25.09.13

¿La conversión de Gustavo Gutiérrez?

A las 9:44 PM, por Andrés Beltramo
Categorías : Teología de la Liberación

Del Vatican Insider

Gustavo Gutiérrez Merino es considerado el “padre” de la teología de la liberación, una corriente de pensamiento que ha dividido al catolicismo latinoamericano en los últimos 40 años. El gesto del Papa de concelebrar con él una misa privada en el Vaticano ha despertado nuevamente la polémica. Pero nadie sabe realmente qué piensa Francisco sobre los escritos del religioso peruano.

El encuentro entre Bergoglio y Gutiérrez tuvo lugar el pasado 11 de septiembre. Pasó totalmente desapercibida. La sala de prensa de la Santa Sede sólo se limitó a confirmarlo, pero no ofreció mayores detalles. Además no existen testimonios gráficos ni visuales del mismo, entre otras cosas porque los miércoles las misas matutinas del Papa en la capilla de la residencia de Santa Marta no se registran.

La reunión fue gestionada por el prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerhard Ludwig Müller, amigo personal del teólogo. A él se deben, entre otras cosas, la publicación en las últimas semanas de varios artículos sobre la teología de la liberación y una entrevista a Gustavo Gutiérrez en el diario del Vaticano, “L’Osservatore Romano".

Aunque todo parece indicar que el Papa no estaba informado de esas publicaciones, que fueron inmediatamente consideradas como una “rehabilitación” de la teología liberacionista, las mismas no impidieron que la conversación haya tenido lugar. De todas maneras un encuentro así no debe sorprender. Ya Benedicto XVI había recibido al teólogo crítico Hans Kung y eso no cambió la postura de la Iglesia sobre él y sus propuestas.

Este acercamiento vaticano con Gutiérrez ha encendido las alarmas en varios países de América Latina. Diversos obispos han escrito a Roma para expresar su extrañeza y desconcierto. Síntoma de que el malestar con las propuestas de la liberación permanece.

Es cierto. En las décadas de los 80 y 90 muchos prelados utilizaron la diatriba en torno a esta teología para construir, artificialmente, prolíficas carreras eclesiásticas. En una época de fuerte polarización, bastaba a un sacerdote trabajar con los pobres para ser tachado de comunista. El caso de Marcial Maciel es un ejemplo emblemático. El inmoral fundador de los Legionarios de Cristo logró concentrar poder haciendo circular expedientes reservados y etiquetando obispos.

Pero, de la misma manera, la influencia de los teólogos liberacionistas provocó no pocas contraposiciones. Muchos de ellos incurrieron en graves errores doctrinales y abrieron la puerta a la penetración de grupos guerrilleros en la Iglesia.

Nadie puede olvidar cómo en 1979 grupos sandinistas montaron una operación secreta para modificar el documento conclusivo de la Conferencia del Episcopado Latinoamericano (Celam) realizado ese año en Puebla. Y cómo la maniobra se cebó cuando fue desenmascarada en la prensa.

Esta penetración marxista provocó que la Congregación para la Doctrina de la Fe editase dos notas aclaratorias, una en 1984 y la otra en 1986. Con ellas quedó en claro la existencia de errores doctrinales en una mala lectura de la teología de la liberación.

Errores que ya fueron reconocidos por el mismo Gustavo Gutiérrez, en una conferencia ante directivos del Consejo Episcopal Latinoamericano pronunciada en 1996, entre los cuales se encontraba Joseph Ratzinger.

“Un buen número de análisis y de propuestas enunciadas en años recientes (por la teología de la liberación) han perdido vigencia, numerosas discusiones y precisiones de ese tiempo no responden plenamente a los retos actuales. Ignorar estos cambios significaría encerrarse en el pasado, vivir de nostalgias y condenarse a vivir de espaldas a las personas de hoy", dijo entonces.

Esas palabras parecían estar más cerca de una “conversión” de Gutiérrez y fueron pronunciadas un año después que la Congregación para la Doctrina de la Fe había pedido al teólogo un artículo que corrigiese algunos de los pasajes de su pensamiento. Ese texto finalmente se publicó en 2004 bajo el título “La Koinonia eclesial".

Otro pasaje sorprendente que incluyó al teólogo peruano lo reveló hace unos días Clelia Luro, compañera sentimental del obispo argentino Jerónimo Podestá. En una carta pública la mujer reclamó al teólogo peruano el haber impedido a Podestá asistir a una conferencia suya por ser un sacerdote casado. Y lamentó que haya también marginado, en otra ocasión, al liberacionista brasileño Leonardo Boff.

“Si Dios quiere hoy con Francisco que está rescatando la Iglesia Pueblo de Dios, las sanciones terminarán, pertenecen al pasado y a los espíritus clericales que irán desapareciendo para llegar a ser ¡Uno para que el mundo crea!", concluyó Luro.

Por todas estas señales en Latinoamérica muchos se preguntan si se asiste a una verdadera “conversión” doctrinal de Gutiérrez o simplemente a un cambio de actitud, sin haber modificado realmente aquellos errores del pasado. El debate de hoy deja en claro que la polémica en torno a la teología de la liberación no es un capítulo cerrado.

Serafines susurran.- Que la relación de afecto que existe entre el Papa reinante, Francisco, y el emérito, Benedicto XVI, es verdadera. Un vínculo filial, que el mismo Jorge Mario Bergoglio se ocupó de destacar públicamente. “Es como tener el abuelo en casa", “cuando tengo un problema lo consulto, como a mi padre". Palabras del pontífice argentino que no se quedan nada más en frases hechas.

Dicen los que saben que Francisco y Benedicto se ven mucho más a menudo de lo que se sabe públicamente. Afirman que han sido varias las visitas fuera de reflectores del Papa al monasterio “Mater Ecclesiae", ubicado dentro del Vaticano y que funge como residencia de Joseph Ratzinger.

La colaboración entre ambos parece no sólo extenderse a la encíclica a “cuatro manos", titulada “Lumen fidei", que fue escrita en gran parte por el anterior obispo de Roma pero que fue firmada por el actual. Al leer la carta que hace unos días envió Francisco al fundador del diario italiano laico (y muchas veces anticlerical), “La Repubblica", parecen surgir los trazos del gran teólogo alemán. La firme argumentación y la composición de algunas oraciones tienen todo el estilo Ratzinger.

Esa misiva, que captó ampliamente la atención, proponía un diálogo entre el Papa y un ateo notable, que en realidad representaba a todos los ateos. Tal vez me equivoque en mi apreciación, porque Bergoglio ha demostrado ser -además de un formidable pastor- un hombre de fino pensamiento. Pero quienes leímos durante años y casi diariamente los discursos de Benedicto, vemos en esas líneas su sello.