1.10.13

El religioso al que mataron “por ser bueno” y su díscípulo, que le siguió voluntariamente

A las 6:14 PM, por Santiago Mata
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Entre los 522 que serán beatificados el 13 de octubre en Tarragona, se cuentan los primeros dos discípulos de Don Orione en España: un sacerdote de casi 63 años –Ricardo Gil Barcelón- y un postulante de la congregación, Antonio Arrué Peiró, de 28 años. Al primero lo detuvieron contra la voluntad expresa de la gente del barrio pobre en que trabajaba, que evitó que lo hicieran antes, y el segundo quiso seguir la suerte de su maestro, aunque a él no le buscaban.

Los dos mártires Hijos de la Divina Providencia

Ricardo Gil Barcelón, nacido en Manzanera (Teruel), el 27 de octubre de 1873, se había ordenado sacerdote en Manila en 1904, tras dejar el ejército. Conoció en Roma en 1910 a don Luis Orione, que en 1903 había fundado la congregación de Hijos de la Divina Providencia. Gil se incorporó a la congregación y en 1930 don Orione le envío a Valencia, para comenzar su obra en España. Fue respetado al comienzo de la guerra, porque se ocupaba de los más pobres. Dos veces fueron a su casa los milicianos para eliminarle, pero se interpuso la gente del vecindario diciendo: “¡Es bueno, ayuda a los pobres, nuestros hijos comen porque está Él!”. La tercera vez, el 3 de agosto de 1936, según la documentación del proceso, cerraron la discusión: “¡Es precisamente a los buenos a los que buscamos nosotros!”.

Un aspirante de la congregación, Antonio Isidoro Arrué Peiró, que había nacido en Calatayud (Zaragoza) el 4 de abril de 1908, no estaba en la casa cuando se produjo el arresto, pero vio el camión en el que habían hecho subir al padre Gil. No lo dudó un momento: corrió a su encuentro y quiso a toda costa permanecer con él. Al día siguiente fueron llevados juntos al Saler de Valencia. Fusilaron al Padre Gil que a la propuesta de gritar “¡viva la anarquía!” prefirió gritar “¡Viva Cristo Rey!”. Antonio -según el relato de un guardia- al ver caer al padre se arrojó a su lado para sostenerlo. Los guardias le fracturaron el cráneo con la culata del fusil.