30.09.13

La vida cristiana es difícil en un mundo exacerbado de hedonismo, que sueña y predica sólo el placer material. Es arduo el seguimiento de Cristo en un ambiente en el que sólo tienen importancia el dinero, las diversiones, los deleites y el dominio, por eso a nadie debe extrañar los abandonos de cristianos, el bajón en el cumplimiento de sus obligaciones de católicos, los escándalos y las flojedades.

En el apostolado cotidiano, encontramos que la gente admite que su fe no es tan fuerte como antes, palpamos ese debilitamiento de la fe por todas partes, es que la fe se alimenta de la oración, la mantiene viva, y sin embargo, cuántas personas hay que ya no conceden prioridad a la oración en sus vidas.

Octubre es el mes dedicado al Rosario. Una de las armas más exitosas contra el espíritu anticristiano actual y el diablo que está detrás de ello, es la oración sincera y diaria del Santo Rosario.

El Padre Stéfano Gobbi contó que estando en la entonces Yugoeslavia, dirigiendo un cenáculo a los sacerdotes en Zagreb, al caminar por los bosques salió de la nada a su encuentro un enorme perro gruñéndole salvajemente, y aparentemente listo para arrojarse sobre él, estaba horrorizado sin saber qué hacer. Lo único que tenía en su mano era la camándula con la que estaba rezando el Rosario. Cuando el salvaje perro se le abalanzó, instintivamente lo golpeó con su Rosario. Al hacerlo, el perro se detuvo y se achicó. El Padre lo golpeó una y otra vez, el perro gemía y se achicaba más hasta que se hizo más pequeño que un cachorro. Entonces el sacerdote lo alejó a patadas. El Padre Gobbi comentó que el perro no era sino el demonio, que era impotente contra el Rosario.

San Luis María de Montfort, hablando del Rosario dice que debiéramos rezarlo con «con gran atención, porque Dios escucha más la voz el corazón que la de la boca».

«Muchas veces ocurre -escribía el Venerable Fulton Sheen- que estamos hablando a una persona y nuestro pensamiento está en otra cosa. En el Rosario no recitamos las oraciones simplemente, sino que además pensamos.

El Rosario requiere nuestros dedos, nuestros labios, nuestros corazones, en una vasta sinfonía de oraciones, y por eso es la más grande plegaria que haya compuesto el hombre» (La Virgen del Rosario).

Quien lo reza diariamente puede comprobar cuánta fuerza de espíritu y de alma le viene de esta oración, precisamente en una época en la que parece haberse entronizado la inmoralidad a todo nivel.

Octubre es también el mes “fatimista” por excelencia. En Fátima nuestra Señora dijo: «Si hicieran lo que yo les voy a decir se salvarán muchas almas y tendrán paz». En su mensaje hizo pedidos generales dirigidos a toda la humanidad, y un pedido muy particular al Papa y a los Obispos.

Los pedidos generales fueron:

1) «Es preciso que se enmienden; y que pidan perdón por sus pecados. No ofendan más a Dios nuestro Señor que ya está muy ofendido».

2) «Rezad el Rosario todos los días para alcanzar la paz para el mundo y el fin de la guerra».

3) «Rezad, rezad mucho y haced sacrificios por los pecadores, pues muchas almas van al infierno, por no tener quien se sacrifique y pida por ellas», («El sacrificio que cada uno puede hacer es cumplir su deber y obedecer Mi Ley. Esa es la forma de penitencia que Yo reclamo» – Nuestro Señor a la Hermana Lucía).

4) En la visión final del 13 de octubre de 1917, nuestra Señora presentó silenciosamente el Escapulario marrón, un gesto que indica que Ella quiere que todos lo llevemos.

5) La Comunión Reparadora de los primeros sábados: el 10 de diciembre de 1925, nuestra Señora le dijo a la Hermana Lucía:

«Prometo asistir en la hora de la muerte con todas las gracias necesarias para la salvación a todos aquellos que, durante cinco meses consecutivos, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y Me acompañen 15 minutos meditando sus misterios con el fin de desagraviarme».

En particular, para impedir el castigo del mundo por medio de la guerra, el hambre y las persecuciones contra la Iglesia y el Santo Padre, nuestra Señora dijo: «Vendré a pedir la consagración de Rusia  a Mi Corazón Inmaculado y la Comunión Reparadora de los primeros sábados». Nuestra Señora cumplió su palabra, y el 13 de junio de 1929 en Tuy, España, en una aparición imponente y sublime, que representaba a la Santísima Trinidad, Ella dijo a la Hermana Lucía: “Ha llegado el momento en que Dios pide que el Santo Padre haga, en unión con todos los obispos del mundo, la consagración de Rusia a Mi Corazón Inmaculado».

En las revelaciones de Fátima hay un marcado acento sobre la pecaminosidad del mundo, y es importante observar cómo se relaciona esto con las ideas que se apuntan arriba para ayudar al mundo a recobrar la conciencia de su propia pecaminosidad. Treinta años más tarde el Papa Pío XII declararía que el fenómeno más alarmante de su tiempo era que el mundo había perdido el sentido de pecado. ¿Tenemos motivos para pensar que las cosas hoy han mejorado?