6.10.13

Biblia

 

Lc 17, 5-10

“5 Dijeron los apóstoles al Señor; ‘Auméntanos la fe.’ 6 El Señor dijo: ‘Si tuvierais fe como un grano de mostaza, habríais dicho a este sicómoro: ‘Arráncate y plántate en el mar’, y os habría obedecido.’ 7 ‘¿Quién de vosotros tiene un siervo arando o pastoreando y, cuando regresa del campo, le dice: ‘Pasa al momento y ponte a la mesa?’ 8 No le dirá más bien: “Prepárame algo para cenar, y cíñete para servirme hasta que haya comido y bebido, y después comerás y beberás tú?’ 9 ¿Acaso tiene que agradecer al siervo porque hizo lo que le fue mandado? 10 De igual modo vosotros, cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: Somos siervos inútiles; hemos hecho lo que debíamos hacer.’”
 

COMENTARIO

Somos siervos inútiles

¡Qué listos eran los apóstoles! Le piden a Jesús que les aumente la fe como si se tratara de algo que se da y punto. Esperaban que, al igual que habían visto que hacía milagros darles la fe fuera algo por el estilo. A lo mejor, incluso, eso lo querían sin poner nada de su parte pues no es tan raro que pensemos que Dios nos dará lo que necesitamos sin poner nada de nuestra parte.

Pero Jesús, que los conoce perfectamente, sabe que la cosa no es tan fácil. Por eso les pone ejemplos que les pueden hacer ver que la fe necesita, por fuerza misma de su sentido, de la intervención más que importante del fiel.

Podemos imaginarnos qué pensarían aquellos hombres que veían como su Señor les decía que si no eran capaces de hacer que un sicómoro se quitara de donde estaba y se plantase en el mar es que… tenían poca fe y que mucho debían, aún, orar y creer para tenerla. Seguramente, pensarían que, en efecto, poco eran o, mejor, nada eran.

También les hace comprender, eso esperaba el Mesías, que era muy importante conocer qué posición se tiene frente a Dios, Creador y Señor de cada uno de ellos.

Eran personas poco instruidas en muchas materias pero, sobre todo, en la que supone tener el conocimiento suficiente como para saber la fe que se tiene y las causas de la misma en el corazón del creyente. Les valía con cumplir la voluntad de Dios y seguir sus mandatos. Eso era más que suficiente.

Aún así, después de haber cumplido con lo que Dios quería que cumpliesen y con aquello que tenían establecido, desde la eternidad, para cumplir… aún así, decimos, debían sentir que, en realidad, eran siervos pero, además, siervos inútiles.

Aquella inutilidad que les predicaba Jesús tenía mucho que ver con la mundanidad en la que vivían aquellos hombres que había elegido el Hijo de Dios para llevar la Palabra de Dios al mundo y la Buena Noticia según la cual el Reino de Dios ya había llegado al mundo con la persona del Emmanuel. Y es que su forma de ser, tan humana y tan pegada a lo horizontal, les impedía, las más de las veces, alcanzar ciertas delicadezas espirituales para las que aún no estaban preparados.

Hacer, pues, lo que se tiene que hacer, no ha de ser causa de excesiva alegría y gozo en nosotros pues aunque, en efecto, hayamos cumplido con nuestra misión no es poco cierto que Dios aún espera mucho de sus hijos. Por eso, nuestra utilidad siempre es relativa ante el Creador.

PRECES

Por todos aquellos que creen que tienen una fe profunda sin darse cuenta de sus fallos espirituales.

Roguemos al Señor.

Por todos aquellos que no se den cuenta de la posición que tienen ante Dios Nuestro Señor.

Roguemos al Señor.

ORACIÓN

Padre Dios; ayúdanos a reconocernos siervos inútiles y a corregir todas nuestras inutilidades.

Gracias, Señor, por poder transmitir esto.

El texto bíblico ha sido tomado de la Biblia de Jerusalén.

Eleuterio Fernández Guzmán