SANTA SEDE

Papa Francisco: El reto de la Iglesia en las nuevas tecnologías de la comunicación está en mostrar, mediante ellas, el auténtico rostro de Cristo


 

Los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales tuvieron la ocasión de estar con el Santo Padre en una audiencia celebrada el sábado en la  la Sala Clementina del Palacio Apostólico. En este encuentro, el Papa Francisco agradeció la tarea que lleva a cabo este consejo, encabezado por Mons. Celli. En su discurso a los participantes incidió en la importancia de la comunicación para la Iglesia y la tarea que ésta tiene de entrar en el diálogo continuo con los hombres a través de las diversas tecnologías.

 

Discurso del Santo Padrea la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales

¡Queridos hermanos y hermanas, buenos días!

Los saludo a todos y les doy las gracias por el servicio que prestan en un campo tan importante como es el de la comunicación, pero después de haber escuchado a Mons. Claudio Celli debo cancelar “campo”…una “dimensión existencial” importante…Agradezco a Mons. Celli por las palabras que me ha dirigido en nombre de todos. Quisiera compartir con ustedes algunas ideas:

1.Primero: la importancia de la comunicación para la Iglesia. Este año se cumple el 50 aniversario de la aprobación del Decreto conciliar Inter mirifica. No se trata sólo de una conmemoración; ese documento expresa el interés de la Iglesia por la comunicación y por sus instrumentos, importantes también en una dimensión evangelizadora. Pero a los instrumentos de la comunicación; la comunicación ¡no es un instrumento! Es otra cosa…En los últimos decenios los medios de comunicación se han desarrollado mucho, pero esta solicitud continúa, asumiendo nuevas sensibilidades y nuevas formas. El panorama comunicativo se ha convertido poco a poco para muchos en un “ambiente vital”, una red donde las personas se comunican, amplían el horizonte de sus contactos y de sus relaciones (cf. Benedicto XVI, Mensaje para la Jornada mundial de las Comunicaciones Sociales 2013). Subrayo, sobre todo, estos aspectos positivos, aunque todos somos concientes de que también hay límites y elementos nocivos.

2.En este contexto –y ésta es la segunda idea– nos tenemos que preguntar: ¿Qué papel tiene que desempeñar la Iglesia con sus medios operativos y comunicativos? En cualquier situación, más allá de la puramente tecnológica, creo que el objetivo ha de ser lograr inserirse en el diálogo con los hombres y mujeres de hoy, saberse insertar en el diálogo con los hombres y las mujeres de hoy, para comprender sus expectativas, sus dudas, sus esperanzas. Son hombres y mujeres a veces un poco desilusionados con un cristianismo que les parece estéril, que tiene dificultades precisamente para comunicar incisivamente el sentido profundo que da la fe. En efecto, precisamente hoy, en la era de la globalización, estamos asistiendo a un aumento de la desorientación, de la soledad; vemos difundirse la pérdida del sentido de la vida, la incapacidad para tener una “casa” de referencia, la dificultad para trabar relaciones profundas. Es importante, por eso, saber dialogar, entrando también, aunque no sin discernimiento, en los ambientes creados por las nuevas tecnologías, en las redes sociales, para hacer visible una presencia, una presencia que escucha, dialoga, anima. No tengan miedo de ser esa presencia, llevando consigo su identidad cristiana cuando se hacen ciudadanos de estos ambientes. ¡Una Iglesia que acompaña en el camino, sabe ponerse en camino con todos! Y también hay una antigua regla de los peregrinos, que San Ignacio asume, ¡por esto yo la conozco! En una de sus reglas dice que aquel que acompaña a un peregrino y que va con el peregrino, debe ir a paso de peregrino. No más adelante y no atrasarse. Y esto es lo que quiero decir: una Iglesia que acompañe el camino y sepa ponerse en camino, como camina hoy. Esta regla del peregrino nos ayudará a inspirar las cosas.

3. El tercero: es un reto que afrontamos todos juntos, en este contexto de la comunicación, y la problemática no es principalmente tecnológica. Nos tenemos que preguntar ¿somos capaces, también en este campo, de llevar a Cristo, de llevar al encuentro de Cristo? ¿De caminar con el peregrino existencial como caminaba Jesús con aquellos de Emaús, enardeciéndoles el corazón, haciéndoles encontrar al Señor? ¿Somos capaces de comunicar el rostro de una Iglesia que es “casa” de todos? Hablamos de la Iglesia con las puertas cerradas. Pero esto es más que una Iglesia con las puertas abiertas, ¡es más! Encontrar juntos, hacer “casa”, hacer Iglesia, hacer “casa”. Iglesia con las puertas cerradas, Iglesia con las puertas abiertas. Es esto: en camino hacer Iglesia. ¡Un desafío! Se trata de hacer descubrir, también a través de los medios de comunicación social, además de en el encuentro personal, la belleza de todo lo que constituye el fundamento de nuestro camino y de nuestra vida, la belleza de la fe, la belleza del encuentro con Cristo. También en el contexto de la comunicación es necesario que la Iglesia consiga llevar calor, que enardezca los corazones. ¿Nuestra presencia, nuestras iniciativas responden a esta exigencia o permanecemos técnicos? Tenemos un tesoro precioso que transmitir, un tesoro que da luz y esperanza. ¡Son tan necesarias! Pero todo esto requiere una cuidada y cualificada formación, de sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos, también en este campo. El gran continente digital no es simplemente tecnología, sino que está formado por hombres y mujeres que llevan consigo lo que tienen dentro, sus experiencias, sus sufrimientos, sus anhelos, la búsqueda de la verdad, de la belleza, de la bondad. Es necesario saber indicar y llevar a Cristo, compartiendo estas alegrías y esperanzas, como María que llevó a Cristo al corazón del hombre; es necesario saber entrar en la niebla de la indiferencia sin perderse; es necesario bajar también a la noche más oscura sin verse dominados por la oscuridad y perderse; es necesario escuchar las ilusiones de muchos, sin dejarse seducir; es necesario acoger las desilusiones, sin caer en la amargura; palpar la desintegración ajena, sin dejarse disolver o descomponer en la propia identidad (cf. Discurso al episcopado de Brasil, 27 julio 2013, 4).Este es el camino. ¡Este es el desafío!

Queridos amigos, es importante la atención y la presencia de la Iglesia en el mundo de la comunicación, para dialogar con el hombre de hoy y llevarlo al encuentro con Cristo, pero el encuentro con Cristo es un encuentro personal. No se puede manipular. En este tiempo tenemos una gran tentación en la Iglesia, que es el “acoso” espiritual: manipular las conciencias; un lavado de cerebro teologal, que al final te lleva a un encuentro con Cristo puramente nominal, no con la Persona de Cristo Vivo. En el encuentro de una persona con Cristo ¡tiene que ver Cristo y la persona! No aquello que quiere el ingeniero espiritual que quiere manipular. Este es el reto. Llevarlo al encuentro con Cristo siendo concientes, no obstante, que nosotros somos medios y que el problema de fondo no es la adquisición de sofisticadas tecnologías, aunque sean necesarias para una presencia actual y significativa. Que nos quede siempre claro que creemos en un Dios apasionado por el hombre, que quiere manifestarse mediante nuestros medios, también si son pobres, porque es Él quien obra, transforma, salva la vida del hombre.

Y nuestra oración, la de todos, para que el Señor enardezca nuestro corazón y nos sostenga en la misión fascinante de llevarle al mundo. Me encomiendo a sus oraciones, porque también yo tengo esta misión, y les imparto de corazón mi Bendición.

(RC-RV)