7.10.13

 

Según informa el National Catholic Regiser, el contenido de la entrevista entre Scalfari y el Papa, que fue publicada en el diario italiano La Repubblica, no fue ni grabado ni transcrito literalmente por parte el periodista.

Scalfari ha reconocido a Jean-Marie Guénois, corresponsal de Le Figaro en Roma, que ni siquiera tomó notas de su charla con el Santo Padre. Por tanto, todo lo que se publicó formaba parte de su recuerdo de las palabras del Papa. El cofundador de La Repubblica, de 89 años de edad, asegura que envió el texto para que Francisco diera el visto bueno, pero nadie tiene nada claro que el Papa leyera detenidamente lo que finalmente se ha publicado.

De hecho, en una nota publicada por la Santa Sede, se explica que la entrevista es una re-construcción de la charla del periodista con el Papa y hay riesgo de que se hayan perdido detalles clave o se hayan fundido en un solo texto diversos momentos de la conversación.

Fuentes del Vaticano han confirmado a NCR que ha sentado muy mal que Scalfari no hubiera grabado su encuentro con el Papa y que haya confiado meramente en su capacidad de recordar todo lo que hablaron.

El cardenal Dolan, arzobispo de Nueva York, fue el primero en dar la voz de alarma al asegurar que no era del todo auténtico el relato que aparecía en la entrevista sobre la reacción de Jorge Mario Bergoglio al ser elegido en el cónclave y antes de aceptar ocupar la Sede de Pedro.

Hasta ahí, la noticia. Ahora mi opinión. Llevamos días dando vueltas a algunas de las frases literales que aparecían en el periódico italiano. Pero cualquiera entiende que si ya de por sí el género de la entrevista no es el más adecuado para lograr una precisión conceptual por parte de un Papa -sea el que sea, ni les digo en qué queda la cosa si esa precisión tiene que pasar por el tamiz de un ateo.

El torrente de artículos publicados desde el martes pasado se basaba en la idea de que el Papa había dicho literalmente lo que se nos dio a leer. Pues no. Y aunque al parecer Francisco ha dado algún tipo de visto bueno a lo publicado, ni siquiera en Roma saben si se lo leyó todo o simplemente confió en el trabajo de Scalfari.

Al que les encantaron todas las palabras del texto que se publicó, les parecerá que todo sigue igual. A los que se alarmaron por la literalidad de algunas afirmaciones atribuidas al Papa, hoy no saben si reflejan fielmente lo que dijo el Santo Padre o son una interpretación de Scalfari. A mí, personalmente, me da lo mismo. Lo que no me da lo mismo es la falta de seriedad en todo este embrollo. No es serio que un periodista entrecomille al Papa sin tenerle grabado, ni, a menos que lo hayan hecho, tampoco es serio que desde Roma no se exigiera al periódico La Repubblica que hubiera informado de lo ocurrido en la entradilla a la “entrevista". Aunque no es menos cierto que el sentido de lo que dijo el Papa sigue siendo lo que aparece en la entrevista. Si no, es de imaginar que no habría habido ningún visto bueno.

Hoy más que nunca es necesario recordar el artículo que escribió el P. José María Iraburu acerca de la diferencia entre el magisterio apostólico del Papa de su magisterio personal privado, aunque este último sea igualmente público. Y si encima no está claro que ese magisterio personal privado no ha sido recogido fielmente, tanto más.

Luis Fernando Pérez Bustamante