evangelizadora del catolicismo en el Magreb es cercana al cero absoluto. Si a los católicos nos diera por predicar el evangelio para que los no cristianos puedan convertirse al Señor, desaparecería el estatus de comodidad que “disfrutan” determinadas diócesis y archidiócesis “históricas". Como los evangélicos no tienen estatus alguno que “mantener", hacen lo que Cristo mandó que se hiciera. No hace falta que les diga lo que, como católico, me parece esa realidad. Se pueden hacer una idea.

Cuando los cristianos que evangelizan son extranjeros, el gobierno marroquí los expulsa del país. Cuando son nacionales, les mete en la cárcel. Y ojalá la cosa se quedara en eso. Cuaando fui evangélico, tuve la oportunidad de oír el testimonio de unos misioneros protestantes argentinos que nos contaron como tenían la certeza de que al menos dos jóvenes que se habían convertido a Cristo fueron ejecutados extra-judicialmente para dar un escarmiento.

¿Creen ustedes que algún gobierno de Occidente, no digamos España, va a hacer algo por ellos? Ni lo sueñen. Es más probable que el rey Juan Carlos acuda a darle otro abrazo a Mohamed VI a que el ministro de Asuntos Exteriores diga algo en defensa de ese cristiano condenado. A nuestros gobiernos les importa un pimiento que la libertad religiosa sea una quimera en los países musulmanes. En ellos se da, si acaso, la libertad de culto. Admiten, eso sí, que los cristianos hagan obra social, eso sí. La diferencia es que mientras la Iglesia Católica en muchos de esos países vive la mar de tranquila con esa situación, los “hermanos separados” se encargan de añadir confesores y mártires a la causa de Cristo. Que cada cual saque las conclusiones que estime pertinentes.

Luis Fernando Pérez Bustamante